Pocos corros tienen una identidad más marcada y clara que Liegos, desde siempre. Un día de diario, el que corresponde, alta montaña, el pueblo como principal habitante de las gradas, conversaciones singulares sobre luchadores e, incluso, aficionados. Anécdotas. Desde el renacimiento del Club de Liegos, el San Pelayo, nació otra historia tan entrañable que un año que no pudieron hacer corro los luchadores, en un gesto que les honra, se presentaron allí, sin premios ni dietas, para que Liegos no cerrara la puerta de la historia que había comenzado e incluso había producido luchadores aún en la memoria de muchos: Amable, premio luchador revelación, su hermano César, Nacho, Pedro, Rubio... y algunos más.
Ayer estuvo a punto de suspenderse la cita en la alta montaña. Llovió, se suspendió el de por la mañana de base y en el de senior algunos luchadores protestaron por la blandura del terreno, que provocó algunos resbalones. Jesús Quiñones abandonó el corro sensiblemente enfadado después de haber sufrido uno de ellos.
Vaya por delante que los líderes se mostraron muy firmes y ganaron los cuatro. Uno de ellos, Moisés La Roca, regresó de su lesión y se mostró como si nada hubiera ocurrido, derrotando en la final a un Víctor Llamazares que había hecho un gran corro; hasta el punto que Gasi, una de sus ‘víctimas’, decía: «No conozco ningún luchador más eficaz que Víctor, maña que da, maña que suma caída». Pero Moisés, que había dejado en el camino a su paisano David Riaño, no le dio ninguna opción en la final. Víctor lo intentó, pero cuando Moisés se «acurruca» abajo antes de disparar su remolino de furia es como si te atrapara el corazón de un tornado. La Roca ha vuelto en Roca.
Y antes Florián tuvo otra de esas tardes felices. Se vio en la final con su principal alternativa, Sergio, y el repertorio de mañas fue de luchador grande, de su esperada cadrilada a uno de esos rodillín que en Prioro dicen rodillón.
Y Kamikaze Pedro, en pesados, sigue en su proceso de meter miedo, solo su sonrisa de niño te anima a acercarte, o que lleve un perro en brazos, de su hermano. Nuevamente fue Caberín quien más problemas le dio, aguantando hasta a falta de unos segundos y Unai en la final, como siempre, no se amilanó, pero Pedro...
El grito de tomasuco
También la memoria de la hierba de Liegos guarda algunos recuerdos de lesiones, como la de Clemente con el canario. Ayer hubo un grito que sobrecogió, de Tomasuco, que no es de los que se queje. Acababa de darle la última entera en la final con Rubo (antes había derrotado con solvencia a Adri el de Villavente) y al caer, incluso siendo ‘encima’ grito de dolor y se echó la mano a la rodilla de manera preocupante. Se hizo el silencio. Le rodearon los médicos y ya salió por su propio pie pero... «no me gusta nada», decía. Los que estaban cerca habían oído el ‘chasquido’. Parece menisco.
Y hoy Prioro. Si puede... estará, a este le encantan las batallas.
Con las nómadas aquí... Las líderes aquí
La categoría femenina tenía ayer en Liegos el modelo «con la escuadra de las nómadas», las luchadoras llegadas desde Madrid y Alicante que siembran los corros de incertidumbre pues son una alternativa clara a las ganadoras habituales, de hecho dos de las tres más habituales ya han ganado corros esta temporada.
No ocurrió ayer, pero algo ha cambiado cuando están, las leonesas preparan los combates con mucho más cuidado, hablando entre ellas. De hecho ayer una curiosa anécdota: Bea, después de ganar en ligeros, le explicaba a Priscila cómo lucharle a su rival; y Priscila ganó. Y Priscila le explicaba a Edi cómo luchar ella. Y Edi ganó. Con lo que la broma era inevitable: «La única que ha ganado es Bea, el resto ha sido transmisión de saber».
También las nómadas, que han venido para toda la semana, sentadas en primera fila «tomaban nota de las cosas de la lucha para seguir mejorando».
«Lo que más nos preguntan es si nos mancamos al caer»; dice Estrella, para añadir: «Ya les explicamos que a caer estamos muy acostumbradas, que en judo también se cae».
Ayer se metieron en dos finales. Amaia en la de ligeros y Estrella en la de medios. La alicantina se le adelantó a Bea Riaño en la final de ligeros pero la pelirroja de Cistierna se supo reponer con raza y mucha lucha y se llevó el corro con solvencia pero consciente de que todo viene un tiempo nuevo.
Priscila fue mucho más contundente y después de haber derrrotado a la siempre peligrosa Marta Llamazares, que también va a estar todo este maratón de agosto, se encontró en la final con la vallecana Estrella, una judoka de elite que se quedó a las puertas de ir a París. Solventó la final en unos pocos segundos, con dos ataques fulminantes no vio venir y que hizo que la alicantina comentara: «¡Qué buena es Priscila!». Tengo que pensar en lo que me pasó, para añadir: «Y qué maja es!».
Y Edi también se mostró poderosa. después de derrotar a la tercera nómada se fue cruzando con Paola, cada día más luchadora, y en la final se vio con Lucía López, la de Prioro, siempre a medio camino entre la lucha y otras tradiciones del pueblo. Ayer esperaba para sumarse a los quesos... Perdió, como es costumbre en ella, con una sonrisa pues la lucha es en ella otra tradición.