Diez personas han trabajado durante más de 20 días en intentar localizar los cuerpos de 29 represaliados de la Guerra civil, en la llamada zona sexta de beneficencia del Cementerio del Carmen, en Ponferrada, que supuestamente fue clausurado en los años 60 y cerrado en 1980, pero no ha sido posible. Sin embargo, lo que se ha descubierto es que el cementerio no se ha vaciado de cuerpos sepultados y se han encontrado, solo en la zona explorada más de 50 sepulturas, según explica el arqueólogo, Alejandro Rodríguez. De ellas se abrieron una docena y en cuatro han aparecido restos, aunque no son los buscados, a falta de los estudios de laboratorio “no creemos que sean por los restos aparecidos” que determinan que son de épocas posteriores a la Guerra civil. Serían de los años 60, por el caucho de la suela de los zapatos que se puede ver y por algún que otro descubrimiento, como un gran cristal en una de las cajas de madera utilizada para los enterramientos. Ahora, esos restos serán trasladados al cementerio nuevo “donde tienen que estar” y se solicita al Ayuntamiento que no realice ninguna intervención en el cementerio del Carmen hasta vaciar realmente de contenido la parcela, puesto que la Asociación científica Sputnik Labrego y la empresa Tempos Arqueólogos que han estado detrás de estos trabajos estiman que han un tercio de las sepulturas aún en él.
En las últimas semanas se había hablado de reubicar el proyecto del nuevo centro de salud Ponferrada I, de la zona alta, para usar precisamente la parte del cementerio viejo para ello, algo que Rodríguez pide que no se haga antes de realizar ese trabajo de vaciado e intervención arqueológica. Asegura que el Ayuntamiento ha estado siguiendo los trabajos a través del director de los Museos, Javier García Bueso, que fue quien realizó el expediente exprés para poder iniciarlos, y conoce esta realidad.
Aunque la cata realizada y costeada gracias a una ayuda de la Federación Española de Municipios y Provincias, FEMP, de 22.400 euros, no ha servido para localizar a los represaliados pretendidos, Rodríguez apunta que “nos da la razón de que pueden estar ahí”. La falta de un plano del cementerio que determinara las zonas ha sido lo que puede haber fallado. Los arqueólogos saben que se enterraron en la zona sexta, de beneficencia, que esta estaría ubicada cerca de las vías del tren, pero no en la zanja abierta en este momento “creemos que no estamos lejos y que debemos acercarnos más hacia las vías”, dice Rodríguez.
Spunik Labrego espera que haya una segunda intervención, puesto que el teniente de Alcalde, Iván Alonso, ya había anunciado que se solicitaría de nuevo. Unas ayudas que saldrán a finales de año, espera Rodríguez. Ahora, su intención es tapar la zona excavada, aunque no han determinado cómo hacerlo o si dejarla expuesta, de alguna manera, para la próxima intervención. “Nos queda trabajo de laboratorio para estudiar todo lo que hemos encontrado”.
Los enterramientos destapados serían de la década de los años 50 o 60, no tienen que ver con los que se espera encontrar, personas que murieron en los primeros días de los enfrentamientos que hubo en Ponferrada “de los grupos de mineros que bajaron en los primeros días”. También fusilados tras un “supuesto juicio”. Rodríguez explicaba en los primeros días de cata que son personas de Bembibre o Villabuena, algunos prisioneros que enfermaron en la cárcel como es el caso de Vicenta Moral Franco, una mujer de Lago de Carucedo que falleció en la cárcel y a la que busca uno de sus nietos. “Son víctimas y desaparecidos”, que las familias quieren encontrar en muchos casos y que podrían explicar parte de la historia berciana.
Lo que sí han determinado con las primeras catas es la distribución de los enterramientos y dónde se localizaban los pasillos, algo que coincide con las únicas informaciones que tenían “los vuelos americanos”. Esas imágenes han sido claves para determinar los emplazamientos, puesto que no existe un mapa del cementerio en sí “vemos que hay un enterramiento por sepultura y la previsión era que hubiera dos”, explica Rodríguez. “lo que hemos hecho nos da la razón y nos hace plantear una segunda intervención”, explica.