Cinco minutos son un mundo si pasa algo en la recta final de un partido. Se puede pasar del amago de decepción al rictus de emoción.Ocurrió en el Área Deportiva de Puente Castro cuando en el minuto 85 el Valladolid Promesas (encima ellos) iban ganado uno a cero a la Cultural. Encima un gol marcado en la única ocasión del partido que llegaron a puerta; encima de penalti (que sí lo fue de Abel, el lateral ocasional a la espera de la recuperación de Saúl y el fichaje que falta) y para colmo después de que los leoneses no hubieran materializado varios mano a mano que tuvieron, especialmente Percan, aunque también Iñigo Muñoz y Obolskii, frente al buen portero pucelano.
Pero en ese momento, en ese minuto que va abriendo las puertas de una nueva decepción, frente a un equipo en el que solo Joao Pedro había dado sensación de peligro encontrando un buen Salvi enfrente, llegó una jugada por la izquierda. Joel López, que debutaba en la Cultu, pone un buen balón, aunque los castellano pedían que había salido, se produce un rechace y el ilusionante hombre gol de la Cultural, el emigrante leonés Claudio enganchó una soberbia chilena que cerró las puertas del mal humor y abrió las sonrisas de los que vuelven a creer.
Hasta el final solo un estrambote de tangana con doble expulsión en el que da la impresión que el árbitro también quería dejar constancia de que él estuvo allí. El penalti a Slavy ciertamente ni se protestó pues era claro, precisamente por esa banda que la Cultu tenía coja ante la ausencia de Saúl que obligó a subir a Álvarez primero y a Abel después del filial mientras siguen buscando en el mercado.
Y fin de un nuevo ensayo que podría haber dejado preocupación y dejó algunas buenas sensaciones en un partido que los leoneses dominaron en los dos tiempos aunque se estrellaron contra el portero del Valladolid y en la primera llegada de la segunda mitad marcaron su gol.
Pudo ser peor. Pudo ser mejor.