“Han desaparecido bastantes lavaderos en toda España”, con la existencia de tan solo el de Paredes y dos más, localizados en Villalón de Campos (Valladolid) y Mota del Cuervo (Cuenca), algo que puede generar serios problemas debido a su vital funcionalidad, afirma a la Agencia Ical el encargado del lavadero palentino, Javier Pajares.
Y es que, la lana no se puede destruir, motivo por el que los lavaderos son la salida perfecta para seguir con la hilatura y con nuevos proyectos, como son los aislantes. Aun así, aclara que “tiene que estar lavada para que esté libre de impurezas”.
Desgrana que están las 24 horas del día lavando, con unas cifras aproximadas de 10.000 kilos de lana sucia al día, que se traduce en unos 200.000 kilos al mes o lo que es lo mismo, la lana de unas 100.000 ovejas mensuales.
Se recibe materia prima de las nueve provincias de Castilla y León, pero también procede de Aragón, Navarra, Castilla-La Mancha. A mayores, recepcionan lana de fuera de las fronteras nacionales, con origen francés, alemán o italiano.
Fases
Pajares explica que, tras recoger la lana en las ganaderías recién esquilada, se clasifica por tipos y colores y se lleva a cabo el proceso de lavado. Consiste en un abridor, una primera máquina que desgarra totalmente el vellón para, posteriormente, pasar a cinco barcas.
La primera barca es similar a una lavadora gigante, donde simplemente se remoja, mientras que la segunda, tercera y cuarta barca contienen exclusivamente agua con jabón, subraya.
Por quinto lugar, se produce un aclarado, ya que la lana pasa por unos secaderos durante 20 minutos. Después, llega a una prensa para acabar originando un paquete para su venta a las fábricas de hilo.
“Teniendo en cuenta que la cabaña ovina en España ronda los 15 millones, y con una media de producción de dos kilos de lana por animal, se hablaría de 30 millones de kilos de lana todos los años parada si desparecemos”, defiende de nuevo Pajares.
Apuesta medioambiental
El encargado detalla que el lavado de la lana es igual que el lavado tradicional de ropa, porque en ambos se ocasiona agua sucia, pero en esta industria se posee una depuradora propia para evitar vertidos y residuos, tras usar más de 20.000 litros de agua diarios.
“Se realizó una fuerte inversión para cumplir los estándares medioambientales y no dañar el entorno”. Aun así, añade que se envía de nuevo a la depuradora municipal, por lo que las aguas del lavadero se depuran por partida doble, algo que “aumenta los costes”, más si cabe en municipios pequeños como Paredes de Nava.
Además, en los últimos años se ha querido cortar las emisiones de CO2 a la atmosfera con la instalación de una caldera de biomasa, por lo que todas las barcas y los secaderos se calientan con vapor, puntualiza.
Actualmente, el lavadero está regentado por una tercera generación familiar, pero “las cosas están cambiando mucho”. Asegura que llevan años enfrentando una cadena de problemas, desde la guerra arancelaria con EEUU, la crisis sanitaria del coronavirus o el desorbitante precio de la luz. Sin olvidar que las ventas también “están muy negativas y todo está muy apretado”, asevera Pajares.