En las próximas generales los leoneses deben marcar en la papeleta naranja los nombres de tres senadores Ésa es la teoría. ¿Y en la práctica? ¿saben los ciudadanos cuál es la utilidad del Senado, quiénes lo forman y cómo se eligen los senadores? El próximo 20 de diciembre, los electores acudirán a las urnas para determinar quién será el próximo presidente del Gobierno. Y no sólo eso. Con los votos, se determina la composición del Congreso de los Diputados (Cámara Baja) y del Senado (Cámara Alta), un procedimiento para lo cual cada votante debe decidir el sentido de su voto a través de dos papeletas, una blanca –para el Congreso– y otra anaranjada –para seleccionar qué senadores quiere que le representen–.
Los cuatro más votados serán senadores por León, más el que designa el parlamento autonómico El Senado, un órgano a todas luces desconocido para la mayoría de los ciudadanos, cuenta con dos tipos de senadores, atendiendo a su procedencia. De ellos, 208 son elegidos por sufragio universal, libre, igual, directo y secreto de la manera siguiente: en cada provincia de la península, entre ellas León, se eligen 4; en Gran Canaria, Tenerife y Mallorca, se eligen 3; en Ceuta y Melilla, 2; en Ibiza-Formentera, Menorca, Fuerteventura, Gomera, Hierro, Lanzarote y La Palma, un senador. Estos 208 senadores son los que se eligen el próximo 20 de diciembre.
El sistema electoral empleado supone que –normalmente– la fuerza política con más votos de cada circunscripción se lleva la mayoría de escaños. Los 4 más votados en León serán senadores.
Aunque los candidatos aparecen agrupados por partidos políticos en la papeleta de votación (la naranja), las candidaturas son individuales a efectos de votación y escrutinio. Esto significa que el elector puede votar a candidatos, hasta tres, de fuerzas políticas diferentes. Por tanto, un procedimiento distinto del de las listas de partido –cerradas y bloqueadas– del Congreso de los Diputados (las papeletas blancas).
El próximo 20-D se eligen 208 senadores, a los que habrá que sumar otros 58. En total, 266 senadores Además, también a diferencia de lo que ocurre en el Congreso, el número de senadores no es fijo y puede variar al alza o a la baja al cambiar el número de habitantes de las distintas comunidades autónomas. La variación del número de senadores se produce al principio de cada legislatura (tras la celebración de elecciones generales) y se toma como referencia el censo de población publicado el 1 de enero del año en que se celebran las elecciones.
Tras las elecciones, los escaños se adjudican contando el número de votos de cada candidato y ordenándolos de más a menos votado. Luego, se asignan los escaños a los primeros de la lista: un candidato por escaño.
Los ‘otros’ 58 senadores
Además de los senadores elegidos por el procedimiento directo, cada una de las diecisiete comunidades autónomas nombra otros senadores, en proporción a su población: un mínimo de un senador, y uno más por cada millón de habitantes de la comunidad autónoma.
Así, el Senado se conforma con la suma de los senadores electos más los senadores designados por los parlamentos de las comunidades.
Los senadores designados por los parlamentos autonómicos, lo son a razón de uno fijo por cada comunidad autónoma y otro más por cada millón de habitantes de su respectivo territorio. Por tanto, el número de senadores que integran este segundo grupo es variable. De hecho, en las últimas legislaturas ha crecido como consecuencia del aumento de la población.
Ciudadanos apuesta por suprimir la Cámara Alta, lo que supondría un ahorro de 55 millones
Rivera quiere crear un consejo de presidentes autonómicos que sustituya al actual Senado Han pasado casi cuatro décadas (38 años) desde que se constituyó el primer Senado de la vida democrática española y en la práctica pocos sabrían explicar cuál es su utilidad, para qué lo tenemos y por qué gastamos 55 millones de euros en un órgano que se conoce popularmente como un gran ‘cementerio de elefantes’ al que los partidos a menudo envían a quienes un día fueron sus ‘primeros espadas’.
Pero, aparte de un lugar donde ubicar a quienes ‘se caen’ de otras listas, y a efectos de explicar a los ciudadanos para qué sirve la Cámara Alta, ¿cuál es su utilidad real? Quizá la falta de respuestas es lo que ha llevado al partido político que preside Albert Rivera (Ciudadanos) a apostar abiertamente por la supresión del Senado.
Rivera no se ha cansado de proclamar a los cuatro vientos que su proyecto de regeneración democrática e institucional propone suprimir el Senado, el Consejo General del Poder Judicial y las diputaciones provinciales, una intención de un proyecto que él califica como «sensato», «valiente» y dirigido hacia «una segunda transición» en este país.
La medida, sobre la que las grandes fuerzas políticas del bipartidismo han preferido no pronunciarse (al menos de momento), significaría para las arcas del Estado un ahorro que ronda los 55 millones de euros anuales.
«Para cambiar España, es necesario cambiar las reglas del juego», dice Rivera, que califica sin tapujos el Senado como «un cementerio de elefantes sin competencias territoriales efectivas». En su lugar, la formación naranja propone la creación de una especie de consejo de presidentes de las comunidades autónomas, un nuevo órgano con voto ponderado en el que se debatirían los asuntos comunes y se recogería la voluntad de cada una.