Los pronósticos no valen con una Cultural que no entiende de imposibles. Los dos ‘gallos’ de la liga, aparentemente inalcanzables, han mordido el polvo en un Palacio que hace que parezca que estás jugando con seis. Cayó Cáceres en su día y este domingo, en el más difícil todavía pues era jugando sin el norteamericano Greeley, lo hizo también Melilla, a quien derrotaron por 85-76 ante más de 3.200 personas.
Llegó una nueva sorpresa a base de una garra que va en el ADN de este equipo, de una defensa que tardó en engancharse pero acabó siendo asfixiante y punteando cada tiro rival, y de tres actuaciones individuales extraordinarias.
Sostuvo al equipo durante una complicada primera parte Okafor, cuya tercera falta hizo daño a los leoneses. Se convirtió en el indiscutible líder un increíble Roger Fabrega, que acabó con 26 puntos en una de las mejores actuaciones individuales de la temporada. Y sentenció la victoria en el momento de la verdad Isern, que se echó el equipo a sus espaldas en el tramo final para apuntillar al Melilla.
Y es que llegó a estar en diversas ocasiones de la primera parte 8 puntos abajo la Cultural, que sobrevivió sin irse del partido a los momentos de gran acierto en el lanzamiento del Melilla, yéndose 39-45 al descanso con 26 de esos 39 puntos viniendo de Isern y Okafor.
La Cultural, que llegó a estar 8 abajo, fue sostenida por Okafor al inicio y llevada en volandas por Isern al final
Con un gran Bultó siendo clave por segundo partido seguido se ponían los leoneses por primera vez desde el 3-2 por delante con el 51-50, el cual llevaban más allá para colocarse seis arriba (56-50), antes de ver cómo otro arreón del Melilla, que llegaba a endosarle un parcial de 0-10, le hacía entrar cuatro abajo (67-71) a los seis minutos finales.
Pero ahí llegaría la mejor Cultural. Con la lesión de Stilma dejando cojo al Melilla, los de Luis Castillo se convertían en un muro atrás y cuando cogían la delantera con el 77-73 no volvían ya nunca a perderla.
Porque a falta de dos minutos, con 77-76, Isern robaba un balón y metía los primeros de los cuatro tiros libres con los que encarrilaba un partido que quedaba sentenciado cuando Melilla convertía en pérdida el saque de banda que con urgencias efectuaba con sólo 30 segundos por delante.