Increíble, con 20 años. Y qué duro de contar que un chaval de veinte años, deportista ejemplar, se ha ido, así de repente. Jorge Iglesias Oricheta, el luchador de Vega de Espinareda, falleció de manera repentina en su casa, mientras estudiaba. La noticia corrió y golpeó al mundillo de la lucha leonesa, a la familia de la lucha. La noticia golpeó la sociedad, al ámbito universitario, pues el chaval era un tipo de esos que se hacen querer por sus ejemplaridad de comportamiento, en la lucha leonesa y en la vida, en cualquier deporte y en la calle. En el ámbito universitario donde también era un buen estudiante, de una Ingeniería, que se preparaba para irse de Erasmus tan solo unas horas después de la fatídica mañana en la que le sorprendió la traicionera muerte.
Es difícil no recordar que tan solo unos días antes, casi unas horas, había tenido su último gesto deportivo. Se había suspendido el corro de lucha de las Manzanedas y él se había clasificado ya entre los cuatro primeros pero no se había disputado la final, por lo que no se habían entregado los trofeos. No era necesario que acudiera, podía recogérselo cualquiera, pero quiso estar allí pues, contaba, "ya que me voy de Erasmus vengo a despedirme y, además, por estar aquí, ya que me apunté por San Feliz pues tengo familia en el pueblo y en esta ribera del Torío, ya que mi madre, Yolanda, es de Orzonaga". El apellido Oricheta delata este origen.
Es difícil olvidar cómo hace un par de años apareció por los corros, entonces en ligeros, un chaval con espinillas de adolescente, timidez de quien se ve rodeado de aquellos a los que admira y la deportividad de quien lleva en la sangre la verdad de que no hay enemigos, hay rivales. Pronto comenzó a tirar a rivales, pronto empezaron a decir los Víctor Llamazares, David Riaño y otros gallos que ¡ojo al berciano! Y no tardó en darles la razón pues en su primer año ganó dos corros, muy significativos por otra parte, el de La Sobarriba (con cuyos luchadores entrenaba) y el de León, a la sombra de la Catedral. No lo hace cualquiera. Lo hizo Jorge, que se había ganado un titular para hacer historia: "Jorge Iglesias, el primer campeón de lucha del Bierzo". Un hecho histórico que ya no se podrá borrar, ni esa muerte traicionera que ayer le derrotó. Y remató este año, ya en medios, con tres victorias seguidas también muy significativas, como si quisiera ser el campeón de León y el Bierzo, pues ganó los tres corros que se celebraron en el fin de semana de las fiestas de la Encina, la patrona del Bierzo.
Cuando se lo decían agachaba la cabeza con su timidez habitual, sonreía agradecido y si le pronosticabas que "vas a dar mucha guerra a estos gallos" lo dejaba en un "me queda mucho".
Se recordarán de Jorge algunas caídas de bella factura, algunas victorias importantes, algunas tardes casi soñadas, lo que nadie recordará es un mal gesto, no haberle tendido la mano al derrotado o a su vencedor. No había aparecido de la nada, venía de otros deportes en Ponferrada (en el Clolda), de estar en la élite, en campeonatos de España... pero la lucha le atrapó, esa familia que ayer le lloraba y le llorará siempre pues no es fácil olvidar a un tipo tan noble como Jorge Iglesias.
No le olvidarán.