Tras un nuevo derrumbe, esta vez en la autovía que conecta Asturias con León, sobre el vial, donde la tierra se vino abajo y tapó el paso de vehículos, con la buena noticia de no haber arrasado vidas bajo ella, el recuento de sucesos de este tipo ponen al Bierzo a la cabeza de zonas donde esto sucede.
Desde 2022 se han producido diversos sustos. Lo mejor de ellos, que no han costado vidas humanas. El primero tuvo que ver con la caída de un viaducto, el que aún se mantiene a la espera de rehacerse. El 7 de junio de 2022 parte del viaducto de O Castro colapsó. En aquel momento el tramo estaba cerrado al tráfico debido a unas obras de mantenimiento que se estaban realizando y eso fue lo que eliminó una tragedia mayor. Eso sí, la conexión Galicia con la meseta quedó comprometida y aún sufre los achaques de no contar con esa estructura reabierta. Precisamente estos días, las obras han vuelto a cortar el tráfico. Transportes anunciaba que lo haría en la calzada sentido Madrid de la autovía A-6, entre los kilómetros 432 y 422, entre las diez de la noche y las siete de la mañana en cada una de las cuatro jornadas que van desde este lunes 11, y hasta el viernes 15 de noviembre. Los trabajos se realizarán siempre en horario nocturno para minimizar las molestias. El itinerario alternativo para el tráfico sentido Madrid, convenientemente señalizado, se realizará a través de la N-6, por Pedrafita do Cebreiro. La caída del viaducto supuso un suceso de dimensiones notables, que ha supuesto una inversión inicial de 70 millones. Pero, lo que se han encontrado después ha hecho que el Consejo de Ministro aprobara, hace menos de un mes, una nueva partida de más de 20,3 millones para poder recuperar esta estructura que, como fecha de apertura, se mantenía la de últimos de este año.
Las incomodidades en el transporte se unieron, desde el 14 de mayo, a la desconexión del Bierzo con Villablino. Un desprendimiento de rocas sobre el vial de la CL-631 cortaron esta conexión. La carretera, a la altura del municipio berciano de Páramo del Sil quedó cerrada al tráfico por toneladas de piedra que se desplomaron de una manera severa sobre el asfalto. Por suerte no hubo víctimas, pero la alcaldesa de Páramo, Alicia García recordaba que antes se había advertido que había habido avisos de piedra que sí tuvieron consecuencias.
Las obras se iniciaron con rapidez y el tráfico, en un carril, se pudo reestablecer en dos meses. Pero no se dio un servicio de acceso completo y eso ha creado una polémica notable en dos barrios de Páramo que siguen teniendo que hacer un recorrido mayor para poder conectarse y aún no hay una fecha precisa para la recuperación de la comunicación al completo.
La tierra tiene ese vicio incómodo de desestabilizarse en el Bierzo.
Tal vez donde más lo hayamos vivido es el acceso de montaña a Peñalba, aunque el tráfico sea menos denso en esa zona, pero es la conexión con uno de los pueblos declarado más bonitos de España. Los desprendimientos se producen tras fuertes tormentas siempre, pero hubo uno, el mayor, que tuvo que ver también con un gran incendio que rebajó el sostén de los árboles. En 2018, el enorme torrente de agua del arroyo Los Mateos hizo que se cortara el tráfico en esa zona, que ahora cuenta con una nueva conexión por el Alto La Cruz, por la carretera de montaña del Morredero. Durante los últimos años se ha estudiado cómo poder hacer una conexión que no sufra los constantes y peligrosos desprendimientos en el vial del Oza y parece que ahora se podrá realizar con un importe superior a los 800.000 euros –según el contrato formalizado en 2023 con Tragsa. Tambiñen en 2018 se produjo un desprendimiento en Pobladura de Las Regueras, en el municipio de Igüeña. De nuevo cuatro municipios, con una población de unos 700 vecinos se vio afectada por el corte del vial. Ha habido desprendimientos en el vial a Colinas del Campo y también en Villafranca del Bierzo, a la altura del Parador Nacional de Turismo, que ocupó parte de la calzada, en enero de este año.
Pero los desprendimientos han seguido dando dolores de cabeza a una comarca tocada por su orografía complicada. Así, en Peranzanes también vivieron una complicada desconexión por culpa de un derrumbe que supuso cortar el vial. En febrero de este año, un derrumbe cortaba el acceso desde Fabero a Peranzanes y comenzaba una complicada labor de recuperación.
El derrumbe se produjo la altura del desvío hacia la localidad de Faro, con piedras muy grandes y “estamos incomunicados”, lamentaba la alcaldesa, Henar García, en ese momento. “Había pasado un coche minutos antes. Su dueño nos avisó de que habían caído algunas piedras. Cuando fuimos ya se había derrumbado el resto de la montaña”, explicaba. De nuevo Peranzanes esquivó la tragedia, en un vial de la Diputación de León.
Diputación ha tenido que aprobar partidas para poner solución a estos desprendimientos. Como el producido en Puente de Domingo Flórez, con 200.000 euros de principio para eliminar el peligro que supone para el tráfico rodado, que es alto en esa zona.
El año pasado la carretera que va desde Puente de Domingo Flórez a San Pedro de Trones, corazón de la pizarra se desplomó y lo hizo arrastrando los tejados de algunas bodegas, hasta pasar al vial. Era la segunda vez que se producía un desprendimiento de estas características.
El más curioso, por estas fechas el año pasado fue el socavón que el agua abrió en La Cernada, pedanía de Vega de Valcarce, en la conexión a la Faba, que dejó una imagen destacada. Dos coches tragados literalmente por la carretera. El vial tuvo que ser cortado y Diputación se puso manos a la obra para recuperar la normalidad.
La tierra sigue cayendo. Aún en el recuerdo está la montaña de La Escrita que no permitía dormir a los vecinos de Villafranca cuando se hizo la Autovía porque no dejaba de venirse abajo o los desprendimientos en la N-534 hacia Puente de Domingo Flórez.
En enero del año pasado, se sumaban a la lista de los desprendimientos fortuitos, el de un talud a la entrada de Torre del Bierzo por la vieja N-VI. Operarios de la Junta de Castilla y León, titular de la carretera LE-5318, en este caso, se pusieron a trabajar con intensidad para reabrir la conexión al tráfico.
Y el último de estos sucesos se registró en el acceso a Espanillo, localidad del municipio berciano de Arganza, con una veintena de vecinos, que amaneció el 17 de octubre cortado por las rocas caídas en el vial debido a las intensas lluvias precedentes.
Una lista amplia que no deja de sumar sucesos y que, del lado positivo, no ha marcado tragedias personales.