Hemos quedado en la terraza de una cafetería próxima al río Cúa. Ha llegado puntual en una bicicleta pertrechado con un traje idóneo y un casco reglamentario. Además del ciclismo concede al surf momentos para su relajación. A simple vista ofrece la imagen de una persona accesible, amable y optimista que hace de la biblioteca un lugar de encuentro e intercambio de saberes.
¿Dónde y cuándo has nacido?
Para responder a esta pregunta siempre me veo dando una pequeña explicación previa, ¡para algo tan sencillo! Nacer, como acto de aparición, un viernes 13 de 1985 en Ferrol; sin embargo, el reverso de mi DNI dice que un viernes 13 de 1985, pero en Ortigueira, unos 50 km más al nordeste. Ahora, si no hubiera encontrado espacio para esta explicación, es probable que la respuesta fuera Ortigueira, por el vínculo sentimental y porque pienso que ya solo el hecho de pronunciar los topónimos de nuestros pueblos en espacios visibles ayuda para ‘hacer playa’, aunque casi siempre continuemos con una acotación para ubicarlos de forma más precisa en el mapa.
¿Cómo has llegado a Cacabelos?
Llegué a Cacabelos por las oposiciones, porque una mañana vi publicada en el BOE una convocatoria pública que ofrecía la posibilidad de trabajar aquí. En aquel momento todavía estaba trabajando en Madrid, en la Biblioteca Nacional de España, atento a cualquier oportunidad para regresar al noroeste peninsular; me había ido para estudiar y me estaba costando mucho volver, con momentos donde parecía haber proximidad y otros de máxima lejanía, como un movimiento orbital.
La biblioteca tiene que estar en línea con la personalidad del pueblo, de ahí que gran parte de nuestro esfuerzo se oriente en esa dirección Llegué a Cacabelos conociendo los puntos básicos: la población prerromana y romana, el Camino de Santiago, la cultura vitícola, etc. Vamos, una imagen de la villa trazada a brocha gruesa. Pero este es un pueblo que sorprende en las distancias cortas, por su número de figuras notables en las artes o el desarrollo empresarial; por su abrumador entorno natural; y por una personalidad abierta marcada por las grandes vías de comunicación que siempre han pasado por aquí, con el Camino de Santiago como máxima expresión de diversidad y fraternidad.
En cuanto a la biblioteca, tiene que estar en línea con la personalidad del pueblo, de ahí que gran parte de nuestro esfuerzo se oriente en esa dirección, para conectarla con el pueblo, para convertirla en un espacio de cruce y de encuentro, como la plaza, el mercado o la parroquia.
Sin embargo, esta biblioteca tiene mucho trabajo interno, algo que inevitablemente marca nuestra capacidad de acción. Pese a que procuramos que las bibliotecas ofrezcan una sensación de tranquilidad y de sosiego, el trabajo interno funciona como las corrientes marinas, que no dan tregua. Y esto es muy importante tenerlo presente; sin este trabajo interno, sin la atención a la colección, sin el tiempo necesario para la gestión, deshacemos la base sobre la que florecen los elementos más visibles de una biblioteca, como pueden ser sus actividades o sus acciones de acercamiento a la comunidad. En el caso de nuestra biblioteca nos situamos entre los 25.000 y los 30.000 libros, con un depósito, la llegada periódica de novedades a través del Centro Coordinador de Bibliotecas de León y donaciones. Esto nos lleva a buscar equilibrios que requieren de mucho trabajo para ofrecer esa tranquilidad y sosiego.
¿Qué mejoras necesita la biblioteca municipal?
Los recursos, siempre esquivos, condicionan el funcionamiento de nuestras instituciones y la Biblioteca de Cacabelos no escapa a esta circunstancia. Así, se presentan márgenes de mejora a distintos niveles, como la cuestión de las instalaciones y la necesidad de sumar a una persona en la plantilla, limitantes que constriñen a la Biblioteca, socavando su capacidad de acción y convirtiéndola en un perfecto bonsái, agradable en la mirada, pero sin capacidad para dar sombra. Si se consiguen romper estas barreras de crecimiento, Cacabelos está en disposición de contar con el principal centro de información del Bierzo occidental, actuando como un verdadero centro para el desarrollo cultural. Y esto lo digo desde el convencimiento absoluto del poder de la Biblioteca Pública, desde los hechos y acciones que nos avalan y desde el deseo profundo de poner en valor la vida en los pueblos.
Traer a la realidad algo así serviría para desterrar esa afirmación espantosa que dice «para aquí, bien le llega», pedrusco que nos distancia, nos vacía y nos castiga a la vez que instaura una suerte de pobreza institucional que nos lleva a ese constructo en boga de «la España vaciada» o «la España vacía».
Nuestra Biblioteca se caracteriza por la consecución de imposibles, procurando que necesidad, habilidad y oportunidad, tengan a bien darse cita en el mismo punto, mientras mantenemos el equilibrio entre el trabajo diario y evitar que nos abrume no poder liberar tanta energía acumulada.
¿Qué futuro les aguarda a las Bibliotecas Públicas?
La sobreestimulación puede confundir replicando la acción de la niebla. Ahí es donde una Biblioteca actúa como garante, como espacio acogedor que no te pide nada a cambio Las Bibliotecas llevan siglos pensando en el futuro. Desde los rollos de papiro, hasta los sistemas de información digital, la vocación es llegar al futuro, sobrevivir al presente y garantizar el derecho de acceso a la información de las generaciones que aún están por llegar.
Mira, aquí un apunte bibliotecario: para organizar nuestras colecciones utilizamos la Clasificación Decimal Universal, un sistema de organización del conocimiento basado en un código alfanumérico que parte del 0 y acaba en el 9. Pues bien, el número 4 está vacío, para asegurar nuevas reestructuraciones y dar cabida a elementos que hoy en día podríamos desconocer. Llevamos al futuro en lo más profundo de nuestro sentir, hasta en las tareas técnicas, fundamentales para cualquier servicio bibliotecario y con una visibilidad muy baja.
Es cierto que cuando hablamos de Bibliotecas y de lectura nos encontramos con un leitmotiv bien conocido: se lee poco. Es una afirmación que encaja perfectamente con el ideal derrotista que pone en duda el poder de la pausa, para asistir con premura cualquier tipo de interés, nos sea favorable o no. Ahora, de ahí a corresponderse con la realidad, hay unas cuantas leguas de viaje submarino.
Hoy en día leemos y lo hacemos constantemente. Estamos más alfabetizados que nunca y en comunión permanente con el código escrito. La sobreestimulación a la que estamos expuestos puede confundir, replicando la acción de la niebla, que nos resta claridad hasta en los días de cielo abierto. Y ahí es donde una Biblioteca actúa como garante, como espacio acogedor que no te pide nada a cambio, dispuesta para sustentar nuestro yo cultural o cualquier necesidad de información que podamos plantear.
Y algo verdemente importante: la Biblioteca no necesita ‘vestirse de domingo’ para lucir. Luce con un brillo magno cuando un niño que se llama Héctor quiere conocer la historia de Héctor de Troya; cuando una mujer de 82 años se emociona al llegar a un recuerdo a través del léxico que difundimos en el Caldeiro de Palabras; o cuando te sumerges en el pensamiento mágico durante las lecturas de cuentos infantiles. Y todo esto sucede un martes cualquiera, en un servicio cotidiano que podemos medir y considerar exitoso, pero que viene acompañado de un intangible, llamémoslo espiritualidad o energía, muy fuerte. Esto tiene una lectura muy positiva, ya que, mirando el calendario, quedan muchos martes por delante.
Tengo entendido que la Biblioteca, por ti pilotada, realiza múltiples y atractivos proyectos para la población y con la población. Háblanos sobre ello. Por ejemplo, del Caldeiro de Palabras.
Cuando hablamos de esa flotilla de actividades que acompaña a la actividad de las bibliotecas, debemos tener presente algo que se encuentra en la naturaleza misma de las propias bibliotecas: su carácter enciclopédico. En una Biblioteca podemos darnos cita para hablar de cualquier rama del saber. Una Biblioteca tiene cabida para un sinfín de temas, invita, incentiva, descubre; es la claraboya de entrada para toda esa luz que se arroja sobre nuestro desconocimiento y alimenta nuestra curiosidad innata. ¿Botánica? Adelante; ¿Geografía? Colocaremos mapas por toda la Biblioteca; ¿Una guía de aves de la zona? Fantástico, lo haremos en el exterior. Es un espacio natural para todo ello, nuestras estanterías ya están hablando de estos asuntos.
En cuanto al Caldeiro de Palabras, es un proyecto que nos ha sorprendido a todos los niveles. Lo diseñamos como una acción de corte divulgativo con el objetivo de tratar una cuestión propia del territorio: su variedad dialectal del gallego, influenciada por el castellano y el asturleonés. Nuestras herramientas serían una pizarra colocada en la puerta de la Biblioteca y los perfiles en redes sociales; escribiríamos palabras en ambos espacios y así llegaríamos a públicos diferentes, a los que también les pediríamos que nos sugirieran nuevas palabras.
Sabíamos que despertaría interés, como siempre lo hacen los temas locales, pero no contábamos con la repercusión mediática, que persiste y sigue dando visibilidad al proyecto. Una gran cantidad de medios puso el foco sobre la Biblioteca, tuvimos repercusión en los principales canales del mundo bibliotecario y ganamos el reconocimiento de distintos agentes culturales. Y todo sin llegar siquiera a los 20€.
El Caldeiro de Palabras nos está regalando momentos especiales, entrañables, únicos. La conexión con el público de mayor edad ha sido increíble. Siempre le damos titulares a la ilusión de los más pequeños, a su expresión de las emociones, pero ¿qué pasa con los mayores? Personalmente, pienso que la apertura de emociones y sentimientos de nuestros mayores tiene una carga emocional muy fuerte. Más allá de la cuestión léxica o gramatical, me gusta ver en el Caldeiro de Palabras un fondo emocional. La suma de las anécdotas que acompañan a cada palabra entregada está formando un sustrato nutrido, lleno de vida.
El proyecto del Caldeiro de Palabras, al igual que otras acciones que ponemos en marcha desde la Biblioteca, los entendemos como una forma de ‘hacer Cacabelos’, esa suma de labores cotidianas que cada cual pone en marcha desde su espacio, desde su profesión o área de interés. En esta forma de ver nuestro entramado social, pienso que es importante entender al pueblo como una red de nodos conectados e interdependientes, donde debemos proteger el éxito del prójimo para elevar a la comunidad.
Tu trabajo en la Biblioteca cacabelense lo compatibilizas con tu labor en la Universidad Internacional de La Rioja. ¿Cómo lo logras?
Como el estudio de oposiciones es compatible con pocas actividades, el perfil académico quedó a un lado, pero con la convicción de intentar recuperarlo en un futuro La compatibilidad con la Biblioteca es total, debido a que la universidad ‘vive’ en Internet. El espacio de trabajo que ofrece UNIR es verdaderamente interesante; desarrollamos nuestra labor en el ecosistema digital, donde tiempo y espacio se dimensionan a medida de profesorado y alumnado. Esto ofrece muchas ventajas, que ya cada cual las adapta a su realidad.
Mi vínculo con la academia había entrado en reposo tras presentar mi tesis doctoral, momento en el que decidí comenzar a estudiar oposiciones. Como el estudio de oposiciones es compatible con pocas actividades, el perfil académico quedó a un lado, pero con la convicción de intentar recuperarlo en un futuro, así que cuando me surgió la oportunidad de sumarme a UNIR, no lo dudé. Gracias a este vínculo estoy en contacto con alumnado de toda la Hispanidad, con lo enriquecedor que resulta en un mundo donde las influencias sociales, culturales o políticas toman múltiples direcciones sin atender a océanos o grandes cordilleras.
Actualmente, el grueso de mi labor docente se concentra en la dirección de trabajos fin máster, que podemos identificar como el momento culmen de un posgrado. Partiendo de un folio en blanco, los alumnos desarrollan una investigación, donde ponen en práctica todos los conocimientos adquiridos durante el programa educativo.
Esto plantea una suma de progreso profesional y personal que redunda en la biblioteca, donde, de algún modo, terminan por darse cita todo tipo de experiencias que se acomodan con el trabajo técnico y también en el abrazo que debemos plantear hacia nuestra comunidad cercana. El valor de lo experimentado previamente tiene reflejo en nuestras acciones cotidianas. Las estructuras mentales que creamos al desarrollar la investigación que da lugar a una tesis doctoral, vuelven a diario cuando la materia prima con la que trabajamos sigue siendo la información. En mi tesis hablé de distribución de información partiendo del conocimiento científico, llevando a un punto común mis estudios previos que se apoyaban en la documentación y en la comunicación. Ahora trabajo en una biblioteca pública y pese a la aparente distancia, todo está conectado, todo fluye y se enriquece.
Una persona que dedica tantas horas a los libros, ‘papeles’ y demás intentos similares, ¿extiende su interés a otras aficiones o deportes? Relátanos algo sobre el asunto.
Aquí nos movemos en el terreno de la dualidad que marcan la montaña y el mar. La montaña con la bicicleta, que está ahí desde mis primeros recuerdos, y el mar con el surf y el bodyboard, que me conectan al medio acuático, donde me siento pleno, feliz y capaz.
Las aficiones e intereses nos dan forma y orientan muchas de nuestras acciones. En mi caso les doy mucha importancia, mucho peso, sobre todo a la bicicleta, donde habitualmente me surgen algunas de las ideas que luego se ponen en marcha en la biblioteca, e incluso llego a estructurar procesos de trabajo o planificar actividades. Para el mar ya es diferente; hay que estar atento a muchas variables y lo habitual es evadirse por completo.
El reloj consume el tiempo sin percatarnos. Septiembre prosigue construyendo sus frutos. No lejos del recinto bibliográfico se halla el cementerio. Las raíces cipresales saludan a la poeta tan querida por el pueblo, Manolita López. Nada distinto hacen con Fermín López Costero. En cualquier momento regresaremos a ellos.
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21/09/2021
Actualizado a
21/09/2021
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