La vertiginosa velocidad a la que vivimos o, mejor dicho, a la que nos hacen vivir, nos hace perder la noción de lo que está cambiando nuestra realidad. La línea temporal de la Historia tiene marcada en rojo diferentes revoluciones vinculadas con la tecnología y que han conllevado modificaciones de gran calado en nuestro modo de vida. Podríamos abrir un debate sobre si han sido para mejor o peor, pero lo que es indiscutible es que sí han cambiado nuestro día a día.
Si echamos la vista atrás a un pasado relativamente reciente ahí tenemos hitos como la llegada de Internet, la evolución de los teléfonos móviles o más recientemente las redes sociales. Si nos detenemos en estas tres revoluciones afortunadamente hemos tenido cierto tiempo para asimilar una, antes de la llegada inminente de la siguiente. Esto nos ha permitido reducir el porcentaje de efectos negativos que traen consigo cambios tan radicales como estos. Esto no quiere decir que a pesar de contar con cierto tiempo de asimilación hemos conseguido adaptarnos satisfactoriamente a los cambios originados por dichas revoluciones. Sólo hay que ver los problemas de ciberdelincuencia y pérdida de intimidad que ha traído bajo el brazo Internet, la dependencia hasta extremos inusitados que tenemos de nuestros teléfonos móviles o los problemas psicológicos que están provocando las redes sociales.
Por esta razón, debemos estar alertas como sociedad y alguien, llámese gobiernos o entidades supranacionales, debería llevar un control y garantizar que las muchas revoluciones que se están solapando actualmente no acaban por dinamitar los pilares fundamentales de nuestra sociedad. Cuando todavía estamos adentrándonos en la revolución de las criptomonedas, ha llegado el metaverso, que aun estando en una fase inicial, según los expertos ha llegado para quedarse. Pero si esto no fuera suficiente, ya se habrán familiarizado con la Inteligencia Artificial (IA), ya que es raro el día en que los medios de comunicación no se hacen eco de alguna noticia vinculada a esta última revolución.
En definitiva, estamos ante una tormenta perfecta tecnológica, para la que no estamos preparados como ciudadanos particulares ni como sociedad en su conjunto. Es imposible asimilar en tan poco tiempo cambios tan extremos en nuestro modo de vida, por lo que las consecuencias pueden ser fatales. No sé si la velocidad de estas revoluciones es intencionada o no, pero lo que es evidente es que, en ocasiones, para llegar a tu destino sano y salvo es mejor ir más despacio. Justo lo contrario de cómo vamos actualmente.
Demasiadas revoluciones
18/02/2023
Actualizado a
18/02/2023
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