Cuatreros de futuro en el tren de Matallana...

El viejo Hullero, que parece agonizar, podría presumir de ser el que más espacio tiene en el mundo del arte: poesía, novela, cine, música, ilustración...

Fulgencio Fernández
30/09/2018
 Actualizado a 19/09/2019
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«Subimos a este tren algunos hombres / por motivos diversos. // Éste es un tren de campesinos viejos / y de mineros jóvenes. / Se ve algo que une / más que la sangre y la amistad. / Es una cosa del cuerpo y del alma. // Cruzan los pueblos de sonido humilde:/ Pardavé, Pedrún, Matueca... // Cuando bajo del tren, siento frío. / He dejado mi casa. Ahora estoy / solo. ¿Qué hago aquí?, / ¿quién me espera en este lugar excavado en el silencio?/ No lo sé; con el tren se aleja / algo que es cierto aunque no puede ser pensado; / es algo mío y no me pertenece./Está dentro y fuera de mi corazón».

Ese algo que está dentro y fuera del corazón de Gamoneda —autor de estos poema que ‘mezcla’ versos de las dos versiones del mismo, perdón—no es otro que el Tren de Matallana, al que ya han robado hasta el nombre, pues ahora le dicen Renfe —ni siquiera Feve, que nos recordaba la modestia de su vía estrecha—, pertenece aotro conglomerado que llaman Adif. Todos ellosnombres imposibles para un poema. Y para un tren. Ypara una historia. Ypara muchas gentes que día tras día se subían el Tren Hullero o al Tren de Matallana.

Esa empresa que ahora agoniza no parece ser consciente, sólo faltaba, que también está matando un tren que al que podríamos llamar el tren del arte, un tren que ha llevado vida y cuya vida han llevado a la poesía, al cine, a la música, a la novela, al periodismo. Pocos podrán presumir de haber sido ‘cantados’ en géneros tan diversos como este Tren Hullero que la semana pasada sacó a miles de leoneses a la calle, parece que con el mismo éxito que la llamada a recapacitar en su historia cultural.
Ferrocarril de Matallana. Ése que ya cantó Gamoneda en 1960 y rehizo en 2003, ése que seguramente es su poema más conocido, a un tren que llenó de campesinos viejos y mineros jóvenes.

Hasta su tren de lujo, ‘El transcantábrico’, toma el nombre de la novela que Aparicio le dedicó al viejo Hullero
Y si un poema ya se sabe que no mueve montañas no tardó mucho tiempo en encontrar un refuerzo impagable en el cine, en 1967, de la mano de una de las grandes estrellas de la época. A este tren que también se llama de La Robla, por el otro ramal, le daba salida desde esta localidad Gracita Morales en aquella Sor Citröen que llenó los cines en los años 60, pues no podemos olvidar el elenco que acompañaba a Gracita: José Luis López Vázquez, Juanjo Menéndez, Rafaela Aparicio, José Sacristán, Antonio Ferrandis y un largo etcétera, bajo la dirección de Pedro Lazaga

No sólo La Robla se benefició de la aparición en la pantalla, en las primeras imágenes, aún sobre los títulos de crédito, el tren avanza por paisajes leoneses hacia La Robla, se ven palomares que ya no existen, pueblos de nombres tan sonoros como los que cuenta Gamoneda... Ypor no salir del cine recordar que muchos años después subían a este tren Ana Álvarez y Sancho Gracia en A galope tendido, del leonés Julio Suárez.Ysu presencia era importante en Luna de lobos, de Julio Sánchez Valdés.
La presencia del Hullero en la literatura es, tal vez, la más importante. Además del poema de Gamoneda otro leonés, Juan Pedro Aparicio, le dedicó un libro de viajes que tituló ‘El transcantábrico’, en el que además le ‘regaló’ a la empresa el nombre para un tren de lujo. Y un lujo es tener una novela, de las más celebradas de Aparicio, y que tuvo la suerte de que dos grandes artistas, José Carralero y Maribel Fraguas, la ilustraran para una edición cuidada al máximo.

Otro gran ilustrador, el fallecido Tino Gatagán, también posó su mirada de ilustrador sobre este tren, para otro libro de referencia de un ‘usuario’, Jesús Díez, quien además de un título para su libro parece darnos una definición:‘El niño del tren Hullero’, poco que añadir, sólo que le dedicó más libros al tren de Matallana, como el reciente ‘Carbonilla en los ojos’.

La lista de nombres sería inacabable.Es el tren del que habla Cela en sus memorias del año que pasó en La Vecilla desayunando cuatro güevos con jamón; es el tren al que ponía perronas en la vía Julio Llamazares de niño con sus amigos para que le destripara la cara a Franco a ver si sacaba la lengua... Es el del ‘Viejo caballo de hierro: Un viaje en el ferrocarril de La Robla’, de Carlos Bacigalupe, que dio lugar a un documental con el mismo título;y a otro titulado La putxera encantada y el ferrocarril de La Robla’, de Ricardo Santamaría y Marta Zaldiba.

Gamoneda, Aparicio, Cela, Llamazares, Carralero, Gatagán, Gracita Morales, S. Valdés, Deicidas...
El Hullero tiene un hueco en la música leonesa pues propicio una de las estrofas más conocidas de sus años gloriosos: «Cuatreros de ganado, en el tren de Matallana, ganadero, revisor vuelan por la ventana, las reses mugen locas, mientras saltan del vagón, ni Texas ni Arizona el oeste está en León», estrofas con voz de trueno de la mano de Zapicón, el líder de Deicidas, para siempre recordado por esta banda sonora del Hullero.

El tren que está en la historia de la lucha pues su vía marca la frontera de la ribera y la montaña, el tren que está en la historia de los pueblos pues en él bajaban al mercado y subían de la ciudad, el tren de Matallana que desembocaba en el centro de la ciudad.

Pero ya no desemboca. Ya no es de Matallana. Ya no le cantan ni le escriben, sólo lo olvidan. Por eso salieron a la calle miles de leoneses, para que a quien corresponda recuerden lo que escribióAparicio en aquel viaje: «A decir verdad, éste no es un tren cualquiera».

Al menos, no lo era.
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