«Vine a través de un tío que trabajaba en Villaseca de Laciana y me trajo a mí. Cuando salíamos de nuestro país era para vivir un poco mejor y me trajeron en el año 77 para el 78 y aquí estoy» (Antonio Gertrudes dos Reis Duarte. Bembibre).
«Unos inmigran buscando una vida mejor. Yo no vine directamente a León, Vine a Portugal y tenía un primo en San Sebastián y vine para ir a Francia, que me defendía mejor con el idioma pero me quedé, él era familia... y trabajé en el Ferrocarril. A través de otro amigo fui a Salamanca y por otro amigo me vine a Bembibre» (José Antonio Mendes Tavares Silva. Bembibre)...
Son dos testimonios de aquellos caboverdianos a los que la ironía leonesa bautizó como cabobercianos —los que vinieron al Bierzo pero se extendió a todas las cuencas, que fue donde más vinieron—, pero podrían ser cientos, fueron en los años de la minería (sobre todo alrededor del año 80)una de las comunidades más numerosas y, todo sea dicho, de las más queridas. Solo en Antracitas de Brañuelas, por poner un ejemplo que cita Osvaldo de Breto Filisberto, «cuando yo vine, creo que por el año 77, éramos más de veinte de Cabo Verde, de los 300 que trabajaban en Brañuelas».
«Cuando había minas no había fotografías, ahora que no hay minas hay fotografías», dice Gilda Silva AndradePues todos estos caboverdianos —cabobercianos se puede decir pues no es una expresión que les moleste en absoluto ya que «significa que nos hemos integrado, que nos integran»—son desde este viernes protagonistas en Madrid, donde el fenomenal edificio del Museo Nacional de Arqueología acoge la exposición ‘Kabu Verdi, hora di bai. Comunidades caboverdianas en las cuencas mineras leonesas’ en la que, explican desde el museo, «damos voz a las comunidades caboverdianas que ‘devolvieron la visita’ casi 500 años más tarde, y protagonizaron una de las primeras experiencias migratorias recientes con destino a nuestro país». Una muestra encuadrada en el ciclo ‘Personas que migran, objetos que migran… desde Cabo Verde’.
Explican asimismo la referencia históricaa la devolución de visita 500 años después: «Īras siete meses bordeando el continente africano, el 9 de julio de 1522 la nao Victoria hacía escala en el archipiélago portugués de Cabo Verde. Poco después, tras tres años de viaje, sería lanica embarcación de la expedición de Magallanes que completaría la primera vuelta al mundo. Īras partir de las islas Molucas hacia el oeste, Juan Sebastián Elcano decidió evitar cualquier escala en las costas africanas para sortear a los barcos lusos, que no dudarían en apresar un buque castellano cargado de especias que navegaba por aguas que ‘correspondían’ a la corona portuguesa seg n el Īratado de Īordesillas (1494).
La situación a bordo era desesperada a causa del hambre y las enfermedades, lo que les llevó a atracar en Cabo Verde haciéndose pasar por un barco en ruta hacia América desviado por una tormenta. Sin embargo, su engaño fue descubierto. Īrece marineros fueron detenidos, pero la Victoria logró escapar».
Y de la reseña histórica a la situación actual, en la provincia de León, la elegida para esta exposición en la que explican una paradoja que cuenta Gilda Silva Andrade: Cuando había minas, no había fotografías. Ahora que no hay minas, hay fotografías».Así se explica que en la muestra «los testimonios gráficos son escasos, pero ayudan a completar el relato de los caboverdianos que se asentaron en las cuencas mineras leonesas», algunos de ellos aportados por el MSM de los fondos de esa joya que es su Archivo Oral de la Minería.
Cabe recordar las circunstancias en las que se produjo aquella emigración hacia León en los años 70, época en la que el país logró la independencia (1975). «La emigración caboverdiana al Bierzo y Laciana tiene lugar fundamentalmente entre 1975 y 1985. La economía de Cabo Verde en el momento de su independencia se basaba en una producción agraria destinada a la exportación, concentrada en pocas manos. Gran parte de la población no tenía acceso al mercado de trabajo y se vio obligada a migrar. Este proceso se inscribe en contextos internacionales de amplio recorrido, como la fuerte demanda de carbón como recurso energético a raíz de la crisis del petróleo de 1973. De acuerdo con los datos proporcionados por la embajada de Cabo Verde en Madrid, en los años noventa del siglo XX llegaron a residir cerca de 3000 personas de origen caboverdiano en las comarcas mineras leonesas.
La mayor emigración al Bierzo y Laciana fue entre 1975 y 1985;en los 90 había 3000 caboverdianos en LeónLas especiales características del trabajo en la mina ayuda a la integración de los caboverdianos pues «la explotación del carbón genera un ecosistema social que depende exclusivamente de la mina: se construyen poblados para acoger a los mineros, dotados de economatos que proveen de los bienes necesarios; y la educación y la sanidad son proporcionadas por las empresas mineras. El duro y arriesgado trabajo en los pozos crea unos vínculos de solidaridad muy estrechos entre quienes bajan a ellos a diario», explica el leonés Luis Pérez, coordinador de este proyecto. Y es que, como cuenta Antonio de Padua Lopes Gomes: «El carbón que picaba un caboverdiano era como el que picaba un español, iba a la térmica igual».
El título de la muestra nos lleva a otra parte importante de su presencia lejos de su país, las referencias culturales: «Hora di bai hace referencia al poema escrito a principios del siglo XX por Eugénio Īavares (1867–1930), uno de los referentes literarios caboverdianos. Junto a estas expresiones, la música es un pilar central de la cultura, y la morna, estilo musical abanderado por Cesária Évora (1941– 2011), ha sido reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en 2011».
«Hora di bai, Hora di dor. / Ja’a q’ré / Pa el ca manchê! / De cada bêz / Que’n ta lembrâ / Ma’n q’ré / Fica’n morrê!» empieza el poema de letras más que significativa: «Hora de ir. / Hora de dolor. / Ya quiero / ¡Que no amanezca! / De cada vez / que yo recuerdo, / mas yo quiero / ¡Quedarme y morir!».
Muchos ‘cabobercianos’ se han jubilado y ‘emigrado’ a TorreviejaHechos que avalan esta convivencia es que, por ejemplo, «Bembibre inauguró en 2008 su Casa de las Culturas, evidencia de la convivencia intercultural fruto de que la actividad minera ha generado estrechas redes de solidaridad sin importar su procedencia. También las comunidades caboverdianas desarrollaron estrategias variadas encaminadas tanto a conservar su identidad en un entorno social y cultural distinto, como para favorecer la adaptación a las comunidades de acogida. Fruto de estos esfuerzos, diversas instituciones leonesas han reconocido el papel de los caboverdianos en la configuración cultural de las comarcas del Bierzo y Laciana».
Pero esta comunidad caboberciana o caboverdiana vive los mismos avatares que los leoneses afincados en las cuencas mineras. Se acaba el trabajo, algunos se prejubilan o jubilan, no pocos se afincan en tierras más cálidas, siendo importante la comunidad de Torrevieja y en Laciana y el Bierzo va creciendo una siguiente generación que, en general, «reivindica su condición de leoneses» que, como a tantos otros, estos días se les puede visitar en Madrid.
De caboverdianos a ‘cabobercianos’ y ahora leoneses o jubilados en el mar
‘Kabu Verdi, hora di bai’ es la exposición que se puede visitar en el Museo de Antropología de Madrid que recoge el fenómeno migratorio de los caboverdianos que desde los años 70 llegaron a las cuencas mineras leonesas y bercianas
11/09/2022
Actualizado a
11/09/2022
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