Si ante el Cornellà y Cartagena los aficionados se volcaron desde el primer momento y las colas para conseguir entradas se convirtieron en el paisaje habitual de los aledaños del Toralín, este lunes, día en el que salía a la venta las entradas del próximo sábado, la expectación ha superado cualquier expectativa.
Casi una hora antes de que abrieran las oficinas más de medio centenar de personas ya aguardaba pacientemente en el exterior del estadio, un número que no está dejando de crecer con el paso de las horas.
Así, la fila, durante las primeras horas de la mañana, llegó a cruzar todo el fondo Fondo Sur, la mejor prueba de la confianza de una afición que no se quiere perder el choque que salvo debacle –el Hércules necesita marcar como mínimo tres goles para darle la vuelta a la eliminatoria–, certificará el regreso de la Ponferradina a Segunda División tras tres años en la división de bronce.
Dada la respuesta de la primera jornada de venta de entradas, todo hace indicar que El Toralín colgará el cartel de ‘no hay entradas’ antes incluso del día del choque.
Comunión absoluta
El duelo ante el Hércules promete ser el culmen una temporada en la que la relación entre el club y su afición, tras el ambiente enrarecido de los tres últimos años, vuelve a ser la de sus mejores años.
En los últimos partidos de Liga El Toralín ya rozó los 8.000 espectadores y en el ‘playoff’ se ha mantenido una tendencia que ha convertido el feudo berciano en una pesadilla para los rivales de la escuadra blanquiazul.