El Royal Ballet reúne a algunos de sus mayores talentos. De la coreografía se encarga el británico Christopher Wheeldon (1973), «la gran esperanza creativa del ballet moderno a nivel mundial», según el especialista Roger Salas. Se trata de su tercer trabajo de larga duración –de tres actos– que ve la luz en Covent Garden, después del enorme éxito de ‘Alicia en el País de las Maravillas’ (2011), a partir de Lewis Carroll, y de ‘Cuento de invierno’ (2014), sobre Shakespeare.
Hijo predilecto de la casa (en la que estudió hasta los 18 años) y protegido de Kenneth MacMillan, aquí logra condensar un argumento complicado en un ballet narrativo. Wheeldon sabe lo que hace: ya su primera creación –después de retirarse como solista en Nueva York– fue ‘Sueño de una noche de verano’ (Ballet de Colorado, 2000). También supo sintetizar ‘Hamlet en Elsinore’ (Bolshoi, 2007), y para Broadway ha concebido musicales como ‘Un americano en París’ o ‘MJ The Musical’ (2022); ambos aspiraron al premio Tony.

La partitura, completamente original, la firma su compatriota Joby Talbot (1971), con quien colabora desde ‘Fool’s Paradise’ (2007). El compositor, sin hacer mucho ruido, ya ha triunfado con sus conciertos para orquesta, sus bandas sonoras (‘Guía del autoestopista galáctico’ y ‘Canta!’, el musical de animación), sus incursiones en el pop (arreglista del grupo Travis) y el rock (The White Stripes). Entre sus ballets, aparte de ‘Alicia y Cuento de invierno’, destacan ‘Tide Harmonic’, para la compañía Pacific Northwest, y ‘Everest’ (ópera de Dallas, 2015).
Aquí captura el tono y el espíritu de México con instrumentos tradicionales como la guitarra y la ocarina, asesorado por la directora Alondra de la Parra, quien a su vez lleva la batuta en la función. Sus grandes melodías pueden recordar a compositores de la era dorada, como Chaikovski o Prokofiev, y la sofisticada orquesta (en particular la percusión y los metales) describe los ambientes con una enorme riqueza de texturas. Para el último ‘pas de deux’, incluye un fragmento vocal: una nueva canción basada en el poema ‘Piedra de sol’, de Octavio Paz.
De los decorados, de colores vivos, se encarga el prestigioso Bob Crowley (1951). Se ha inspirado en las casas de Luis Barragán, el primer arquitecto latino que consiguió el premio Pritzker. Para el vestuario, se ha ceñido a la moda de 1910, la época de la Revolución mexicana, en la que Esquivel ambientaba la trama. El escenógrafo estadounidense, premiado por su ‘Mary Poppins’ (2007), se apoya en el uso de la luz y las proyecciones.
Por último, el elenco reúne a varias de las estrellas del Royal Ballet: la inglesa Francesca Hayward (1992), premiada solista que dio el salto a Hollywood con ‘Cats’; el portugués Marcelino Sambé (1994), segundo bailarín negro (tras Carlos Acosta) que asciende al plantel principal de la compañía (¡en un siglo de historia!) y la madrileña Laura Morera (1977).