Por razones que no viene al caso analizar, en la sociedad del siglo XXI siguen circulando bulos y disparates similares a los que existían en la Edad Media, cuando se creía, con toda naturalidad, en brujos, ángeles, milagros, dioses y demonios. Se trata, eso sí, de creencias que no tienen ningún tipo de connotación religiosa y que son admitidas, también con toda naturalidad, con personas sensatas, que consideran que son verdades indiscutibles y dignas de todo crédito.
Además, a menudo se presentan bajo la apariencia de opiniones científicas, aunque son justamente lo opuesto al conocimiento racional y científico de nuestro mundo. La forma de la Tierra (plana según algunos), es una de las más recientes. Otra es la de suponer que bajo el suelo hay corrientes de agua similares a las de la superficie, bien definidas y que, a modo de venas, tuberías o conductos, se pueden detectar caminando por el terreno.Esas venas de agua serían lo mismo que los ríos y arroyos de la superficie que vemos día tras día. Conductos con un trazado lineal bien definido, con caudales muy concretos y demás. De este asunto me ocuparé.
Agua subterránea en la ciencia
Las ideas sobre la acumulación, circulación y eventual extracción de agua subterránea que son admitidas como ciertas por gran parte de la sociedad y más en concreto por lo llamados zahoríes, son desde el punto de vista científico y racional un disparate tan grande como decir que la catedral de León está…en Moscú. La Ciencia, y por lo que respecta al tema del agua subterránea, tiene una opinión radicalmente diferente y totalmente opuesta a la que exponen los zahoríes. Dicho esto dirá el lector ¿cuál es la opinión de la Ciencia?. La opinión de la Ciencia y desde el siglo XVIII, o quizá incluso antes, ha sido expuesta por muchos geólogos y también científicos de reconocido prestigio en todo el mundo como Bernouilli o Darcy entre otros. Yo, desde hace más de 15 años, he publicado una considerable cantidad de artículos al respecto. Si los expusiere todos supongo que podría llenar todas las páginas de este diario. Lo hice empleando un lenguaje que considero comprensible para cualquier persona, peroentrando muy poco en asuntos de índole matemática. Fueron pues explicaciones incompletas. La Ciencia y por lo que respecta al tema del agua subterráneatiene una opinión radicalmente diferente y totalmente opuesta a la que exponen los zahoríes.
Por supuesto hay otras muchas más personas, que saben mucho más que yo de este asunto y que han publicado incluso libros enteros sobre el tema. A título de ejemplo podría citar uno que debe ser un clásico desde hace años. Se titula Hidrogeología Subterránea y sus autores son E. Custodio y M. R. Llamas. Hay, asimismo, unos magníficos apuntes del profesor F. Javier Sánchez San Román (Universidad de Salamanca) y la lista se podría alargar muchísimo más. Otro tema es que sean de fácil lectura para una gran parte de las personas.
La rama de la Ciencia que se ocupa del agua subterránea es la Hidrogeología. Si una persona cualquiera conociese la opinión de la Hidrogeología y la comparase con las creencias del zahorí tendría ocasión de contrastar y de dudar. Carl Sagan un célebre científico dijo que la duda era una de las virtudes de la Humanidad. El problema es que el lenguaje científico ( en el fondo un lenguaje con base matemática), es a menudo demasiado complicado para ser entendido con facilidad. Es lo que dije al inicio. Por este motivo, para adquirir conocimientos suficientes en muchas ramas del conocimiento racional y científico, hacen falta no sólo los 4 ó5 años de los estudios universitarios.
Esos conocimientos son imposibles de asumir si antes (enseñanza secundaria y primaria), no se han entendido perfectamente otros, que se enseñan en los muchos años previos a la universidad. Una persona que sepa leer y escribir perfectamente, puede ser totalmente incapaz de entender una gran parte del contenido de un libro de física, química, matemáticas…o incluso de geología. Insisto en esta idea que es clave.
Lo digo con perfecto conocimiento de causa (me parece), porque toda mi vida y ya voy camino de los 70, he estado en contacto con las matemáticas, en la enseñanza primaria, en la enseñanza media (bachillerato y COU), en la universidad (Geología) y después ya en la vida laboral (geología, topografía, geodesia, trigonometría, fotogrametría, hidrogeología…). Además desde hace décadas me he dedicado (por simple afición) a divulgar el conocimiento científico y eso me ha obligado a seguir en la práctica estudiando toda la vida. Aún así hay razonamientos matemáticos y científicos en general, que me resultan difíciles de asimilar. Algunos tienen que ver justamente con la Hidrogeología. Por ejemplo la ‘sencilla’ ecuación de Laplace…que por cierto, ni siquiera yo domino a la perfección.
Por tanto, el problema no estriba en que la Ciencia no tenga una explicación racional respecto al agua subterránea ( y a otros muchos temas). El problema es que una gran parte de la sociedad, no tiene los conocimientos suficientes para entender el lenguaje científico. Si se entendiese, resultaría evidente que el agua bajo el terreno abunda y existe en enormes extensiones en las que generalmente se halla de modo muy disperso (en huecos, poros y fisuras) y moviéndose de modo muy distinto a como lo hace en superficie. Los pozos sondeos o cualquier excavación subterránea, lo que provocan es una situación tal que el agua, desde muy diferentes partes en el entorno el pozo o sondeo, fluye con más o menos facilidad al mismo.
Los flujos de agua perceptibles en un pozo, tal y como se pueden veruna vez extraída el agua , son flujoso corrientes que antes de hacerse el pozo, sondeo o galería minera, no existían. El agua fluye hacia en pozo si este está vacío u ocupado sólo por aire. Por tanto, la pregunta es la siguiente: ¿cómo es posible detectar algo que no existe?. La única respuesta posible es que se adivina lo que va a suceder, pero en este caso ¿cómo es posible adivinarlo?. Lo que ocurre es que hay personas que creen sentir unas misteriosas energías, que atribuyen a corrientes de agua subterráneas.
Estamos pues ante una creencia. Luego volveré sobre este punto.Lógicamente estos flujos pueden variar y varían con el transcurso del tiempo. Por otra parte una vez que el agua que fluye al pozo llega a un cierto nivel, se estabiliza y esas corrientes existentes con el pozo vacío cesan. El flujo total de agua hacia un pozo o sondeo , cuando este existe ese flujo, se expresa mediante fórmulas matemáticas ya conocidas desde el siglo XIX, pero que muchas personas aún hoy día no entienden.
Efecto Ideomotor
Los movimientos de los péndulos, varillas, ramas en forma de Y que ‘detectan’ los zahories son reales, pero no están provocados por ningún tipo de corriente de agua. Están provocados única y exclusivamente por el propio zahorí ( aunque no es consciente de ello). En definitiva, lo que mueve los péndulos y las varillas no es nada que exista en el interior de la tierra, es algo que está en el exterior, el propio zahorí o si se prefiere su mente.Este insólito fenómeno es el conocido como “efecto ideomotor”, analizado ya desde elsiglo XIX. La mente del zahorí, engaña al zahorí y este, de modo inconsciente, por supuesto, engaña a quienes le observan. Hace ya muchos años que se conoce este fenómeno, que se produce en otras circunstancias como el llamado ‘juego de la copa’ o la tabla ‘ouija’.
La causa de esos movimientos de objetos, que son siempre de equilibrio inestable (esta es la clave), no es nada que exista bajo el suelo. Es, insisto, el propio zahorí (o su mente) la que provoca diminutas vibraciones, que son siempre amplificadas por los instrumentos de ‘medida’. Así de simple. No obstante añado que los psicólogos son quienes mejor pueden explicar este fenómeno, que por ello nada tiene que ver con corrientes de agua o de cualquier otro fluido. En definitiva, lo que mueve los péndulos y las varillas no es nada que exista en el interior de la tierra, es algo que está en el exterior, el propio zahorí o si se prefiere su mente.
Para no dejar ningún cabo suelto añado que lo que ocurre con la búsqueda de agua subterránea sucede en muchísimas más facetas. Las pseudociencias (creencias que parecen verdades pero que no lo son) y aún en pleno siglo XXI, siguen floreciendo como hace siglos. En alguna ocasión he escrito sobre este asunto.
Por mi parte quiero puntualizar que al escribir artículos intento ser muy meticuloso. Quizá demasiado. Me gusta comprobar y revisar una y otra vez datos, que ya conozco con el fin de que no haya margen para el más mínimo error. Incluso errores de ortografía por mínimos que sean. Creo que adquirí esa ¿mala costumbre? en la mina, cuando realizaba labores de topografía y con el afán de hacer las medidas y los cálculos siempre lo más perfectos posible. No obstante, la obsesión por la perfección puede ser también un defecto. No es admisible estar siempre revisando todo.
Además, errar es propio de los humanos y yo,como cualquier otra persona, he cometido errores. Si cualquier lector advirtiere alguno en este artículo o viese cualquier motivo para rebatir lo que he dicho, lo escucharía con atención. Siempre es posible aprender de los errores.
Rogelio Meléndez Tercero, geólogo berciano