La ruta recorre en sentido este-oeste el monte de El Redondal, perteneciente a la alineación montañosa conocida como Montes de León. Sortearemos el piedemonte septentrional del Redondal entre los arroyos de Vendañuelo (Castropodame) y el arroyo del Rial (San Facundo). El camino discurre por un trazado elevado que serpentea en torno a la cota 950 m snm, lo que permite ver un paisaje abierto que regala magníficas vistas sobre muchos de los pueblos del Bierzo Alto y a la cuenca del tramo final del río Boeza y sus amplias terrazas fluviales. Desde la altura, pasaremos junto a antiguos pueblos que hemos divisado tantas veces desde la carretera Nacional VI o la autovía del Noroeste, pero que muy pocas veces hemos llegado a visitar. Conoceremos algunos detalles de su historia y estudiaremos la morfología del paisaje donde se asientan.
Durante el recorrido observaremos también numerosas explotaciones mineras de época romana, que intentaban beneficiarse del oro embebido de la cobertera (o material coluvial) que forma el piedemonte del Redondal, formada, a lo largo de milenios, por el inexorable proceso geológico y a favor de la pendiente: erosión, transporte corto y sedimentación. Realmente todo El Redondal pertenece a un conjunto minero que, aunque de escasa entidad (salvo la minería de Castropodame), se extiende por la línea imaginaria que une los pueblos de Castropodame, Turienzo Castañero, San Pedro Castañero, San Andrés de las Puentes, San Facundo, Santa Marina de Torre, Montealegre y Manzanal del Puerto. Todos ellos tienen en común explotaciones mineras de época romana, asociadas a los diques de cuarzo que atraviesan los afloramientos de cuarcita de edad ordovícica en contacto con los terrenos carboníferos.
La ruta se inicia en el cementerio de Castropodame desde donde ascenderemos al Teso del Capelloso. Durante el trayecto podremos observar a nuestra derecha unos terrenos acarvados de color rojizo. Se trata de las importantes minas de oro de Castropodame, las de mayor envergadura de todo el “complejo minero del Redondal”. Están formadas por un conjunto de cuatro vallinas artificiales, conocidas globalmente como “Los Valles”, y otro valle, situado más arriba que los anteriores y más desarrollado, conocido como valle de La Encinal, donde se concentró el mayor nivel de actividad minera. En el collado de Capelloso se conserva, sobrexcavado sobre el terreno, un depósito de almacenamiento de agua de unos 2.000 m3 de capacidad situado a la cota aproximada 965 m snm que, abastecido desde el río Vendañuelo, se utilizó para modelar, gracias a la fuerza erosiva del agua precipitada desde altura, las últimas vallinas del paraje de Los Valles.
Castropodame (Castro-Podame, según el diccionario de Pascual Madoz) debe su nombre a los dos vocablos que lo componen: Castro, como asentamiento humano sobreelevado, y Podame, donde buscando sus raíces griegas, nos habla de arroyo, río, o corriente de agua. En el lugar llamado La Corona del Castro, situado a menos de 1 km al N. del pueblo en el paraje de La Veiga, hay un emplazamiento típico castreño.
Una vez bordeado el depósito de Capellosines se desciende hacia el Valle de La Masera, otra antigua explotación romana. Se trata de un valle rectilíneo artificial en forma de “V” de unos 400 metros de longitud y 90 de ancho, situado entre las cotas 1.100 y 940. Está practicado sobre la margen derecha del arroyo de Valdesanmartino y constituye una calicata minera romana contemporánea de la mina de Castropodame. Fue realizado por la fuerza erosiva del agua, dejándola caer desde altura y a favor de la pendiente, recogiéndola de la Devesa de la Llera y de otras fuentes cercanas, donde se almacenaba en depósitos elevados que se adaptaban a la topografía del terreno y que marcaban el inicio del frente erosivo. En la inspección del cuarzo que desmontó la arroyada se observan, diseminados: arsenopirita y pirita, aunque fue estéril en oro, aún presentando los clastos las típicas características del cuarzo aurífero.
Rebasado el valle de La Masera, el camino continúa horizontal hasta dar vistas al pueblo de Turienzo Castañero y, más adelante, al Valle de las Canales (o Valle de Canales). Turienzo Castañero, al igual que su vecino San Pedro Castañero, llaman la atención por su trazado elongado al estar situados sobre glacis procedentes del monte del Redondal que han sido erosionados por sus flancos por valles naturales rectilíneos, alguno de ellos sobreexcavados por la fuerza erosiva del agua procedente de antiguas explotaciones mineras romanas.
Turienzo podría derivar de “turgentius”, formado a partir del verbo “turgére” cuyo significado sería “hinchado”, “crecido”. Este nombre podría hacer referencia a su ubicación en altura, sobreelevado. Castañero vendría de castanea. Tanto castañero como castañedo designarían un paraje abundante en castañas, que constituyeron en el pasado una importante fuente de ingresos para la vida de estos pueblos, hoy, desgraciadamente, diezmada su población por la enfermedad del chancro, un hongo que ha mermado la abundacia de castaños especialmente en el Bierzo alto.
Turienzo es un pueblo de paso obligado para el ascenso al Redondal y al centro emisor de Retevisión que hay en las inmediaciones de su cumbre. Al SE de la localidad se observan varias explotaciones y calicatas mineras romanas que intentaban beneficiarse del oro, tanto el diseminado en la cobertera del monte, como el contenido en los diques de cuarzo arsenopiritoso. En el primer caso, el paraje de Las Barreras constituye una antigua explotación romana de zanjas donde se puede observar el depósito de almacenamiento de agua con dos salidas divergentes. Por encima de él, hay un altozano conocido como El Rechano, entre los arroyos de Tresmonte y Valdevillar, que fue una típica corona de explotación aurífera romana, donde aparecen molinos de mano, trozos de tejas (tégulas) y gran cantidad de ímbrices (imbrex). En el segundo caso y un poco más arriba de esta explotación, en el paraje de Las Torcas, también hay una calicata minera donde se utilizaba el agua para desmontar la cobertera térrea y vegetal hasta dejar al descubierto los afloramientos de roca potencialmente aurífera.
En ambos casos el agua procedía del arroyo de las Canales, que quizás deba su nombre a la existencia de al menos dos canales para abastecer los frentes de explotación mencionados. Tanto el valle de Canales como la corriente de agua permanente que desagua, capaz de abastecer todas las necesidades del pueblo de Turienzo, constituyen quizás la principal seña de identidad de su riqueza. El arroyo se abastece de una enorme glera (Llera) bajo las peñas del Matoncín, a cuya salida se encuentra la Fuente de la Risa, llamada así porque es de aguas tan frías que al beberla se hace obligado esbozar una mueca, similar a la risa, para soportar su gelidez.
El camino continúa serpenteando las faldas del Redondal hasta situarse a la altura de San Pedro Castañero. Bordearemos el paraje de Los Barrancones, otra antigua explotación romana. También, en el lugar de Carrozos de La Torca, situado al S del pueblo, hay un altozano denominado La Corona de la Torca, que posee la configuración característica de un emplazamiento habitable, estando rodeado por un gran foso de tierra rojiza y pedregosa, lo que nos hace pensar en una típica corona de explotación aurífera romana. San Pedro Castañero, al igual que Turienzo, es un pueblo alargado de aspecto señorial, de vetustas edificaciones y calles limpias y asfaltadas, a las que solo les falta una cosa: población suficiente.
Una vez circundada la cárcava artificial de Los Barrancones y atravesados unos pinares de repoblación, nos encontraremos con una zona de gleras de dura cuarcita que fueron aprovechadas como canteras de piedra. Más adelante, una vez rebasamos la cabecera del arroyo deValcavado ya se divisa la localidad de San Andrés de las Puentes. Según las fuentes escritas, San Andrés de las Puentes se conocía, hasta mediados del siglo XII, como San Andrés de Argutorio en el que desapareció el Monasterio que estaba en sus inmediaciones, cuya ubicación exacta sigue siendo desconocida (hasta el día de hoy).
Debajo del Teso de Las Piqueras se encuentra “La Corona del Castro” otra antigua explotación minera similar y contemporánea de las de Turienzo y San Pedro, de la que se conserva el depósito de agua que se abastecía de las fuentes que manan bajo las Lleras situadas en la cabecera del arroyo de Valcavado (y no del arroyo de Sofredo como sostienen algunos autores). En la margen derecha del arroyo de Valdecastrillo se sitúa el Pedregal del Oso, otra antigua calicata minera romana que se practicó con agua del propio arroyo tomada a cota suficiente.
El camino continúa en descenso hacia la hermosa localidad de San Facundo a través del paraje de El Recoudo, que nos recuerda un asentamiento castreño, y que nos proporcionará unas magníficas vistas a San Facundo y al valle de Sofredo que desagua en el estribo oeste de la cumbre de El Redondal (1.565 m snm).
Nombre del sendero:Caminando por El Redondal: De Castropodame a San Facundo.
Distancia total aproximada: 13 km.
Tiempo estimado: 6 horas (Incluye las paradas para ver las singularidades más interesantes del recorrido).
Desnivel Bruto:215 metros [965 (cota media Teso del Capelloso) – 750 (cota media de Castropodame)].
Dificultad:Baja (excepto el ascenso desde Castropodame al Teso de Capelloso)
Planos IGN: Escala 1/50.000: BEMBIBRE Nº 159 (11-9)