Ya hace más de una década que comenzaron a aparecer por los corros los hermanos Vega, Ángel y Moisés, igual de tímidos (entonces) pero diferentes luchadores. Ángel era arte. Moisés decía Tasio que «le da lo mismo so que arre, tira los tíos como yo las pacas al tractor, si quieren van y si no... también».
Villafañe fue uno de los primeros corros donde destacaron. Los dos. Cada uno con sus armas y cuando se iban felices alguien del público les dice: «Cuéntale a la prensa de dónde os viene la sabiduría, del Álvarez, que es apellido de la Abadía y de ella era el abuelo que os llevó a los primeros corros».
No le faltaría razón. Súmale a la genética las enseñanzas de «la fabricona» y las cosas de la lucha. Ángel lo dejó por el camino y Moisés siguió creciendo hasta asustar, que es lo que ocurre con él. He visto a chavales que empiezan en la lucha que van a verle los brazos. «Mira cómo se le marcan los brazos». Su potencia abrió un debate, se ciñe a ganar «con remolinos de furia»porque no necesita nada más.
«Es la liga más igualada, más competida y la que más ilusión me ha hecho pues después de dos años de lesión tienes muchas ganas»
Y él siguió creciendo. También en fuerza hasta convertirse en una roca. En La Roca. Yasí fueron cayendo Ligas una tras otra, hasta siete y ayer llegó la 8:De 2014 a 2021 las ganó todas (en 2020 no hubo). Y después llegó esa lesión que le tuvo dos años alejado, sufriendo en la distancia, escuchando los ecos de los corros y volviendo antes de tiempo para caer nuevamente lesionado en su pueblo. Se temió por su continuidad, regresó este año a probar... y aprobó. Ayer consumó una nueva Liga y remató la faena ganando el corro, después de una semifinal terrible con Víctor Llamazares y una final menos complicada con su paisano David Riaño.
YLa Roca es historia. Mejor, está haciendo historia, sigue, aunque apenas esbozara una sonrisa y una mirada al cielo cuando David le levantó y la grada le regaló una ovación sincera por las tardes que le ha regalado. Y seguirá. La mirada, como todas las victorias, son para aquel abuelo Moisés de la Abadía, el que está inmortalizado en un mural de luchadores.
- Ha sido una Liga dura, igualada competida;la que más ilusión me ha hecho de todas;reconoce casi emocionado este hombre de hielo.
La emoción en la categoría masculina está en ligeros. Florián y Sergio se alternan. En La Virgen ganó Flori. En Mansilla lo hizo Sergio, con una lucha que hace creer en el futuro.
Florian y Sergio siguen con su espectacular e igualado mano a mano, alternando las victorias, ayer le tocó el turno al de Grandoso
Sergio se ha acostumbrado a arriesgar con la gocha, esa maña que igual «matas», pero también te pueden matar. Ayer le salió bien. Ayer le salió todo bien y se llevó el corro para que siga el vibrante mano a mano.
Incluso en la grada se suman a la fiesta y como el grito de animo del de Sorriba es «¡Va Flori va!», ayer, del rincón de Sergio salió un «¡va Sergio va!» que supone más que un grito de ánimo, es una forma de aceptar un reto.
Yla afición lo agradece. Como agradeció la presencia de un nómada, Pedro, que en su combate con Jesús Martínez realizó un giro imposible: «¡Ostía!¿Has visto cómo le dio la vuelta?», se pregunta Julio el de Vilimer, que de esto de la lucha algo sabe después de batirse el cobre durante años.
Semipesados escondía una sorpresa, una relativa sorpresa pues que gane el bueno de Rubo nunca puede ser una sorpresa... pero no parecía que Adri tuviera «fugas de agua» esta temporada, pero el de Valdorria se revolvió contra sus olvidos y tuvo una ráfaga de aquel luchador que sorprendió hace años con una lucha tipo Divino, pero le ha faltado continuidad.
Ganó con solvencia a Adri pero en la final le esperaba Rodri que, ayer tocaba, estuvo toda la tarde en Perla. Lo estuvo con Chelín, lo estuvo con Rubo, sacó esas cadriladas que sólo él sabe dar... y recorta algo a un Adri que está muy cerca de hacer algo muy complicado, ganar en dos pesos diferentes dos años seguidos.
Y si en semipesados hubo sorpresa... en pesados no. Esta vez Pedro Alvarado tiró de lucha y de cabeza, que no siempre ocurre. Ayer se vio nuevamente en la final con Caberín y pronto se vio que no iba a dejar llegar a ‘la prorroga’ y salió como si fuera Moisés, hecho un remolino de furia. La mediana inicial fue su carta de presentación. Nuevo corro.
Dos campeonas y una nómada, Pris, Edi y Mireia
Vaya por delante. La categoría femenina tuvo dos momentos, sobre todo uno, de esos de enoger el alma y llevar el silencio a las gradas. Fue con la lesión de Olga Rodríguez, lesionada en la rodilla y, como decía Matías, «la cosa no tiene buen color». Ánimo para la de Prioro que se fue en ambulancia del corro. Después fue Lucía Cuesta la que se echó la mano a la rodilla entre lágrimas, no siguió luchando y su llanto no anima nada.
Después de las cruces, vayan las caras. Ayare estaba nuevamente la Escuadra de las Nómadas y se dejaron sentir pronto pues en ligeros la victoria fue para una de ellas, Mireia la de Alicante, que estaba acompañada de Pedro, que compitió en ligeros. «Somos del mismo pueblo, nuestros padres eran amigos y nos volvimos a encontrar en Madrid».
La menuda luchadora estaba feliz, consciente de que la decisión de Bea de irse a medios le allanó el camino, pero se lo curró en la final con Ainoha, que buscó sus medianas famosas pero la alicantina supo defenderse muy bien y esperar su momento.
Medios tenía ‘chicha’. Subió Bea. Priscila allí está desde toda la temporada y Estrella ‘La Sheriff’ quería quitarse el mal sabor de boca de la pifia del día anterior en la Virgen cuando se le olvidó apuntarse en medios y tuvo que irse a pesados. «Esta se pone a hablar y se olvida del mundo», decía Mireia.
Mireia cumple el cupo de las nómadas con su victoria en ligeros; Priscila sigue impresionante
Había Chicha pero Priscila está impresionante, cada día recuerda más a la que acabó la temporada sin perder ni un solo corro, invicta. Superó un tremendo combate con Bea, empeñada en ganar un corro en medios, y se vio en la final con Estrella, ‘la seheriff’ de las nómadas que sonreía mirando a la grada al ver la ‘engatada’ que le había preparado la luchadora leonesa, que no le dio ninguna opción.
Y en pesados Edi esperaba el inicio mirando cómo le temblaban las manos. «Esto ya no tiene solución, como si no supiera a qué vengo. Soy un flan siempre». Y si, además, se pone nerviosa viend a su hermano Chelín mientras espera...
Pues se podía esperar otro ‘cuadro’ pues cuando sale a la hierba parece otra. Siendo de las más menudas de pesados solventa corross a base de lucha, ayer ante María dejó claro que había aprendido la lección de 24 horas antes y un garabito «made in Edi»lo encaminó todo, para rematar en la final con esa Lucía de Prioro que encaja las derrotas con la misma sonrisa que las victorias.