Pero esta vez la Ponferradina se tuvo que conformar con un punto (0-0). Que el recital blanquiazul, especialmente en una primera hora de partido en la que pudo golear, se quedase sin premio tuvo un único culpable: Luca Zidane. El guardameta lo paró todo y se empeñó en mantener las tablas en el marcador, aunque no fue el único responsable del empate.
En la otra portería también brilló Manu García. Si bien el ex del Extremadura no tuvo tanto trabajo como su homólogo madridista, apareció cuando su equipo más lo necesitaba parando un penalti, ya en la segunda mitad, que a punto estuvo de tirar un partido al que solo le faltó un gol para llevarse el sobresaliente.
Pero no todo fueron buenas noticias. Al sabor agridulce que deja haber pasado por encima de un rival directo en su estadio se unió la recaída de Yuri, que tuvo que retirarse del césped antes del descanso y podría perderse un tramo de temporada decisivo.
Gran arranque de partido
Bolo salió con toda la artillería. La Deportiva llegaba al Alfredo Di Stéfano con Yuri entre algodones por unas molestias que le impidieron ejercitarse con normalidad durante la semana, pero en un partido clave, el técnico se la jugó desde el inicio y apostó por un once calcado al que tumbó al Atlético B con un único cambio, el obligado de Trigueros por Yac, convocado por su selección.
¿El objetivo? Repetir el planteamiento que tan buen resultado dio ante el entonces líder del Grupo I. Y lo consiguió. La Deportiva cuajó la mejor primera parte a domicilio de la temporada, recuperando la solidez defensiva que tanto se había echado de menos en los últimos meses, con ‘chispa’ en los metros finales y la ambición de ir a por los tres puntos sin complejos.
El choque fue un intercambio de golpes desde el primer minuto, aunque los bercianos estuvieron a punto de mandar a la lona varias veces a su rival y los merengues terminaron contra las cuerdas. El primer gancho fue berciano. Pichín aprovechó un error de los locales en la salida de balón para colarse hasta la cocina, pero con Yuri esperando en boca de gol, no acertó con el último pase.
Los de Manolo Díaz no se arrugaron y trataron de llevar la batuta del partido con una presión asfixiante que llegó a cortocircuitar la medular berciana, una apuesta que perdió fuerza con el paso de los minutos y dio paso al monólogo blanquiazul.
Solo la inspiración de Luca Zidane evitó que la Ponferradina dejase finiquitado el partido al descanso.
Llevar el apellido del considerado por muchos como el quinto grande de la historia del fútbol no ha sido fácil para el cancerbero, en el ojo del huracán desde sus inicios. Cada fallo, cada error servía para poner en tela de juicio unas cualidades innatas que en el club blanco nunca se pusieron en duda y que este domingo, para desesperación de los blanquiazules, sostuvieron a un Castilla que pudo haberse ido goleado al descanso.
Hasta cuatro goles claros salvó el guardameta en el primer acto, los dos primeros a Yuri. El brasileño forzó y terminó ‘KO’ al filo del descanso, pero antes de ser sustituido tuvo tiempo suficiente para meter el miedo en el cuerpo a los locales, primero con una vaselina kilométrica a la que el cancerbero respondió volando para despejar a córner; después con un disparo tras un balón suelto en un saque de esquina que el hispanofrancés sacó ‘in extremis’ con el pie.
El testigo lo recogió Kaxe. El ariete volvió a vaciarse para que otros brillasen y nunca dio un balón por perdido, una pesadilla para una zaga incapaz de sujetarle. En el enésimo cuerpo a cuerpo, el ex del Rápido de Bouzas se tiró con todo a por un balón dividido en la frontal que convirtió en un tiro ajustado que se volvió a topar con el portero blanco. Cerró el asedio el recién ingresado Bolaños, que buscó el tanto de volea tras un buen servicio de Isi, pero también se estrelló con Luca.
El Castilla despierta en la recta final
El paso por vestuarios no cambió la dinámica. La Deportiva volvió de los vestuarios encerrando a los merengues en su área con Isi y Pichín asumiendo galones para paliar el vacío dejado por Yuri. Así, las triangulaciones en la frontal merengue fueron una constante, pero ni Pichín ni Ríos Reina lograron rematar la faena y dejaron con vida a un Castilla que se aferró al partido con uñas y dientes.
Y es que tantas ocasiones perdonadas estuvieron a punto de tirarlo todo por tierra. En uno de los escasos acercamientos de los locales, Zabaco, otra vez el único lunar blanquiazul, cometió un penalti tan claro como innecesario, pero Manu García acudió al rescate del central. El guardameta dejó claro por qué fue una de las piezas claves del ascenso del Extremadura y le ganó el pulso a Cristo en los once metros para mantener las tablas.
La recta final fue una ruleta rusa. El partido se rompió y merengues y bercianos buscaron el tanto que les catapultara en la tabla, pero el desgaste pasó factura y el reparto de puntos fue inevitable.