Mediada la segunda parte el Ademar parecía muerto. De 8 (31-23) perdían los leoneses, superados de principio a fin por un Valladolid que castigaba la mala defensa ademarista y se aprovechaba de sus dudas en ataque.
Y sin embargo, cuando el partido parecía sentenciado, los leoneses despertaron. Dani Gordo apostó por atacar en superioridad y el ‘siete contra seis’, que ya en la lejana pretemporada había hecho muchísimo daño en la Copa de Castilla y León a los pucelanos, dio sus frutos, propiciando que poco a poco la distancia se fuera recortando.
Si Juan Castro había sostenido hasta ahí a los leoneses, eran Rodrigo y Miñambres (con mucho protagonismo ante la lesión de Lodos, llegando a salir de titular en ataque) quienes pasaban a aprovechar los espacios que generaba el atacar con un jugador más.
Con eso y las paradas de Álvaro, y pese a la roja directa a Santista (al límite, siendo también expulsado, aunque en su caso de forma muy clara, en la primera parte por el Valladolid Toledo, un ‘sospechoso’ habitual en lo que acciones antideportivas y peligrosas se refiere, por un empujón en el aire a Rodrigo), el Ademar se fue metiendo en el partido, creciendo a nivel moral y provocando las dudas de un conjunto local que instantes antes ya se veía ganador.
Ademar se pasaba 11 minutos sin encajar en el tramo final, donde hizo un 0-6, pero erró 2 ataques para ponerse a 2
Del 34-26 con el que seguía mandando de 8 el Valladolid a 12 minutos para el final, se pasaba tras un parcial de 0-5 al 34-31 que dejaba todo abierto a falta de cinco, llegando ahí dos jugadas que acabarían siendo clave.
Once larguísimos minutos estuvo sin encajar gol el Ademar, que no fue hasta la tercera cuando logró ponerse a dos goles, lo más cerca que llegó a estar de su rival en ese tramo final. Tuvo un penalti para hacerlo antes, pero un Castro desacertado en el tramo final no acertó con su vaselina. Dispuso Carlos (que acabó con cuatro goles, muy poco bagaje para lo que acostumbra) de un tiro de los que suele meter, pero detuvo Nagy. Y cuando por fin llegó el 34-32, del propio Carlos Álvarez, quedaba ya sólo un minuto y 20 segundos por delante.
Las salidas fueron mortales, con tiempo muerto antes del minuto 4 de cada parte tras recibir parciales de 4-0 y 3-0
Tocaba apelar a la heroica. Con un Álvaro inmenso en esos compases finales de la segunda parte en portería, el Ademar llegó a estar 11 minutos sin encajar gol. Pero cuando Miguel Martínez ponía fin a esa sequía, su tanto era definitivo y sentenciaba el triunfo.
36-33 ganaba el Valladolid, provocando que la reacción del Ademar sólo sirviese para librar el ‘golaveraje’, pues se había impuesto de cinco en la primera vuelta. Algo que puede ser importante pues le permite no depender de lo que hagan los pucelanos en la última jornada para ser quinto, puesto que puede suponer obtener una invitación para jugar en Europa, y para lo cual los de Dani Gordo necesitan o puntuar ante el Logroñés, que se jugará el tercer puesto que asegura plaza en competición europea sin estar pendiente de la Copa del Rey, o que el Nava no gane en su visita al Anaitasuna.
Dejó todo por decidir la mala versión del Ademar, cuyas dos pésimas salidas a la pista fueron fiel reflejo de lo que fue durante muchos minutos su encuentro. Casualidad o no, la ausencia del lesionado Lodos provocó una menor intensidad con respecto a lo mostrado en toda la segunda vuelta, necesitando en ambas partes un tiempo muerto de Dani Gordo para despertar.
El ataque de siete contra seis cambió el partido. Ademar se puso a 2 a falta de 1:20, pero el gol de Miguel sentenció
En la primera, tuvo que parar el partido a los 4 minutos perdiendo 4-0. En la segunda, todavía antes, a los 3, tras un 3-0 que elevaba a siete (23-16) que en ese momento eran la máxima ventaja obtenida por el Valladolid.
¿Por el medio? Una primera parte donde los pucelanos llegaron a ganar de cinco en varios momentos diferentes (el primero con 8-3 y el último 17-12), y con un Álvaro Martínez letal en seis metros o en los penaltis metieron la barbaridad de 20 goles al Ademar, al que sostenían en ataque entre Castro y Santista, que hacían 10 de los 16 goles con los que se iban cuatro abajo a vestuarios.
Todo para dar paso a un intercambio de goles que desembocó, cuando ya no se le esperaba, en la última intentona del Ademar, sin premio en forma de puntos pero sí de mejora de imagen y de llevarse ese posible empate a puntos a final de temporada.