Teníamos la vista puesta en la primavera que ya estaba a tiro de piedra, cuando llegó el Covid-19 y como si de un torbellino se tratara, todo lo contaminó, llenando España de calles vacías, los hogares de miedo, desbordando los hospitales de enfermos y los cementerios de muertos que se fueron sin recibir los honores del llanto.
Durante semanas vivimos confinados y alarmados viendo la trayectoria ascendente de esa maldita curva que se cebaba de forma especial con nuestros mayores y que si finalmente cedió fue gracias a la tan nombrada pero no siempre respetada, sanidad pública, a sus profesionales, y al respeto ejemplar de las normas del confinamiento.
Ahora que ese torbellino va consumiendo su fuerza, comprobamos los destrozos materiales que ha provocado, cumpliendo las expectativas más pesimistas y abocándonos a una reparación que se presume cuando menos compleja, pues si bien es cierto que algunos expertos dicen que el Covid-19 no distingue entre clases sociales, que ha afectado por igual a ricos y a pobres, no podemos decir lo mismo de los efectos económicos y la recuperación, que sin duda, va a ser más complicada y difícil para los más desfavorecidos, personas y territorios. En León llueve sobre mojado, pues si sufríamos la recesión más dura en términos de empleo, conocida en esta provincia en décadas, ahora tenemos que sumar los efectos de la paralización de la economía durante los meses del estado de alarma. Es decir, la tormenta perfecta. Nos enfrentamos a la reconstrucción de una provincia que ya estaba en reconversión, sabiendo que no queda tiempo para lamentos, que no podemos seguir gastando el tiempo y las energías en hablar de los problemas en lugar de afrontarlos. Es el momento de las soluciones.
Personas y colectivos mucho más autorizados que yo, han hablado de las necesidades y remedios para la recuperación de esta provincia, desarrollo logístico, Torneros, convenios de transición justa, mejora de carreteras, autovías e infraestructuras ferroviarias, mejora de la conectividad rural, modernización de regadíos, apoyo a la ganadería, turismo… propuestas que llevan tiempo en la agenda de la provincia, a las que ahora tenemos que añadir otras deficiencias que aunque ya eran conocidas, Covid ha puesto en la cúspide de nuestras necesidades, como la mejora del sistema sanitario, adaptación del sistema educativo, del comercio, las empresas y las instituciones a las tecnologías de la información. Propuestas que en muchos casos llevan décadas sobre la mesa, pese a concitar el apoyo de la mayoría de los partidos políticos y del resto de la sociedad. Pero entonces, ¿por qué no salen adelante estos proyectos?
Los españoles difícilmente nos ponemos de acuerdo, lo dice nuestra historia a gritos. El desacuerdo y el cortoplacismo han arruinado tantos proyectos y tirado por tierra el trabajo de tanta gente, destruido tanto progreso, que como era de esperar, ante una situación de tanta gravedad como la sufrida desde la llegada del Covid a nuestras vidas, el enfrentamiento ha vuelto a avergonzarnos ante la opinión pública casera e internacional.
Pero como estas líneas tratan de lo que debería ser y no de lo que desgraciadamente prevemos, apuesto por romper con ese sino que nos persigue, pues es indudable que una serie de acuerdos facilitarían nuestra navegación por este mar de dificultades en el que nos hayamos y ante la tormenta económica que se nos avecina. Ha llegado el momento de dejar de estar tan pendientes del retrovisor de nuestra historia y mirar hacia el futuro, en un tiempo en el que el consenso político se presenta como la herramienta precisa para allanar el camino hacia la reconstrucción.
En esta Comunidad tenemos un primer ejemplo con el ‘Acuerdo para la reconstrucción’ alcanzado entre el presidente autonómico, Fernández Mañueco y líder socialista, Luis Tudanca. Ejemplar, no sólo porque alcancen un acuerdo, que ya sería bastante, sino que además merece especial mención el hecho de que Tudanca, ganador de las últimas elecciones autonómicas, apoye a los partidos que gobiernan pese a que perdieron, poniendo negro sobre blanco que la solución a nuestros problemas es ahora la prioridad y lo que la ciudadanía se merece. En el escenario actual hay aspectos transcendentales para León y para el conjunto de España que requieren acuerdos de las mayorías. Aunque estemos a finales de mayo, el estado necesita unos Presupuestos Generales, «los de la reconstrucción», pensados para abordar la recesión post-covid de nuestra economía, que aporten soluciones a los asuntos de competencia estatal, y claridad a la financiación con la que van a contar las administraciones autonómicas y locales, y den consignación a las inversiones pendientes en los distintos territorios en infraestructuras o en planes de reconversión como los que tanto demandamos en la montaña leonesa, los de la minería del carbón o los nuevos convenios de transición justa.
Un acuerdo para aprobar las cuentas estatales, daría también a las comunidades autónomas la seguridad en materias vitales como las transferencias o los límites de endeudamiento y de gasto, de forma que puedan elaborar sus propias cuentas, las del acuerdo para la reconstrucción de la comunidad de Castilla y León, una autonomía que sigue teniendo pendiente abordar la situación de la provincia leonesa, que desde la constitución de las autonomías ha aportado mucho más de lo recibido y parece que este es un buen momento de equilibrar la balanza.
La Diputación provincial de León ha jugado un papel fundamental desde el inicio de esta crisis sanitaria, garantizando financiación a los ayuntamientos de la provincia, apoyando a los emprendedores o ampliando las ayudas y el gasto social, demostrando que es una administración ágil, útil y necesaria para la provincia. Papel que podría incrementarse si fructificasen diferentes acuerdos planteados a la Junta de Castilla y León, como la asunción por parte de esta de competencias ejercidas por la institución provincial de forma impropia, pues eso permitiría añadir esos millonarios recursos a proyectos e inversiones que tanto necesita esta tierra.
Y si hablamos de ayuntamientos, se acumulan los proyectos y las ayudas prometidas que están esperando su aprobación, por cambio de legislatura, por falta de cobertura presupuestaria o de acuerdo en o entre las administraciones estatal y autonómica. Sin olvidar las posibilidades que tendrían los municipios si en los presupuestos generales del estado se autorizase a utilizar los remanentes en inversiones necesarias, por ejemplo en servicios públicos que permitan asentar población.
Queda claro que no tengo la solución a los problemas de León, pero también que el consenso allanaría bastante la situación. Estamos viviendo una situación extrema de la que nos acordaremos hasta el final de nuestros días y tenemos la responsabilidad tender los puentes que nos ayuden a paliar esta crisis. Esos acuerdos que contribuyan al anhelado despegue de esta provincia, que por cierto, cuenta con un aeropuerto fantástico que ofrece un mar de posibilidades además del transporte de viajeros, que sin embargo está esperando, como tantos otros atractivos que tiene esta tierra, el aterrizaje de empresarios con iniciativa.
¿Pactamos o pasamos?, por Santiago Dorado
El alcalde de La Robla y diputado provincial analiza las fortalezas de la provincia en el el suplemento 'Cuenta con León' de La Nueva Crónica
27/05/2020
Actualizado a
27/05/2020
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