Un incremento que también ha sido notable a nivel autonómico y nacional, por lo que tanto la Fiscalía General del Estado como las asociaciones feministas han puesto el foco en este Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer en una situación que consideran «preocupante» y a la que habría que hacer frente con más educación en igualdad desde los centros escolares.
En León, la Asociación de Ayuda a Víctimas de Agresiones Sexuales y Violencia Doméstica (Adavas) es la encargada de llevar a colegios e institutos de toda la provincia programas de prevención. Uno de ellos es ‘Despégate del maltrato 3.0’, con el que tratan de abordar la problemática de la violencia machista con alumnos de Educación Secundaria. Lucía Lorenzana es la psicóloga responsable de estos talleres. En ellos, «trabajamos temas como estereotipos y roles de género, hablamos sobre las relaciones de buen trato o desmontamos algunos de los mitos del amor romántico», explica.
En muchos talleres sobre violencia sexual empiezas a ver miradas y murmullos de que pasa algo en el aula También sirven para conocer cuál es la situación entre los jóvenes. Lorenzana cree que el ascenso de casos de violencia sexual y de género entre menores pueden responder a dos factores. Por un lado, «quizás se esté visibilizando más una problemática que siempre ha estado ahí», asegura. Por otro, puede que se deba a que «estos roles e ideas que nos encontramos en la población adulta, hoy en día los jóvenes establecen relaciones antes» y se reproducen aunque «parecía que estaban superados» pero «quizá nos hemos confiado y hemos pensado que ya estaba todo conseguido, sin darnos cuenta de que no hemos trabajado lo suficiente y al fin y al cabo la juventud es el reflejo de aquella educación que sigue presente», lamenta.
Para atajarlo, Lorenzana cree que es «imprescindible» que a parte de los talleres de cuatro horas que ella imparte con cada grupo, la formación en igualdad continúe «por parte de las familias y el profesorado lo incluya en el currículo» para que «se trabaje de manera constante». «Es necesario que haya un trabajo más integral», defiende, para que «ojalá de aquí a poco tiempo la situación sea diferente». Tambiénquiere «lanzar una lanza» a favor de los jóvenes. «Por suerte te encuentras con que también hay jóvenes muy concienciados y con la cabeza muy bien puesta», asegura, por lo que «hay que depositar esperanza en el futuro».
Sin embargo, confirma que siguen siendo comunes reacciones que dicen que algo no va bien en el aula. «En muchísimos talleres cuando empiezas a trabajar con violencia sexual y de género empiezas a ver las miradas, murmullos, etcétera y nos encontramos que, desgraciadamente, hay situaciones de este tipo», confiesa.
En el otro lado, estas formaciones sirven para que las menores se den cuenta de que algunas de sus relaciones no son tan sanas como creían. «Hay gente que reflexiona y ha sido consciente de una serie de situaciones que incluso había llegado a normalizar», explica la psicóloga haciendo hincapié en que los escalones inferiores de la violencia de género están «totalmente invisibilizados». Ahí se situarían los celos o el control sobre las redes sociales o el móvil, primeros pasos que incluso «están romantizados» entre los adolescentes.
La pornografía, "preocupante"
Entre los factores que incrementan el riesgo de que este tipo de violencias calen entre los menores está el cada vez más temprano consumo de pornografía, algo que «va a acarrear muchos problemas de todo tipo», teme Lorenzana. Desde «muy pequeños», la psicóloga habla de estudios que fijan en los ocho año los primeros contactos con estas imágenes, tienen «un acceso masificado y sin ningún tipo de control» que «se percibe incluso de manera positiva», asegura.En estas escenas, los menores pueden ver «una serie de imágenes que siguen perpetuando roles tremendamente machistas y en ocasiones, por no decir casi siempre, tremendamente violentas», confirma insistiendo en que los consumidores más jóvenes «muchas veces no diferencian lo que es ficción de la realidad» a lo que se suma la «falta de educación afectivo sexual» para finalizar en «un resultado tremendo».
El problema viene, además, cuando «no es que lo busquen de manera activa, si no que cogen el teléfono para buscar otra cosa y es algo que les llega sin que ni siquiera tengan que buscarlo», alerta, algo de lo que se quejan también los propios profesores. «Al final una criatura de ocho años tiene curiosidad», justifica.
La pornografía continúa perpetuando roles excesivamente machistas y violentas que se repiten Estos contenidos, a los que acceden desde edades muy cortas, «afectan a su propio desarrollo y al concepto que van a tener en un futuro de sus relaciones, tanto afectivas como sexuales», asegura la psicóloga de Adavas. «Nos encontramos con que después cuando empiezan a tener relaciones empiezan a reproducir ciertos patrones que ven en la pornografía y ni siquiera son capaces de establecer relaciones sanas», lamenta, por lo que la situación es «preocupante». Además, pese a que el consumo mayoritario de pornografía se da entre el género masculino, también las chicas acceden a estas imágenes aunque entre ellas «sigue siendo tabú» y «en muchas ocasiones ellas igual que ellos acaban asumiendo ciertos roles o tomándolos con normalidad», explica.
A pesar de la situación, Lucía Lorenzana insiste en el colectivo de jóvenes que sí están concienciados, lo que sumado a una educación integral en igualdad, sería clave para revertir este ascenso de la violencia de género y sexual entre los menores de edad.