Ni siquiera funcionó como tal. El Guijuelo, que empezaba la jornada en una situación igual de crítica o más que la de la propia Ponferradina, se llevó el gato al agua con lo justo, pero dando la sensación de que pese a sus carencias, rema en la misma dirección. ¿En el campo contrario? Once jugadores que únicamente compartían equipación y hacían la guerra por su cuenta.
Solo en la recta final y con los locales más preocupados de mantener su renta que de hacer sangre, dio la sensación de ir a por el partido, pero fue demasiado tarde y con solo un cambio, no tuvo ni ideas, ni fuerzas.
El peor arranque posible
Si el partido era una final o quería ser el inicio de la remontada blanquiazul, no lo pareció en ningún momento. Decía Terrazas en la previa que en Segunda B, adelantarse en el marcador es fundamental, y la Deportiva vio como un rival que solo había marcado tres goles en nueve partidos y todavía no sabía lo que era celebrar uno en su estadio ponía fin a su sequía en ocho minutos.
Como ya es costumbre, la Ponferradina fue su peor enemigo. Con el equipo berciano empezando a elaborar y totalmente desguarnecido, Cidoncha erraba un pase fácil y el balón le caía a Antonio Pino, que aprovechaba el regalo y la pasividad defensiva para batir a Dinu con un disparo colocado desde la frontal.
Por enésima vez, tocaba remontar, pero lo cierto es que ni siquiera se intentó. El tanto tempranero fue un presagio de lo que estaba por venir. La Deportiva, en la primera mitad, no fue un equipo en crisis, fue uno totalmente desahuciado. Inoperante en ataque –otra vez el portero rival parecía un espectador más– y encadenando un despiste tras otro en defensa, lo mejor al descanso, como casi siempre, fue el resultado.
Un par de centros de Ríos Reina y dos escarceos en la banda de Pallarés fueron todo el balance ofensivo de una Ponferradina previsible, lenta y sin profundidad, un cóctel fatal que está regando un arranque de temporada para el que se están empezando a terminar los adjetivos.
El Guijuelo, espoleado por el tanto y la más que evidente caraja berciana, se lanzó a la yugular en busca del tanto que dejara el partido visto para sentencia, pero también dejó patente el por qué de su situación en la tabla. Los locales no plasmaron su superioridad con ocasiones claras, y las que tuvieron, se fueron al limbo.
A cinco minutos del descanso y con los de Carlos Terrazas pensando únicamente en sobrevivir, Diego Suárez se quedaba a milímetros de llegar a un balón en el segundo palo que, vistos los antecedentes, hubiera convertido la segunda parte en un trámite para los locales, y un infierno para los visitantes.
Nula reacción
Terrazas movió ficha y buscó algo de creatividad con la entrada de Menudo en lugar de Jorge García, contagiado del bajón colectivo y muy lejos del nivel que mostró en las primeras jornadas.
Sin embargo, la segunda parte empezó igual que la primera, con la Ponferradina tratando de batir su particular récord de despropósitosy Antonio Pino buscando hurgar en la herida. En la primera jugada tras el paso por vestuarios, el goleador se plantaba en el área berciana y acariciaba el doblete, pero esta vez su disparo se estrellaba en el lateral de la red.
Iago Díaz y Ríos Reina trataban de despertar a los bercianos, que con el paso de los minutos y más por el temor y el conformismo del rival que por su buen hacer, empezaron a merodear los dominios de Kike Royo.
El ex de Cultural y Almería remataba muy desviado un centro del extremo sevillano, una combinación que se repetía varias veces con el mismo resultado. Con el reloj quedándose sin tiempo, la ansiedad hizo acto de presencia y acentuó las carencias de la Deportiva, que no logró amenazar la portería salmantina y descuidó su propia defensa.
Dinu mantuvo el suspense con un paradón a disparo de Dimas, pero el partido murió con el 1-0 en el electrónico que mete a la Deportiva en zona de descenso tras desperdiciar el primer tercio de Liga.