Igualmente, ensalzaron este elevado número de alumnos pese a que la Lomloe se ha incorporado a los centros educativos “con más dudas que certezas” en torno a esta materia. “La respuesta de las familias a la oferta del área de religión sigue siendo buena en el conjunto del territorio regional”, destacaron, pese al “notable rechazo social" que generó la llamada Ley Celaá.
A su juicio, esta norma ha producido en algunas comunidades autónomas un "evidente deterioro” en la enseñanza de religión, algo que no ha sucedido en Castilla y León, donde los responsables de educación en las diócesis reconocen que el “diálogo permanente” con la Consejería de Educación “ha permitido mantener prácticamente la misma carga lectiva de la asignatura en todos los niveles y avanzar en la búsqueda de un modelo de respeto hacia la efectiva libertad de elección de las familias y de la normalización progresiva del estatus del profesorado de religión”.
En este sentido, los delegados diocesanos indicaron que en próximas jornadas se reunirán de nuevo con miembros de la Consejería para presentar propuestas concretas de mejora en orden a diseñar el marco escolar en el que se impartirá el área en el curso 2023-24.
Por etapas educativas, un total de 29.626 alumnos de Educación Infantil cursan actualmente religión y moral católica. El 66,19 por ciento; 78.498 de Primara, el 69,75 por ciento; y 54.534 de Secundaria, el 67,95 por ciento de los estudiantes matriculados.
Por su parte, la enseñanza de religión en Bachillerato se ofrece solo en el primer curso junto a otras optativas y ha sido elegida por 6.505 alumnos de un total de 15.660 alumnos, situación que, aunque arroja un porcentaje inferior al de los niveles obligatorios, un 41,5 por ciento, los delegados valoran “positivamente” por el formato en el que se ofrece en los centros de Castilla y León: cuatro áreas, entre las que se encuentra la de religión, a elegir una.
Razones sociológicas
Los delegados diocesanos admitieron una disminución porcentual de matriculación, algo que achacaron a razones sociológicas y “a una mala solución legislativa por la excesiva politización de la enseñanza de la religión, que en poco ayuda a su definitiva normalización”. En este sentido, invitan a los diferentes actores de las administraciones educativas a “buscar soluciones en los modelos escolares europeos que, en la gran mayoría de los casos, integran perfectamente la asignatura en el sistema escolar”.
En otro orden de cosas, las delegaciones diocesanas de enseñanza reconocieron y agradecieron el “enorme esfuerzo” realizado en este curso por los profesores, que han participado en un “exigente proceso” de inmersión en la pedagogía de la Lomloe para contribuir desde el área de religión a la construcción del perfil de salida de los alumnos, tal y como plantea la nueva ley.
Para el próximo curso los delegados diocesanos insistirán en que la clase de religión “no se reduce a un anuncio confesional del Evangelio, sino que asume e integra la experiencia religiosa cristiana en la cultura y ofrece una formación decisiva en la construcción de la identidad personal y social del alumno”. “Solo desde ese diálogo con la cultura se evitará la fragmentación, dándole al ser humano la posibilidad de alcanzar su desarrollo pleno”, comentaron en el comunicado.
Así, los delegados plantearon que la clase de religión en Castilla y León sea una “llamada a provocar un diálogo entre la fe, la razón y las ciencias para seguir creando espacios donde quepan todos, fomentando la cultura del encuentro, de la creación de redes y de la acogida”.
En este nuevo escenario curricular, los delegados diocesanos preparan ya un encuentro regional de profesores que será previo a un congreso de carácter nacional, en el que se compartirán buenas prácticas docentes que “ayuden a mejorar la calidad de la formación del profesorado para que esta redunde en el mejor servicio a la educación de sus alumnos”.