Ángeles en el Camino

Un hervidero de gente ávida de llegar a Santiago era como Norberto Beberide veía el Camino en sus inicios, cuando el primer albergue de la ruta francesa tomaba forma en Villafranca. Hoy la atención al peregrino hace que ese hervor sea también de afecto y seguridad.

Ramón Cela
12/09/2021
 Actualizado a 12/09/2021
Atención de la Guardia Civil y Protección Civil en el Camino, con un grupo rociero a caballo que aplaudió esa ayuda. | RAMÓN CELA
Atención de la Guardia Civil y Protección Civil en el Camino, con un grupo rociero a caballo que aplaudió esa ayuda. | RAMÓN CELA
Hace muchos años que un villafranquino excepcional en todo llamado Norberto Beberide decía: Cuando pasen algunos años El Camino de Santiago, será un hervidero de gente ávida de llegar a postrarse ante los pies de Santiago.

Decía esta profecía cuando dirigía con otros amigos, también de esta villa, las obras de restauración de la Iglesia de Santiago y la maravillosa y siempre admirada Puerta del Perdón, que tiene el privilegio deque cualquier peregrino puede ganar el Jubileo igual que en la Puerta Santa de Santiago de Compostela, merced a una bula otorgada por los papas Calixto III y refrendada por Urbano II, mientras que algunos eruditos afirman que fue Alejandro VIquien concluyó y refrendó el privilegio, siempre que sea por enfermedad o accidente.

Beberide tenía, además de grandes conocimientos, una enorme intuición y siempre parecía que vivía cincuenta años por delante de aquellas personas que le rodeaban. Pero esto no extrañaba a nadie, debido a que era considerado por los que teníamos el privilegio de estar en su entorno porque siempre pensábamos que era la reencarnación de Leonardo Da Vichi, que en palabras del gran escritor Victoriano Crémer y a la vista de sus innumerables virtudes, nadie dudaba. La magnífica restauración se realizó sin coste alguno a la Diócesis ni al Ayuntamiento, porque hubo multitud de colaboraciones, tanto de material como de mano de obra.

No tardó mucho tiempo en ir cumpliéndose la profecía de Norberto Beberide y cada año iba creciendo el número de peregrinos que hacían el Camino y un camionero llamado Jesús Arias Jato, hizo un pequeño albergue en una finca muy próxima, que se llamó el Albergue de Jato y se dio la circunstancia de que era el primero que se hacía en toda la ruta que comprende el Camino Francés. Me estoy refiriendo a una época de hace más de cincuenta años y mientras ‘Jato’ marchaba por las carreteras del mundo, su esposa y sus siete hijas cuidaban a los escasos peregrinos, que pernoctaban gratuitamente en un albergue, que más parecía un cobertizo, pero que era ideal para reponer fuerzas a los caminantes exhaustos.

Pronto fueron bastantes más y el Albergue de ‘Jato’ comenzó a cobrar vida, hasta la fatídica noche, que nadie sabe cómo, comenzó a arder y se destruyó por completo. Lo que obligó a su dueño a replantearse la idea de hacerlo de nuevo y con materiales ignífugos. Llamándose a continuación Ave Fénix.

La profecía de Beberide comenzó a cobrar tanta fuerza que, en la actualidad, Villafranca del Bierzo cuenta con más de veinticinco lugares de alojamiento entre hoteles y albergues, estando siempre llenos en los meses de verano.

Al mismo tiempo, la Cruz Roja de la villa, comenzó a prestar servicios de protección y ayuda al peregrino, que en muchos casos, sobrepasaba su capacidad, debido a la gran extensión que se necesitaba cubrir, ya que, en ocasiones, algunos se perdían y era preciso encontrarles, bien por los montes o por caminos mal señalizados.

Afortunadamente, el cura párroco del Cebrero ( Lugo ) Don Elías Valiñas, consiguió que la empresa que hacía la nueva carretera le donara unos barriles de pintura amarilla y, ni corto ni perezoso, comenzó la ingente labor de señalizar con flechas amarillas el Camino Francés, justo hasta la frontera con Francia y no llegó a más, porque la gendarmería, se lo prohibió.

Hoy, el Camino transcurre con flechas amarillas indicando al peregrino por dónde tiene que seguir. Labor que nunca le fue suficientemente agradecida, mientras que los contratistas de la carretera jamás hubieron pensado que aquella pintura iba a ser tan importante para el caminante. Pasaron los años y se creó el magnífico servicio de voluntarios de Protección Civil, que tomó la antorcha y con la Cruz Roja, comenzaron a hacer que su labor fuera digna de todo elogio por distintas lenguas y países. Actualmente, la magnífica iniciativa del Benemérito Cuerpo de la Guardia Civil comenzó a patrullar el Camino, con una Oficina de Información y Ayuda a los Caminantes. Es algo que hace que los peregrinos se desvivan en elogios hacía este cuerpo, así como a los voluntarios de Protección Civil, que entre ambos cubren todos los trayectos y hacen que cada año se multipliquen los peregrinos.

Tanto Protección Civil como La Guardia Civil, que anteriormente ya patrullaba el Camino, compiten en amabilidad y ayuda al caminante, de tal manera que hemos sido testigos de conversaciones con el extranjero en las cuales se pone como ejemplo esta labor tan meritoria. Incluso, hemos sido testigos de que policías alemanes, que hacían el Camino, o gendarmes de Francia, intercambiaban cosas como recuerdos al tiempo que se hacían fotos con miembros de Protección Civil y Guardia Civil. Como cada día es más fácil la comunicación entre distintas lenguas, muchos miembros de la Guardia Civil y Protección Civil, practican distintos idiomas y estos nunca son problema tanto para los unos como los otros.
Recientemente, Los Rocieros de Huelva, pasaban a caballo y se quedaban perplejos ante la amabilidad de estos dos servicios al peregrino y se lamentaban de que en su tierra no había tanta ayuda al caminante. Es posible que exageraran un poco, pero la satisfacción de sus rostros, denotaba un agradecimiento y cariño difícil de ocultar. La Guardia Civil, les obsequiaba con pulseritas de tela con los emblemas del Cuerpo y seguro que en Santiago todos ellos la llevaban con orgullo. «Tò este Camino e un alucine». Afirmaba uno de los caballistas con acento bien marcado andaluz.Como estos últimos hacían un video en directo, se les oía decir a sus familiares y amigos, que el próximo año volverían pero muchos más, porque todo esto les llegaba al alma.
Solo me resta felicitar sinceramente tanto a la Guardia Civil como a los miembros de Protección Civil, porque su labor es inmejorable.
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