El Bierzo carbonizado

Por Valentín Carrera

29/10/2018
 Actualizado a 16/09/2019
Imagen de archivo de la Gran Corta de Fabero. | C.S. (ICAL)
Imagen de archivo de la Gran Corta de Fabero. | C.S. (ICAL)
Como hay elecciones autonómicas y locales dentro de seis meses, los políticos están ya de los nervios, disparando a todo lo que se mueve, como un arrebatado Pablo Casado en la tómbola del Congreso. Nunca habíamos caído tan bajo, pero siempre se puede escarbar, decía un consejero catalán. Escarbar en la miseria.

Lo primero que hace falta es un poco de sosiego, escuchar y dejarse de insultos y palabras gruesas. Defender el cierre de la minería, estar contra la quema de neumáticos en Toral o contra una macro incineradora de biomasa de dudosa legalidad no significa ser enemigo del Bierzo, de mis paisanos y de sus familias. Lo defiendo, aunque algunos me crucifiquen por la espalda y otros me incluyan en listas negras, porque creo que es lo mejor para el Bierzo. Puedo estar equivocado. Está por ver si los ecologistas acertamos o no, pero lo que es seguro es que nuestros representantes en los últimos treinta años han fracasado rotundamente.

Un poco de sentido común: se firma en Madrid un acuerdo —habrá que leer la letra menuda—, con el Ministerio para la Transición Ecológica, patronal del carbón y sindicatos, que pone sobre la mesa 250 millones/€ para un Plan de Desarrollo de Energías Renovables y Eficiencia Energética, y a la consejera de Economía solo se le ocurre decir que «el Bierzo se va a morir». ¡Oiga, señora, que llevan ustedes gobernando Castilla y León, y por tanto el Bierzo, sin parar desde el año 1987, treinta añitos! Alguna responsabilidad tendrán, ¿no?

Lo que no tienen es vergüenza. Ni ustedes ni los alcaldes y sindicalistas que llevan décadas chupando el momio de los fondos Miner (para no reindustrializar nada, a la vista está), ni los empresarios salvajes que han dejado el Bierzo sembrado de chamizos y vertederos y se han llevado el dinerito fuera. Este es el modelo insostenible, de destrucción de puestos de trabajo y territorio, que no queremos nunca más. El modelo de los enemigos del Bierzo.

¿Quiénes? Les diré quiénes son, en mi opinión, los verdaderos enemigos del Bierzo. En primer lugar, nosotros, los bercianos y bercianas que votamos a corruptos en vez de darles una patada democrática allí donde la espalda pierde su hermoso nombre. Somos nuestro peor enemigo, en esto estoy de acuerdo con Prada a Tope; y tenemos una grave responsabilidad por desidia y abandono. Nos hemos acostumbrado a vivir del dinero público, de la jubilación anticipada y del subsidio. Anestesiados.

En segundo lugar, una panda de saqueadores —me niego a llamarles empresarios, oficio digno— que han hecho en la mina o en la pizarra lo que les ha dado la gana. Han saqueado canteras sin licencia, han dejado valles puros convertidos en escombreras, han robado, han incumplido todas las normas y legislaciones, han sobornado alcaldes y jueces y, para acabar, se han llevado el dinero fuera y han enviado a los trabajadores a la puta calle cuando les convino, eso sí, dejando un paquete a la Seguridad Social, otro a Hacienda y, en definitiva, al bolsillo público. Sus beneficios los hemos pagado todos y, luego, sus pérdidas, también.

En tercer lugar, son enemigos del Bierzo los gestores de los fondos Miner: desde 1990, España ha enterrado 24.000 millones de euros en las cuencas mineras. Estamos esperando una auditoría de infarto, a la que PP, PSOE y los sindicatos sistémicos se niegan. Oiga, el Grupo Alonso —cuyo jefe debería estar en la cárcel hace tiempo— ha percibido 213 millones de euros de planes Miner y el Grupo Viloria otros 154 millones. Dinero público tirado, que ha creado un magma de corruptelas y estómagos agradecidos. No doy nombres porque estamos en horario infantil, pero los lectores pueden añadir la lista de alcaldes y sindicalistas untados por los fondos Miner. Verdaderos enemigos y saqueadores del Bierzo.

Y en cuarto lugar, se ponga como se ponga la consejera doliente, es enemiga del Bierzo en los últimos treinta años la Junta de Castilla y León, gobernada sucesivamente por Aznar, Lucas, Posada y Herrera, sostenidos por un sistema electoral anómalo, de baja representatividad y mínima calidad democrática. Cuatro patas para un banco: el de la corrupción. La lista de casos de sus gobiernos pendientes ante los tribunales rivaliza con la lista de los reyes godos.
Para los gestores de Valladolid, el Bierzo es un territorio exótico y lejano, cuyos aborígenes comen embutidos raros y, teniendo todas las riquezas imaginables, están al borde de la extinción. Fornela tiene ya la densidad de población de Siberia. Pero son ustedes los que nos han llevado a esta ruina. Ningún ecologista ha tenido responsabilidades de gobierno en el Bierzo ni en Castilla y León. Ustedes son los culpables.

Y esta es la verdad sencilla cuando hablamos de la minería: los bercianos somos nuestro peor enemigo, votamos y consentimos alcaldes y sindicalistas corruptos, hacemos la ola a unos indocumentados que aterrizan de vez en cuando desde Valladolid para hacerse una foto; y nadie sabe ni quiere saber —y ustedes lo ocultan y bloquean la auditoría— dónde han ido a parar los 24.000 millones de los fondos Miner.

Espero que el acuerdo firmado estos días no siga el mismo camino; pero entonces, señora ministra para la Transición Ecológica, no ponga usted a los mismos zorros a cuidar nuestro indefenso gallinero. ¡Arriba las ramas!
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