Dominique Perrault: "Garantizar la calidad arquitectónica del proyecto es una lucha constante"

El arquitecto del Palacio de Congresos fija para junio de 2016 la conclusión del recinto de exposiciones

Alfonso Martínez
22/11/2015
 Actualizado a 10/09/2019
El arquitecto francés Dominique Perrault. | 'THE JAPAN ART ASSOCIATION-THE SANKEI SHIMBUN'
El arquitecto francés Dominique Perrault. | 'THE JAPAN ART ASSOCIATION-THE SANKEI SHIMBUN'
Una de cal y otra de arena. El arquitecto francés Dominique Perrault concede su primera entrevista en profundidad a un medio de comunicación leonés desde que se impulsasen las obras principales del Palacio de Congresos y Exposiciones y lo hace poco después de haber recibido en Tokio el prestigioso ‘Praemium Imperiale 2015’ en la categoría de arquitectura por toda su carrera. Sin embargo, también lo hace desde la preocupación y la angustia provocada por la barbarie yihadista en su país. Su estudio está en el distrito 11 de París, a 300 metros de uno de los restaurantes tiroteados el pasado 13 de noviembre, fecha en la que el propio Perrault y muchos de sus colaboradores se encontraban cenando por la zona. En la entrevista, analiza la evolución de la obra del Palacio de Congresos y Exposiciones, la incidencia de las restricciones presupuestarias en los plazos y el futuro de la arquitectura tras la crisis.

– ¿Cuál fue la primera idea que se le pasó por la cabeza cuando le encargaron el proyecto del Palacio de Congresos y Exposiciones de León y vio la antigua azucarera?
– Por una parte, hay una fuerte idea de regeneración urbana. La situación de centralidad de la azucarera y su contigüidad con la estación de ferrocarril es bastante particular para una instalación industrial de ese tamaño en una ciudad. Eso permite la creación de una serie de oportunidades en torno a la azucarera que son claves para el desarrollo urbano de la ciudad a cien años. Tras ganar el concurso del Palacio de Congresos, tuvimos la oportunidad de trabajar en un plan urbano para León. Se crea una plaza muy importante entre la estación de tren y el Palacio de Congresos. La avenida Doctor Fleming pasa a ser el eje vertebrador del oeste de León por su conexión ahora directa con Ordoño II y la supresión del paso a nivel. En definitiva, surge una oportunidad para ordenar la ciudad en torno a este proyecto. Además, el hecho de que la prolongación de la calle principal de la ciudad una directamente el Palacio de Congresos, la estación de tren y el centro histórico con la Catedral dota de una relevancia particular a esta intervención.

– ¿Cómo surgieron los primeros bocetos del proyecto?
– Durante el concurso surgió la duda de si tirar o no la fábrica. Su protección era ambiental, por lo que no estábamos obligados a mantenerla. De hecho, hubo propuestas de otros arquitectos que la eliminaron completamente. Finalmente, decidimos demoler las partes más deterioradas o que tenían menor significación a nivel volumétrico y conservar las naves más grandes o en mejor estado para luego ‘abrazarlas’ con el nuevo edificio de exposiciones, radicalmente distinto tanto en su aspecto como en su función y sobre el que descansa una delicada cubierta que es como un gran origami.

La cubierta fotovoltaica es pionera para mí. Nunca habíamos hecho una de esta entidad y queremos que esté lista este mes– ¿Qué es lo que ha querido transmitir con el proyecto?
– Por un lado, una postura o forma de trabajar frente al patrimonio. Y por otro lado está ese fuerte componente urbanístico de pieza central en la evolución futura de la ciudad de León. Respecto a lo primero, el proyecto es un trabajo de revelar en este edificio esos valores ambientales y de memoria, que son importantes para León. Es decir, no es una restitución, es una investigación sobre cómo se revela ese patrimonio industrial, a menudo muy denostado. Lo que hemos intentado hacer es no buscar la restitución histórica con una fecha específica, sino algo diferente, más bien se trata de un trabajo singular, de la puesta de manifiesto del concepto patrimonial del edificio. Es una intervención que posibilita hacerlo vivir, volver a dar vida a la estructura sin quedarnos limitados en los términos de una mera restitución de elementos estructurales, muros, cubiertas... Proponemos con el proyecto la introducción de usos actuales y de una economía real que posibilita dar vida al edificio y mantenerlo. Pero no somos cautivos del patrimonio. Al contrario, es un trabajo de libertad, de diálogo, de cambio, de respeto. Además, esta propuesta implica la revelación de estos lugares para que se amplíen a usos más diversos y a públicos más extensos.

– El proyecto tiene dos partes bien diferenciadas, una de nueva planta y otra para rehabilitar la antigua azucarera. ¿En qué se van a diferenciar?
– Responde cada una a las dos partes diferenciadas del programa del proyecto. Por un lado, el edificio de nueva planta acoge las funciones de recinto de exposiciones con el programa de una feria de muestras y por otro las edificaciones que no se han demolido de la antigua azucarera Santa Elvira se rehabilitan para acoger las funciones propias del Palacio de Congresos. Formalmente, el recinto de exposiciones es una gran nave única con una fachada acristalada y una cubierta, un edificio metálico y cristalino que refleja en sus fachadas las antiguas fábricas de ladrillo de la antigua azucarera, que acoge en sus diferentes edificios cada una de las funciones adscritas al Palacio de Congresos (auditorio, salas de reuniones, de seminarios... Se trata de un programa mucho más preciso y detallado, más acorde con la propia diversidad volumétrica que presentaba la antigua instalación industrial.

– ¿Se está respetando plenamente el proyecto a la hora de ejecutar la obra?
– Sí. En líneas generales. Ese es nuestro trabajo fundamental durante una obra, garantizar la calidad arquitectónica del proyecto. Le confieso que es una lucha constante pero forma parte de nuestra responsabilidad y de nuestra función como arquitectos durante el proceso de dirección de obra. Además, por la forma de trabajar la arquitectura en España, el proceso de construcción es muy interesante, porque hay decisiones importantes que se toman en la propia obra y que pueden ser muy beneficiosas para el proyecto. Esto en otros países no es así, sería incluso impensable mover un tabique durante la obra, lo cual es absurdo. Cada sistema tiene sus ventajas, pero también sus inconvenientes. No hay un sistema perfecto.

– ¿Cómo valora el desarrollo de los trabajos hasta el momento?
– Ha sido una lástima no poder haber ejecutado la obra en el plazo estipulado por los problemas de restricción presupuestaria por todos conocidos. En el sentido de que al tener un objetivo temporal preciso se establece un ritmo más tenso en la obra, es decir, que se hace de un tirón, por lo que es más coherente desde el punto de vista de la producción. También soy consciente de que las dificultades para las administraciones han sido muchas. En España se ha pasado por momentos muy difíciles y por eso aprecio el compromiso de todas las administraciones por continuar con este proyecto para León.

– ¿En qué fase se encuentran ahora mismo las obras?
– Se está ultimando la cubierta y el mes que viene se empezarán a colocar los vidrios de fachada, con lo cual para final de año tendremos un recinto ya cerrado y una idea mucho más aproximada del aspecto final del edificio del recinto de exposiciones.

– ¿Cuándo estará lista la cubierta fotovoltaica?
– Ya se han comenzado a instalar los paneles y deberían estar todos instalados a final de este mes. Es una cubierta muy interesante y también pionera para mí. Nunca hemos realizado una cubierta fotovoltaica de esa entidad y España reúne las condiciones climáticas ideales para este tipo de energías.

– ¿Cree que se podrá terminar en plazo el recinto de exposiciones para que pueda funcionar en el primer trimestre de 2017?
– Nuestra idea es terminarlo mucho antes. Debería estar concluido en junio de 2016 y me parece posible.

Ha sido una lástima que la obra no se haya ejecutado de un tirón, pero entiendo las restricciones a raíz de la situación de la economía– ¿Ha habido modificaciones en el proyecto debido a los ajustes presupuestarios que citaba antes?
– Más que por el ajuste presupuestario, el hecho de que una obra se alargue tanto en el tiempo implica que hay determinados elementos técnicos que se descatalogan, otros que evolucionan porque son más eficientes, se cambian normativas, hay fabricantes que quiebran o desaparecen… Por supuesto, el alargamiento de la obra por las restricciones en la financiación ha tenido una incidencia en el ritmo y la planificación de las mismas. Esto es obvio.

– ¿Y qué previsiones hay para ejecutar el recinto de la antigua azucarera?
– Eso se tendrá que ver en el año 2017. Evidentemente, es algo que se tendrá que ver llegado el momento y dependerá también de las disponibilidades presupuestarias de las administraciones implicadas en el proyecto y de su voluntad política. Pero confío en que podamos finalizar el conjunto del proyecto para que la ciudad de León sea competitiva en este sector del turismo de congresos. A mi juicio, el proyecto es sin duda la primera pieza de la evolución urbana de León por el oeste.

– ¿Cómo cree que debería afrontarse la gestión para que no sea un recinto vacío de contenido una vez que esté terminada la obra?
– No lo sé, porque no es ése mi oficio. Pero entiendo que debe afrontarse de la forma más profesional posible, es decir, que los encargados de llevar a cabo ese proyecto sean profesionales del mundo de la gestión de ferias de muestras y de los congresos. Pero supongo que las administraciones responsables de la infraestructura ya estarán trabajando en ello de forma paralela en un modelo de gestión adecuado.

– ¿Cómo ha afectado la crisis económica a los diferentes proyectos arquitectónicos de Dominique Perrault en España y en el mundo?
– En España hay dos niveles de incidencia diferentes. Por un lado, hemos notado la cancelación o ralentización de las obras y proyectos que estaban en marcha (como es el caso del que estamos desarrollando en León) ha sido un hecho. Por otro lado, la total ausencia de convocatorias de concursos públicos hace que por el momento no tengamos proyectos en un futuro próximo en España. A nivel mundial, la incidencia de la crisis depende mucho de los diferentes países. Hay países en los que la crisis ha pasado un poco más de largo, como puede ser en Suiza o en Corea del Sur y la afección ha sido escasa. Hay otros en los que la complicada situación económica ha incidido de lleno, como es el caso de España. También ha habido cierta tendencia de los países a cerrarse a los arquitectos del exterior por la falta de trabajo derivada de la crisis. Esto ha pasado en España, pero también en Francia. Por ejemplo, si durante la pasada década casi no tenía proyectos en Francia y la mayoría se llevaban a cabo en el exterior, después del inicio de la crisis la mayor parte de mi trabajo se desarrolla en mi propio país y comparativamente tengo menos en el resto del mundo. De algún modo, me he vuelto un arquitecto más francés en ese sentido. En la actualidad, estamos trabajando en varios proyectos interesantes. Tal es el caso del ala Dufour en el Palacio de Versalles, el edificio central de Correos del Louvre o también el hipódromo de Longchamp, todos ellos en París, además de diferentes proyectos sobre edificios históricos ya existentes.

– ¿Tenderá la arquitectura a alejarse de los grandes edificios en el futuro?
– No necesariamente, pero las fórmulas de promover esos edificios sí tienden a diversificarse. Las instituciones públicas tendrán más dificultades para promover y financiar determinados tipos de edificios. Esos procesos de promoción son cada vez más complejos. Esto ya lo hemos visto en las grandes infraestructuras de ingeniería civil con la colaboración público-privada, lo que llamamos en Francia PPP, o las sociedades de economía mixta. También es un tema que depende en gran parte de la voluntad y el planteamiento de los políticos, pero lo cierto es que en esta parte del mundo queda poco por construir. Las grandes infraestructuras están hechas. Creo que el futuro pasa por rehabilitar y regenerar la periferia de las metrópolis. Este trabajo ya se ha hecho en gran parte en el centro histórico de las ciudades, pero queda mucho por hacer para que las periferias de nuestras metrópolis sean lugares más agradables y más útiles para la vida en la ciudad.
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