En España hay 8.124 municipios, de los que sobran 7.729, de ellos treinta en El Bierzo, si aplicamos criterios de ahorro y eficacia, pues según los parámetros europeos, un ayuntamiento con menos de 20.000 habitantes no es capaz de prestar los servicios básicos a sus vecinos.
La reforma local es la gran asignatura pendiente de nuestra fingida democracia, junto con la reforma fiscal, la reforma educativa, la reforma sanitaria, la reforma del mercado laboral, la reforma de la ley electoral, la reforma energética, la transición ecológica y, por supuesto, la reforma constitucional, la madre de todas las reformas, que ni está ni se le espera. En fin, que tenemos todo por reformar. Demasiadas asignaturas pendientes tras la Década Negra de Rajoy: sigan ustedes hablando de Catalunya mientras el país se cae a trozos.
La actual división de España data de 1833, cuando Javier de Burgos se cargó la provincia del Bierzo. Desde entonces andamos a rastras con una estructura del siglo XIX: es como escribir wasaps con pluma y papel; es ignorar que estamos en 2019 y existen drones capaces de llevar medicamentos a una aldea de Ancares si hace falta.
La Constitución de 1978 y los estatutos de autonomía consagraron aquel sistema viejuno. Treinta y siete ayuntamientos en El Bierzo para 130.000 habitantes. En toda la provincia de León, 211 municipios para 466.000 personas. Doscientos once municipios con su alcalde y sus concejales, como Villabraz con 95 vecinos. ¿Estamos locos o qué?
En Galicia, donde había 315 municipios, el Gran Feijóo impulsó como medida estrella la fusión voluntaria de municipios. Consiguió dos, oiga: Oza y Cesures, Cerdedo y Cotobade. Ahora Galicia tiene 313 concellos: ni siquiera pudo unir Mondariz con Mondariz-Balneario, los dos municipios más absurdos del planeta.
En la pérfida Catalunya, origen de todos nuestros males, las cosas son distintas, aunque el rancio Tribunal Constitucional amañado por el PP ha torpedeado su Ley de Veguerías. Cuando voy a votar a Barcelona me alojo en Horta. En el último viaje conocí a la entonces ‘alcaldesa’ de Horta-Guinardó, uno de los diez distritos de la ciudad. El ayuntamiento de Barcelona tiene 1.620.000 habitantes, de los que 169.000 viven en Horta-Guinardó. Un ‘alcalde’ o concejal de distrito administra el presupuesto, la vida, el tráfico, las escuelas de esos 169.000 vecinos desde una oficina modesta, con pocos funcionarios.
En cambio, nosotros, para 130.000 paisanos y paisanas, necesitamos 37 alcaldes, 322 concejales y todo un Consejo Comarcal, con sus correspondientes secretarios, interventores, funcionarios, sueldos, coches, dietas y el chocolate de sus treinta y ocho loros. Anoten: en la provincia de León hay 1.563 concejales. Todos son ‘directivos’ de quienes dependen miles de funcionarios públicos. ¿Se imaginan una empresa con 1.563 cargos directivos? La multinacional Zara-Inditex se conforma con veinte altos ejecutivos.
Volvamos al Bierzo: ¿Para qué sirve un ayuntamiento como Barjas, con 189 vecinos? ¿Qué capacidad de gestión tiene? ¿Cuánto puede recaudar e invertir, qué políticas de cercanía puede ofrecer a sus habitantes, qué colegios a sus no-niños, qué redes de Internet o transporte, qué nada?
Son ayuntamientos de mentirijillas, sobre el papel, que dependen del oxígeno de las diputaciones, esas cosas que querían suprimir los del partido veleta, Ciudadanos, hasta que les pasó el acné. La relación de estos micro ayuntamientos con sus diputaciones es de drogodependencia, clientelismo, red de caciques: 1.563 concejales correteando por la provincia dan para mucho. De los 37 ayuntamientos bercianos, sobran treinta sin pestañear. Con dejar Ponferrada, Bembibre, Cacabelos, Camponaraya, Carracedelo, Villafranca, Toreno, Fabero y Vega de Espinareda, van que chutan. Y si aplicamos el criterio que propuso el Gobierno de Rajoy a la Unión Europea en 2015 (fusionar todos los municipios con menos de 5.000 habitantes), en El Bierzo quedan tres: Ponferrada, Bembibre y Cacabelos.
«La medida —decía entonces el Gran Rajoy— afectaría a 6.796 ayuntamientos y el Gobierno estima un ahorro de 8.000 millones de euros». Nos sobran treinta alcaldes y nos falta un Consejo Comarcal de verdad, porque el actual es de juguete. Un juguetito que nos enviaron los Reyes Magos desde Valladolid para que los bercianos estemos entretenidos, sin presupuesto, sin competencias, sin poder, sin nervio político, atado de pies y manos, una burla y un insulto en la cara de los bercianos.
Fue Fraga, fundador del PP, quien predicó la administración única, pero ni los suyos le escucharon. Después de treinta y pico años de monocultivo popular, Castilla y León tiene más ayuntamientos que Polonia (con una población 15 veces superior) y en Galicia han fusionado cuatro concellos pequeñitos. Esta es, pues, la pregunta urgente a los candidatos del 26M la próxima vez que les hablen del independentismo catalán: ¿para cuándo la reforma local pendiente desde 1978, o desde 1833, adaptando el país a las posibilidades y a las necesidades del siglo XXI? Y después, todas las demás reformas pendientes.
Comarca del Bierzo: Por qué sobran treinta ayuntamientos
Por Valentín Carrera
13/05/2019
Actualizado a
19/09/2019
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