A partir de la medianoche de este domingo, comienza el
Año Nuevo Chino, una festividad que está marcada por un animal: el
mono, que es «malicioso, siempre lleno de diversión y sociable». Lo sabemos por el horóscopo chino, quetiene miles de años de antigüedad y se basa en el Calendario Chino.
Esta celebración oriental parece quedarnos lejos, pero nada de eso, ya que la publicación por primera vez en España de un
horóscopo chino vino de manos de un berciano:
Horacio Guerra, que lo dio a conocer en los años 80.
«Lo conocí en un viaje a Tailandia en el que fuimos a rodar publicidad. Aquí nadie sabía qué era eso. Me hice con unos cuantos libros y fui a la embajada de China para que me los tradujeran. Me los empollé y lo publiqué. Vendió medio millón de ejemplares», recuerda.
Guerra, hijo de
Antonio Guerra, de las famosas
bodegas de Cacabelos que llevan este mismo nombre, fue un pionero en la difusión de este texto oriental en España. Ahora que hasta la Universidad de León tiene un
Instituto Confucio y la mitad de las etiquetas de lo que se compra son ‘made in China’, el país no es tan desconocido como hace treinta años. «De aquella salió muchísimo en la prensa, porque era algo nuevo y que llamaba la atención», recuerda.
«El horóscopo chino no te dice lo que va a ser tu vida. Lo que pretende es hablarte de cómo eres tú y, según eso, qué cosas te pueden pasar», explica Guerra. Este horóscopo se divide en doce años lunares, que se representan con el nombre de doce animales que «ejercen una influencia en la vida, destino y carácter de los humanos desde el nacimiento», expone Guerra en el prólogo de su
Horóscopo Chino.
¿Y qué es el propio autor de esta pionera traducción? Pues el caballo, del que el horóscopo dice que es «independiente y siempre va por su propio camino», así como Guerra lo ha hecho en una vida singular que le ha llevado a vivir en decenas de países y a casarse ¡once veces!
De las Bodegas Guerra a trabajar con Orson Welles, Omar Sharif y Elvis Presley
La vida de Horacio Guerra da para varias películas. Más bien es, en sí misma, una película. Un curioso largometraje que comenzaríacon un plano -cenital, por ejemplo- de su Cacabelos natal, sede de las bodegas de su padre, y rodaría en un largo plano secuencia una vida marcada por los continuos viajes, los sucesivos matrimonios y el cine.«Yo quería hacer cine y por eso me fui a Madrid. Me ayudó mucho Gerardo Marote, productor de Molokai, que era de Valtuille de Arriba y amigo de mi padre. Así que participé en la película y eso que sólo tenía doce años».Sería el comienzo de una intensa relación con el séptimo arte. Colaboró con grandes directores y actores en películas de primer nivel grabadas en España, como Campanadas a media noche, de Orson Welles; y Doctor Zhivago, dirigida por David Lean y con unos inolvidables Omar Sharif y Julie Christie como protagonistas. «También trabajé mucho con Sergio Leone, en el spaguetti western», dice Guerra, y enseguida se piensa en ese Clint Eastwood de El bueno, el feo y el malo, con el poncho sobre los hombros, mordiendo más que fumando su cigarrillo y con los paisajes del desierto de Tabernas, en Almería, a sus espaldas, o de los Sabinares del Arlanza, en Burgos.Guerra intentó que Leone se interesara por el paisaje de Las Médulas, pero al final Almería acabó siendo la elección.A partir de ahí, Hollywood estaba casi al alcance de la mano, así que Horacio Guerra completó allí los estudios que había realizado en la Escuela de Cine de Madrid. Conoció a Marilyn Monroe en Melrouse, a través del fotógrafo Tom Kelley, aunque ella todavía no era famosa, y también a Elvis Presley, con el que trabajó en El ídolo de Acapulco.También trabajó con Jack Palance y Aldo Ray en Legión de condenados, e hizo otras muchas películas, antes de regresar a España en los 80 y trabajar en Televisión Española un par de años, donde ya había estado en los 60, participando en programas deportivos como Antorcha, cuando Adolfo Suárez era el director general de la televisión pública. Pero la belleza de Isla Margarita, en Venezuela, le empujó a irse de nuevo. Allí ha vivido 30 años, aunque el año pasado regresó a España para operarse de un cáncer. «Y ahora estoy estupendo», dice. Preparado para seguir rodando.