Este domingo no lo fue. La Ponferradina solo pudo sacar un punto –y gracias– ante un Coruxo que consiguió sacar a la luz la peor cara de los blanquiazules, un equipo espeso en ataque y un flan en defensa, un cóctel de difícil digestión para un campeón de invierno que se aproxima a la primavera en crisis.
Y es que el empate no impide que la Deportiva, con solo una victoria en las seis últimas jornadas, se caiga de la zona de ‘playoff’. Los de Jon Pérez Bolo dormirán hoy fuera de la lucha por el ascenso por primera vez desde la tercera jornada, un síntoma visible de que la escuadra berciana está atravesando un bache del que no parece encontrar salida.
El suspenso fue generalizado. Solo el instinto de Yuri, que a falta de trece jornadas para el final de Liga ya acumula 17 goles en su cuenta goleadora, y algunos destellos de Donoso en su ‘redebut’ lograron dar algo de vida a una Ponferradina sin fútbol ni actitud durante muchas fases del partido.
Voto de confianza
Pese al tropiezo ante el Sanse, Bolo apostó por la continuidad en un once que salvo las bajas obligadas de Son y Matthieu, mantuvo su esencia. Así, el técnico recuperó la fórmula que venció y convenció ante el Fabril –Jorge García como socio de Yuri en la mediapunta– y optó por Isi antes que por Donoso, que por fin entró en la lista, para sustituir al francés.Pese a que la propuesta buscaba tocar lo mínimo posible para aprovechar la inercia positiva que, pese a los resultados, había mostrado el conjunto berciano en las últimas semanas, la Ponferradina mostró desde el primer minuto que algo no funcionaba.
Los blanquiazules parecieron acusar la presión que suponía que ninguno de sus rivales directos hubiera pinchado y con la obligación de sumar los tres puntos para no perder comba, minimizaron riesgos en un arranque de partido en el que mostraron una falta alarmante de ideas.
Y de acierto. Solo Jorge García y Pichín intentaron romper el cortocircuito, pero ante un Coruxo con la lección bien aprendida, cada incursión individual estuvo condenada al fracaso.
Cuando los murmullos empezaban a invadir El Toralín, apareció el de siempre. Yuri adelantó a la Ponferradina aprovechando un balón peinado por Trigueros en un saque de esquina, un gol que debía ser balsámico, pero no espantó las dudas.
Y es que el tanto no despertó a los de Jon Pérez Bolo y con el Coruxo más incisivo en ataque en busca del empate, la defensa volvió a sembrar desconfianza. Gazzaniga, que se complicó la vida al buscar un balón aéreo sin aparente peligro, tampoco ayudó a calmar las aguas y la grada saludó con pitos cada pase atrás de los blanquiazules, un impaciencia que dio alas a los gallegos.
El Coruxo hace daño tras el descanso
Poco cambio la película tras el descanso. La Deportiva volvió de los vestuarios incapaz de coger las riendas del choque y sufriendo en cada tímido intento de un Coruxo que con muy poco conseguía inquietar a los bercianos.
Ante semejante panorama, el desenlace parecía evidente. En una mala cobertura de la zaga tras un saque de esquina, Pitu recogió un balón totalmente solo en el corazón del área y aprovechó el regalo para fusilar a Gazzaniga y poner las tablas.
Con la obligación de volver a dar un paso adelante y asumir la iniciativa, a la Ponferradina se le vieron las costuras. Sin profundidad en los laterales –Ríos Reina no estuvo inspirado y Jon García es un ‘parche’ útil solo en lo estrictamente defensivo – los bercianos no consiguieron desarmar a un Coruxo mucho más entero.
Bolo se le jugó con el factor Donoso. El extremo, en forma, es uno de los jugadores más desequilibrantes de la división de bronce y fue el salvavidas al que se aferró el bilbaíno en el momento más delicado del curso. El asturiano tardó poco en justificar la confianza del técnico. En el primer balón que tocó acarició el tanto con un disparo cruzado que obligó a emplearse a fondo a Alberto –que poco antes había evitado el doblete de Yuri imponiéndose al brasileño en un mano a mano– y en el segundo volvió loco a su marcador.
No fue suficiente. Ni siquiera su regreso logró dar luz a un equipo que volvió a estar atenazado. De hecho, cada balón parado fue una pesadilla para una Deportiva que terminó mirando de reojo el reloj –Gazzaniga evitó que el Coruxo se llevase los tres puntos en la última acción del partido– y se tuvo que conformar con un punto que sirve de muy poco.