La sentencia llegó al final, pero los blanquiazules se mostraron dispuestos a recapitular desde el primer minuto. Ya fuese por apatía, por desidia o por incapacidad, la Deportiva pidió a gritos un cambio de mando. También lo hizo El Toralín, que reclamó con timidez la dimisión del míster tras el tanto de Pereira en una pena máxima cometida por Santamaría y se terminó de convencer tras el de Ortuño, como no, en un saque de esquina.
El suspenso fue generalizado. No respondió Djordjevic en el día uno después de Yuri; tampoco los veteranos, con Alan Baró desconocido y Acorán desparecido; ni los ‘cachorros’ de la Fábrica en uno de los peores partidos de Casado, Berrocal o Andy.
Más inspirados estuvieron los bermellones. Acuña no tuvo su día de cara a portería pero fue un incordio. Pereira no falló desde los once metros y Ortuño volvió a demostrar que vista la camiseta que vista, la Deportiva es su víctima favorita.
Con las caras nuevas y el revulsivo de Fernando Vázquez en el banquillo, el Mallorca gracias al ‘goal average’ adelanta a los bercianos en la tabla, que se quedan en la 17ª posición, solo dos puntos por encima del descenso.
Once defensivo
Llegar y a jugar. Ya lo avisó Manolo Díaz, sin Yuri, tocaba arremangarse en defensa. Apostaba el madrileño, en el que iba a ser su último partido, por una alineación que traicionaba sus ideales, con un marcado carácter defensivo.Alan Baró ocupaba el hueco de Adán Gurdiel, lesionado, en el lateral derecho y Raíllo, apenas tres días después de aterrizar en la capital berciana, debutaba como pareja de baile de Pavón.
Pero Yuri siguió siendo protagonista. «Muchos forman parte de nuestra historia, solo unos pocos se convierten en leyenda». A la pancarta que se desplegó en el fondo norte le acompaño una ovación en el minuto diez, mitad homenaje, mitad reprimenda, acentuada por el indolente arranque de choque de los bercianos.
Poco habría cambiado la película con el brasileño sobre el césped. El origen de todos los males volvió a estar en la medular, un problema ya endémico que ni siquiera Andy logró subsanar. La Deportiva ha cambiado. Han crecido sus defectos, han menguado sus virtudes. Lenta y previsible con el balón, sin contundencia en las áreas.
Tampoco acompañó la actitud. Faltó carácter. Faltó ambición. Si los tres puntos eran vitales para revertir la dinámica nefasta que ha acercado a los bercianos al abismo, no lo pareció. ¿Lo mejor de la primera parte? El resultado. El cero a cero con el que la Deportiva se marchó al descanso fue un tesoro, fruto también de la falta de acierto de los bermellones, que con el balón parado y poco más, bien pudieron haber dejado encarrilado el partido.
El Mallorca, más incisivo
Acuña fue el más activo. El ex de Osasuna hizo y deshizo a su antojo con Lolo Pavón. Con Raíllo no pudo. El debut del central fue de lo poco rescatable de unos primeros cuarenta y cinco minutos para olvidar, pero ni su envergadura consiguió recuperar la seguridad en los balones aéreos.De una pelota colgada nació la mejor ocasión de los de Fernando Vázquez. Santamaría dudaba y el remate de Costas se encontraba con el larguero, que devolvía el esférico al corazón del área para que Acuña, con el cancerbero todavía fuera de sitio, volviera a mandar el balón al travesaño.
El paso por vestuarios no cambió el guión. La Ponferradina siguió viviendo a remolque, más preocupada de destruir que de crear, esperando que un arrebato de inspiración que nunca llegaba cambiara su suerte. Pero las ocasiones siguieron siendo de los mallorquines. Santamaría se resarcía ganándole el mano a mano a Acuña y mantenía con vida a los blanquiazules, mientras que Wellenreuther cazaba cualquier balón que sobrevolaba el área para desesperación de Djordjevic, un náufrago.
Entonces se consumó la debacle. A menos de diez minutos para el final Santamaría arrollaba a Brandon y Pereira ponía por delante al Mallorca, que aprovechaba el pánico reinante entre los blanquiazules para sentenciar gracias al tanto de Ortuño en el enésimo fallo de marcaje en una acción de estrategia.
Y se acabó. Despertaron los pitos y los pañuelos. Respondió el Consejo de Administración, que puso fin a la era Díaz. ¿Habrá reacción?