«Alrededor del sueño
las brasas de la lluvia me cincelan la espalda
y cuando avanzo
no disipo la niebla, la conduzco».
(Pilar Blanco Díaz. Ceniza, 2005).
Pilar Blanco (Bembibre, 1959) es una leonesa, nacida en tierras alto-bercianas, afincada por más de media vida en Alicante, donde ejerce como profesora de Lengua y Literatura. Recogida en la Antología de Poetas Españolas 1940-2002 ‘Ilimitada voz’ (José Mª Balcells, 2003) –donde se describe su obra como una «palabra literaria (que) despunta por su lograda formulación lírica de intuiciones abstractas, y por su admirable acierto en captar inquietudes anímicas», a través de una expresión poética altamente cuidada y un modo de decir «contenido y preciso»–, su trayectoria poética (jalonada de importantes premios desde que en 1982, recibiera en Sevilla el primero de ellos por ‘Voz primera. Poemas de amor y agua’) cuenta con más de una docena de poemarios publicados, hasta ‘Yo escribo la noche’, publicado este mismo año, además de varias plaquettes y colaboraciones en revistas como ‘Zurgai’, ‘El caracol del faro’, ‘Piedra de molino’, ‘Barcarola’, ‘Exlibris’, ‘Losada’, ‘Trecetrenes’, ‘Poemad…’. Además ha realizado diversas incursiones en lo teatral a través de más de media docena de obras escritas para escolares.
A pesar de su participación en encuentros como ‘Poesía a orillas del Órbigo’, ‘Poesía para vencejos’ o los ‘Encuentros Literarios en Noceda del Bierzo’…, no suele prodigarse demasiado en nuestra tierra motivo por el que quizá no se la conozca tanto como merezca. Personalmente, reconoce (o más bien supone) escribir «para multiplicar la intensidad de la breve, insatisfactoria, única vida que se me ha dado. Como caja de resonancia y venda»; también que entre sus afanes nunca estuvo querer ser poeta, sino simplemente escribir, circunstancia que le ha dificultado el hecho de identificarse públicamente como tal a lo largo del tiempo, porque –dice– «Solo escribía. Vivo respi-escribiendo», «trabajando y escribiendo» en torno a un bagaje inspirador donde cabe de todo, porque, en este sentido, se define como «una playa abierta a la que la resaca trae de todo y todo me aprovecha, para bien y para mal», comenzando con lo que le han dejado tantas lecturas a lo largo de toda una vida como lectora voraz en quien han ido dejando su impronta autores/as que la han atrapado por su capacidad evocadora y reveladora del lenguaje, «o que cultivan esa literatura de la herida y sus cauterios a la que me siento tan afín».«Cuando se vive dentro de la literatura desde el primer cuento que te cuentan tus padres es difícil concebir la vida –dice- sin poesía, sin literatura»; y por ello, y desde esa pasión hacia la lectura que dice haberle servido personal y principalmente para ser ella misma «la que intuía ser y al fin he sido. Más feliz, más infeliz... no me veo sin ella», no alcanza a entender que pueda haber tantos millones de personas que contando con oportunidad y medios para hacerlo, no sientan la menor inclinación por la lectura, frente a esos también millones de personas que no pueden tener acceso a ella porque su única prioridad es sobrevivir. En su caso, sus lecturas la han ayudado a superar etapas, de alguna manera han sido sus mentores; ha tenido «maestros» que, sin llegar a determinar su estilo, han ido dejando en ella su influjo y su huella; diferentes para cada etapa de su vida, desde la literatura del Barroco hasta la obra de autores como Cernuda, Lorca, Rulfo, Mujica, Celan, Jabès, Gamoneda, Cortázar, Huidobro, Sexton, Adonis, Orozco, Brines, Pizarnik, Kafka, Valle Inclán, Martín Gaite, Ajmátova, Holan, Pessoa, Varela, Eliot… Y aclara: «no se desdibujan nunca del todo, al contrario, muchos de ellos han pasado a mi riego sanguíneo. Otros no se ven a simple vista, nadie diría de la deuda contraída, pero todo queda de alguna forma...». «Tras el velo dorado de los parpadosesconde su dolor la mirada del hombre, la lenta cuchillada del destino y la lágrima, el lienzo del futuro que nunca se descubre …» (‘La pasión según Bach’, Ceniza).La poesía de Pilar Blanco nos llega a través de los sentidos, la emoción y el intelecto. En ella encontraremos «dudas permanentes, soledades y despojos del vivir, de un vivir atravesado por la muerte», la precariedad de la vida humana…; también un compromiso íntimo y esencial de una poesía que se considera «reflexiva, sosegada, a veces casi mística o metafísica... valiente, que no teme preguntarse a sí misma, descubrir y reconocer la verdad, hallar respuestas».
Cuenta la autora, que no decidió ser escritora porque «eso (frente al intento de vivir de ello o no, que es otra cosa) no se decide, o se es o no se es (independientemente de lo que proclamen algunos de sus ejercientes y de las editoriales que quitan y ponen rey a (in)discreción)»; pero entra en la nómina indiscutible de «poetas», como nos lo cuentan sus versos en los que os invito a sumergiros, para dejaros llevar, permitiros sentir y ya luego, si acaso, contrastar con los que otros han dicho de los mismos. Porque solo el acercamiento personal a través de la lectura une a quien escribe con quien lee, en pulsiones a veces muy próximas, otras no tanto, pero que son las que establecerán nuestras preferencias, aquellas lecturas que nos aportan algo y sobre las que podemos volver en cualquier momento. Finalizo con algunos de sus versos, que me han resultado extremadamente sugerentes para hoy.
«Allí donde la infancia deja de ser voz muerta,
pudrición de la luz, humo de huída.
Las palabras se desprenden del árbol de las palabras».
(De ‘Viaje de por dentro’)
Cuando la literatura se vive desde el primer cuento
Pilar Blanco Díaz entra en la nómina indiscutible de ‘poetas’, como nos lo cuentan sus versos en los que os invito a sumergiros
22/12/2020
Actualizado a
22/12/2020
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