Lázaro Vijande: "El Bierzo es territorio de emprendedores que asumen más el riesgo que en León"

El coordinador del Secot en El Bierzo lleva seis años ayudando a posibles empresarios a poner en marcha sus sueños, siempre con los pies en el suelo

07/10/2024
 Actualizado a 07/10/2024
Lázaro Vijande, coordinador del Secot en El Bierzo, en la sede de L.N.C. en Ponferrada. | MAR IGLESIAS
Lázaro Vijande, coordinador del Secot en El Bierzo, en la sede de L.N.C. en Ponferrada. | MAR IGLESIAS

Llegó al Bierzo en 1976, con una apuesta por la escuela rural en el bolsillo y con vistas a apellidarse berciano. Fue el maestro de Campo durante 20 años y allí aprendido y enseñó mientras seguía caminando. Lo hizo dando pasos por Psicología en la Uned y acabó en un Instituto de Villafranca, orientando en atención a la diversidad. Después pasó a Ponferrada para seguir por ese terreno dando la mano a varios centros educativos, tan dispares y diversos como Flores del Sil o Silván, ya en la Cabrera. Fue tutor de la UNED hasta que se jubiló y se dio cuenta que en la maleta llevaba un trajín que no quería dejar parar. Así empezaron sus seis años de colaborador con el Secot, Senior de Asesoramiento Empresarial, una asociación sin ánimo de lucro compuesta por antiguos empresarios, ejecutivos o funcionarios que orientan a nuevos emprendedores de manera desinteresada. Es una plaza en la que le gusta lidiar a Vijande, porque desde ella ayuda a egresados, a emprendedores que se rearman tras los sinsabores de algún fracaso laboral, a parados sin titulación...


Este verano ha estado apoyando a dos emprendedoras que han sacado adelante sendas iniciativas. Colabora con titulados de FP en cuatro centros, el CIFP de Ponferrada, el IESVE, el IES de Fuentesnuevas y el de Bembibre y también con la Escuela taller. «Han pasado por nosotros más de mil alumnos en El Bierzo, más que en León», apunta. En ellos ve ganas pero también carencias, porque su ayuda, en muchos casos, ha ido tallando la manera en la que elaborar un curriculum o cómo enfrentar una entrevista de trabajo «te encuentras con chicos con ilusión y otros no tanto, más verdes, pero hay que darles tiempo», dice un empático tutor que siempre ve el vaso medio lleno.

Apunta que desde el Secot «encontramos en el Bierzo características extraordinarias, personas valientes y con ganas de emprender», apunta «con afán de logro». Eso arrastra el empuje de los orientadores también, que van puliendo ideas que no quieren conocer al completo, para que no puedan expandirse antes de realizarse «intentamos sacar los puntos fuertes que tienen como personas», esos emprendedores. Lo primero es conocer su idea y cotejar si es viable. Si no lo es, el proceso se frena ahí, pensando que el golpe de realidad es mejor que el de la caída de un sueño, aunque la mayoría de las veces, lo que intentan es remodelar ese proyecto marcado a mano alzada por el emprendedor para que pueda coger fuelle. Si pasa el tamiz, se le asignan dos orientadores que, a lo largo de seis meses, acompañarán al futuro empresario en su despegue «recogemos sus preocupaciones y sus miedos a que la cosa no vaya como ellos creen», explica. 


A nivel provincial hay medio centenar de «secots» que ayudan a los emprendedores. En el Bierzo son 5, aunque activos solo 2 o 3 «porque es algo que te exige mucho», reconoce el coordinador, aunque considera que el premio de que un emprendedor llegue al final del recorrido y que diga «ya no te necesito» merece la pena.  Sobre todo, le dan un apoyo de escucha «porque muchos tienen grandes problemas y a veces solo necesitan eso, que escuches. Tal vez no puedas darles soluciones, pero sí puedes darles seguridad, sin que dependan de ti». Tras los seis meses de apoyo, pasan otros 6 unidos al emprendedor por un fino cordón umbilical que poco a poco irá rompiéndose. En ese proceso, reconoce que lo peor es que el empresario que nace con ganas, ve que tiene pérdidas «es normal. A los 5 años, el 95% de los negocios tiene que cerrar», dice, dando un vuelco de realidad a la ensoñación de emprender «es muy delicado, pero la satisfacción cuando lo consigues es importante», dice. 


Reconoce Vijande que El Bierzo es «un territorio de emprendedores, que asumen más el riesgo que en León. Hay ganas y ¿cómo te va a negar a ayudarles así?», dice. Lo hacen desde tres puntos físicos: el Campus, la UNED y la Cámara de Comercio, donde tienen su punto de información y desde donde también conciertan los primeros pasos para unirse al emprendedor «pero la mayor parte llega a nosotros por el boca a boca», apunta. En un primer momento se elabora una ficha sobre el proyecto de emprendimiento, se ve su viabilidad y se avanza con la tutorización. Hay un alto porcentaje de proyectos que ven que pueden salir adelante, y ayudan al emprendedor a encauzar la pedida de créditos o subvenciones. «Hay gente con excesivos pájaros en la cabeza» reconoce, pero otros mantienen proyectos posibles «son proyectos muy dispares y eso es bueno», reconoce «El Bierzo es valiente y creer en sí mismos es el 50% del logro». 


Cada año pasan por sus manos al menos un proyecto. Este año han sido dos, y, de todos ellos, solo dos han fracasado. Ambos por lo mismo: esperar al cliente en el local. Reconoce que es una tara a solventar «hay que salir a la calle», dice. Pero ve «cosas interesantes» en estos momentos que pueden hacer que los locales cerrados que ahora recuerda con movimiento, vuelvan a la vida. 
Vijande reconoce que las administraciones tienen mucho que aportar en estos proyectos y aplaude que lo estén haciendo «aunque hay que ir a más» apunta. En ese sentido, lo que considera que debería hacerse es «traer dinero de donde sea, de los fondos europeos principalmente», enfocados a ayudar al emprendimiento «y dejarse de ideologías. Estamos trabajando por una comarca que demostró que valía y necesita de todos. Hay que recuperar El Bierzo». 

“Es necesario que nos sentemos a hablar y definir jerárquicamente objetivos, todos a una, se lo debemos a mucha gente”, reconoce.

Vijande ayuda a emprendedores noveles, que salen de la FP balbuceando sus primeras palabras empresariales, pero también a personas de mediana edad que han tenido fracasos laborales y se han sabido rehacer. Reconoce que hay chicos de entre 18 y 20 años con mucha fuerza emprendedora “otros sabes de antemano que no van a llegar”, dice. Pero en la Escuela Taller hay otro perfil “de personas recias y curtidas, a las que no les importa trabajar y me gustaría que triunfaran”, dice. “Saben volver a empezar”. De todos modos, dice que “cree” en la juventud, aunque también reconoce que muchos necesitan un cambio de dirección "tal vez sea culpa de los adultos que no se la hemos sabido marcar”. Pero considera que lo importante es salir de la queja perpetua e intentar algo para recuperar la “ciudad floreciente” que él encontró en 1976.

Espera que en 20 años El Bierzo coja pulso, unido a la agroalimentación, tal vez “tenemos que definir el camino y ayudar a estos chicos a que empiecen. Hay madera”, reconoce, y lo que falta es ayuda “no dejemos que se vayan. Mi hijo ha tenido que irse y yo me revelo contra eso”. Considera que se les debe de permitir decidir, y que tengan formación para ser libres y poder crecer donde quieran. Pero apunta como principal problema la despoblación. Esos jóvenes que se van, los mayores que mueren o que finalmente acompañan a sus hijos.

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