Los frezaderos suelen estar en zonas de fácil arrastramiento por aumentos repentinos del caudal, pero esto y los cambios bruscos de temperatura son riesgos que tienen que correr. Son tiempos de invierno; diciembre, enero y febrero, cuando las truchas en su quehacer de procreación descuidan su instinto de supervivencia y están expuestas a los ataques de sus principales depredadores; los furtivos y los cormoranes.
Las puestas sobrepasan los 2.000 huevos, pero de ellos solo entre un 5 y un 10% llegan a adultosLas truchas se reproducen por medio de sus órganos sexuales. Las hembras tienen dos ovarios, los cuales producirán miles de óvulos para conformar las huevas. Los machos poseen dos testículos con un conducto por el cual esparcen el semen. Se reproducen una vez al año y en invierno, pero ya a finales de verano van desarrollando su sistema reproductor. Las hembras, que suelen ser la primera en llegar al frezadero y que son las que soportan el peso de su construcción, dan fuertes coletazos sobre el fondo arenoso levantando los sedimentos finos que son arrastrados por la corriente quedando las gravas limpias y formando así el nido. Los machos, mientras esto sucede, se disputan el territorio hasta que el más fuerte se hace con el control quedando los demás a la expectativa por si tuviesen ocasión de participar. Cuando la hembra pone los huevos, entre las gravas, el macho dominante los fecunda inmediatamente y la hembra seguirá con sus coletazos sobre la graba para preservar los huevos cuyo número y tamaño dependerá de su talla. Los machos suelen permanecer por un tiempo en las zonas de freza, aunque las hembras lo hayan abandonado.
Tras algo más de dos meses, 410º día, nacen los alevines que se refugiaran en zonas tranquilas y de poca corriente. Se alimentarán del saco vitelino durante quince o veinte días y a partir de ahí lo harán por si solos presentando ya las características especiales de los salmónidos. Aunque las puestas sobrepasan los dos mil huevos tan solo llegaran a adultos entre un 5 y un 10 %, pero estas pérdidas naturales, aunque muy significativas, no son el problema más importante, sino la acción de los furtivos, los cormoranes y la contaminación. Son tiempos de observancia y protección para ellas y sus frezaderos.
Frezaderos
Los frezaderos suelen tener forma elíptica y son zonas perceptibles ya que las truchas remueven las grabas limpiando el fondo de lodos y posos. A mayor tamaño de las truchas más extenso y profundo será la zona de freza.
Los frezaderos, que son los lugares elegidos por las truchas para desovar, los construyen generalmente, en puntos donde el río deposita grandes cantidades de gravas, al final de pozos y en franjas con una corriente moderada, entre 10 y 16 cm. de media. El nido, que está concebido para proteger la puesta, lo crean sobre un suelo de arena-grava y siempre buscan una zona soleada que proporcionará aguas ricas en oxígeno para los embriones.
Hubo un tiempo que, en muchos de los ríos de León, se realizaban tareas de rehabilitación de los frezaderos para que la trucha común (Salmo trutta) encontrara esas zonas más adecuadas para el desove en perfectas condiciones. Esa actividad consistía en la identificación de frezaderos y su rastrillado manual. Algunas de esas zonas más idóneas de nuestro ecosistema fluvial, a donde las truchas regresan para reproducirse, la sedimentación petrifica el fondo y hace inviable la calidad de los nidos para una reproducción efectiva. El rastrillado de esos fondos colmatados recupera los frezaderos y también facilita la vida de otras muchas especies acuáticas, en especial a toda la familia de los macro-invertebrados. El agua tiene que filtrarse entre las gravas para administrar el oxígeno disuelto a los embriones y arrastrar río abajo todas las sedimentaciones acumuladas. Tareas que comenzaban en otoño esperando el momento de la llamada de las truchas para remontar las aguas y realizar su ciclo anual de reproducción.