Calle Real en los años 50, 60, 70… y su entorno

Rafa Casas
17/11/2024
 Actualizado a 17/11/2024
Imagen que muestra en la actualidad la calle Real tras las obras que ha recibido. | J.F.
Imagen que muestra en la actualidad la calle Real tras las obras que ha recibido. | J.F.

El proyecto de llevar a cabo un mercado por cada estación del año, ‘Mercados de Temporada’, por parte de la Concejalía de Comercio del Ayuntamiento con el fin de «revitalizar y dinamizar» tanto el consumo de productos de la comarca como el de los establecimientos del centro de la ciudad, añadiendo a ello la remodelación de la calle Real motivada por el proyecto de implantación de Zonas de Bajas Emisiones (ZBE) -extensible a las vías urbanas de Navaliegos, Antolín López Peláez y Eladia Baylina- en una de los barrios con mayor número de pobladores e historia de Ponferrada es un motivo más que suficiente para recordar cómo era este entorno allá por los años 50, 60, 70… del pasado siglo.

El primer núcleo de población, como tal, llevaría el nombre de la ‘Puebla de San Pedro’ a los pies de la vieja iglesia bajo la advocación del nombre del apóstol pescador. Templo románico, del año 1087, patrocinado por el obispo Osmundo, pasado el ‘pons-ferrata’ -llamado por algunos como puente de las amarras de hierro-. Aunque será la zona del entorno del Castillo de los Templarios y Santuario de Nuestra Señora de la Encina quien verdaderamente llevará el peso de la actividad económica y social de lo que será en el futuro Ponferrada.

La parte alta de la ciudad acapararía todo tipo de establecimientos que abarcaban un amplio abanico de negocios como ultramarinos, comercios textiles, peluquerías, carnicerías, lecherías, panaderías, surtido de gasolina, sucursales bancarias, hoteles, etc. En el aspecto social, sus calles albergaban instituciones recreativas como ‘Casino la Tertulia’ o la ‘Sociedad de Socorros Mutuos la Obrera’; en el aspecto cultural estaba el único Instituto de Segunda Enseñanza ‘Gil y Carrasco’ y, en una esquina de este edificio, el Teatro Principal; como instituciones al servicio públicos de la ciudadanía, citar la Casa Consistorial, Registro de la Propiedad, Audiencia de Justicia, Administración de Hacienda, Correos y Telégrafos; y, en el campo religioso, Ia iglesia de la Encina, San Antonio y San Andrés.

En otro sentido, no dejar en el olvido la barriada de San Andrés, destacando su calle de la Estafeta como recuerdo de aquel postillón que recogía la correspondencia de las distintas casas de postar para llevarla a la siguiente -el correo llegaba con una frecuencia entorno a dos o tres veces a la semana-. También se debe mencionar la plaza del Mercado Viejo, en recuerdo del mercado levantado en 1848; la casa inclusa, que resultaba ser un establecimiento benéfico que acogía, albergaba y criaba a los niños-as abandonados o repudiados por sus progenitores por causas de pobreza u otra índole; el Hospital de la Reina, fundado en 1492 sin que de aquella época se conserven normas por las que se regían para saber su finalidad y funcionamiento. En el ámbito de radio del barrio, la Capilla del Carmen, y al lado el cementerio del mismo nombre.

La plaza de la Encina acoge a su vera la Iglesia de la Encina -que tiempo después adquiriría el título de Basílica Menor-, donde se llevaba a cabo el tradicional mercado en la jornada de miércoles y domingos que pasará a los sábados, a partir de 1943. Resultaba ser un mercado atrayente no solo para la gente local y de la comarca, sino incluso de la cercana Galicia. A sus aledaños, calles tan conocidas de siempre como la del Reloj, Paraisín, Rañadero, Gil y Carrasco… Con el paso de los años acaparará gran importancia la Plaza del Ayuntamiento y vías adyacentes como la calle Ancha, Campo de la Cruz, Jardines, la Calzada… 

La primera muestra palpable de la pérdida de influencia comercial de la parte alta es cuando se decide celebrar también el mercado en la parte baja. El lugar de celebración, en sus inicios, tuvo diferentes ubicaciones, entre ellas la zona donde se levantaba la antigua Iglesia de San Pedro -plaza San Pedro-, la calle del Cristo o la plaza Julio Lazúrtegui, que resultaría ser la primera opción para el proyecto de la construcción de un Mercado de Abastos en la ciudad. Definitivamente se elegiría el solar donde se ubica actualmente. Estamos hablando del año 1950 y el proyecto de la ejecución de la obra correría a cargo del conocido arquitecto José María Mirones, cuyos trabajos de ejecución se alargarían hasta las últimas semanas de 1957.  

Para los nacidos entre los años 40 y 60 del siglo pasado recordamos esta parte de la barriada de San Pedro, dentro de La Puebla, formada por un conjunto de pequeñas edificaciones diseminadas básicamente por la calleja del Río (con un aspecto rural en la ribera del río Sil), callejo de San Lázaro -nombre que recuerda el pasado jacobeo de este lugar por disponer de un lazareto para atender a los peregrinos enfermos- y zonas como el Campillín, la Dehesica y Navaliegos. La edificación del Mercado de Abastos supuso la desaparición de un espacio de cierta identidad de aquella Ponferrada sin valor histórico alguno, pero sí sentimental para generaciones de gentes de décadas atrás que desarrollaron etapas de sus vidas: desde neonato a niño; el niño, adolescente; el adolescente, joven -primavera-; el joven adulto, y el adulto, anciano -otoño-.

La llegada del ferrocarril y la luz supuso la modernidad para la villa -ya ciudad- ponferradina. A partir de los cuarenta, del siglo XX, La Puebla -como barriada- empieza a crecer y la plaza Julio Lazúrtegui, en sus comienzos denominada Glorieta de La Puebla y Plaza de los Mesones, pasaría a convertirse en el centro neurálgico de todo tipo de actividades. Sería el origen de la gran urbe que esperaba alcanzar ser la capital del Bierzo debido al crecimiento de población y económico, ya no solo de la urbe ponferradina sino de toda la comarca. Ello supondría la ‘muerte’ comercial del Casco Antiguo y el ‘nacer’ de calles tan comerciales como fueron la actual avenida de la Puebla, la de España, Camino de Santiago y Gómez Núñez, básicamente, que alcanzarían su mayor apogeo y esplendor comercial en el período que abarca de los 50 del pasado siglo hasta finales del siglo XXI.

Imagen de la Panadería Facundo.
Imagen de la Panadería Facundo.

Anteriormente a estas vías, citadas en las líneas anteriores, la calle Real gozó de gran abolengo desde los primeros inicios de la villa medieval de los Templarios. A lo largo de su corto trayecto -de entre los 250 y los 300 metros- daba cobijo a multitud de variados negocios. El nombre de Real, apelativo relacionado con el rey, fue muy típico en muchísimas localidades de la península ibérica y de aquellos lugares por donde pasaba el Camino de Santiago. Venía a ser la calle principal, a partir de la cual surgirían las demás. 
En su margen derecha, negocios como: guarnicionería Elicio artículos de cuero -especialmente- y aparejos para caballos, mulas, etc., bodega Parra, bodega ‘El Brasileño’, comercio de ropa, bar Pin, zapatería Manolo ‘El cojo’, hojalatería, bodega Baltasar, barbería Martín, bodega Pinilla -abierta a todo tipo de público, donde se conversaba sobre lo divino y lo humano-, taller fontanería Lemos, fotos José Manuel anteriormente Chocolates La Mina, bodega Astorgano, talleres Charrelo, bodega La Charrelá, calzados Carballo, relojería Pereira, panadería ‘La Cachana’, mercería Rosario ‘La Cachana’, zapatería ‘El Tete’, bodega, estanco, bar La Campana, almacenes Bodelón.

En la otra acera, margen izquierda: bodega Amancio, sastrería Rodolfo, bazar regalos César, taller  pinturas ‘Gelín’ el pintor, panadería Facundo -hogazas, empanadas, tortas de chicharrón, bollo de leche el Viernes Santo-, carpintería Genaro, bodega Baltasar Parra -banderín blanco que indica que se expendía vino de cosecha-, panadería Dolores Balsa, bodega Daniel ‘Malebo’, tienda de Jeromín, heladería La Jijonenca, tienda Valdeorresa, academia Costela y Sabugo, bar San Lorenzo (Casino), tienda de Eliseo, colchones La Fábrica, droguería Lesmes, bar Luis, Gato Negro, mesón El Chandeiro, tienda de Patricio, panadería Dines, bodega, panadería Bautista, panadería Petra, churrería-chocolatería ‘Carmil’, bar Pato Blanco, academia Miguel Costela y carnicería ‘La Gaucha’.

La calle Real, en su primera parte, finalizaba en la plaza del Cristo, donde se asentaban negocios comerciales tales como ultramarinos Las Musías (hermanas), teatro Adriano, casa Federico, Germán cuchillería, bazar Barcelona, librería Zorrilla, fotografía Valfer, comestibles Folgueral, tintorería La Moderna, deportes La Barra, quiosco del señor Atanasio. 

Una vez pasada la actual avenida de Pérez Colino queda un pequeño tramo de calle Real, a la altura de la iglesia de San Pedro, donde situaríamos el Auxilio Social, El Danubio instrumentos musicales, Llarena zapatería y alpargatería, Pis-Pis viuda de José Núñez Rodríguez industria sidero-metalúrgica. Enfrente el edificio Domus Pacis, que acogería a partir de 1972 hasta el año 1982, que se trasladaría a Camponaraya, la que resultó ser la primera escuela universitaria de la ciudad para realizar en la misma los estudios de diplomatura de Magisterio, Escuela del Profesorado de EGB sobre la base del colegio La Inmaculada. Las especialidades a impartir fueron Ciencias Sociales, Filología e Idioma Moderno -francés o inglés- o Ciencias, con dicha titulación mediante un curso puente y posteriores estudios, dos años, se podía alcanzar una licenciatura.

PD: gracias, Pepe.

Archivado en
Lo más leído