Casi 400 páginas de historia de Cubillos recogen un trío de historiadores bercianos, José Antonio Balboa, Vicente Fernández ‘Tito’ y Miguel ‘Jota’ García, desde la historia antigua, pasando por la medieval, hasta el hoy. «Historia y patrimonio» reza en su titular con un collage de imágenes de ese pasado.
El Ayuntamiento quería que se recopilara la historia del municipio, del que sólo Jota había escrito la biografía del general Gómez Núñez o la anécdota del famoso «pulpo serpentino», que incluso apareció en la Gaceta de 1819, sobre un extraño parásito intestinal que expulsó un joven de Cabañinas. Una curiosidad muy leída. De ahí el encargo a los tres historiadores, que ya habían realizado trabajos conjuntos en otros municipios, como Camponaraya o Carracedelo y que aceptaron el reto.
De esta decisión hace ahora año y medio, recuerda Jota, tiempo en el que han trabajado arduamente y en el que surgió una interesante historia con aspectos más importantes de lo que se podía pensar en un primer momento. Como los castros de Posadina, Finolledo o Fresnedo, las vías romanas, la influencia de los monasterios, el Camino de Santiago, que expone Balboa… Las familias hidalgas, la calidad de las iglesias del municipio, el singular señorío de Cubillos, con tres y luego dos señores jurisdiccionales (el de 2/3 de la villa y el del tercio fondero), que explica Tito.
Las crisis y epidemias, el Camino Real, las expropiaciones, el ferrocarril de la MSP, las obras de especialización: pantano, canal y central térmica; o la integración de Fresnedo, que describe Jota.
Cubillos con Posadina y Cubillinos, a diferencia con Cabañas de la Dornilla y Finolledo, capeó las sucesivas crisis debido a su riqueza en terrenos comunales y privados, como La Huelga, hasta bien entrado el siglo XX, al lado del río Sil, donde todo vecino tenía derecho a una parcela de cultivo libre, sin impuestos, como narra Jota. Aun así, a finales del siglo XVIII, los vecinos de la jurisdicción «fueron reivindicativos negándose a pagar los derechos de los señores, y los párrocos el diezmo que correspondía al convento de San Miguel de las Dueñas». Es la época en que se construye por Cubillos el Camino Real y uno de los puentes principales de comunicación entre Castilla y Galicia, como lo había sido desde siempre: para las Vías romanas o para los peregrinos medievales; y que, a partir de 1864, al hacerse la carretera de San Román de Bembibre a Ponferrada queda relegado. Es más, desde 1961, sumergido por el pantano de Bárcena, sólo se asoma tímidamente en los tiempos de sequía.
Después de epidemias, conflictos y plagas, como la de la filoxera,Cubillos pierde población por la emigración, principalmente ultramarina y se concentra aún más la propiedad en muy pocas manos. Pero, curiosamente, de 1890 a 1920, «la talla media de los quintos es de 1,60 metros, lo que indica una buena alimentación, superior a la mayoría de los municipios del Bierzo; lo mismo que llama la atención el escaso número de niños expósitos», dice Jota. La talla de los bercianos solía estar en una media de 1,40 metros.
Con el cambio del franquismo, a finales de la década de los 50, entrando en el gobierno los tecnócratas del Opus Dei, ya antes del Plan de Estabilización de 1959, a Cubillos, como a todo el Bierzo, se le asignó la especialización en la producción de materia primas: carbón-hierro, y electricidad, para el desarrollo de otras regiones. Seguía así, la política de expropiaciones, que ya venía de la segunda mitad del siglo XIX, con la construcción de la carretera a Asturias y continuó con el trazado del ferrocarril de la MSP en 1918. «Cubillos fue un pueblo de expropiaciones», dice Jota. Fue en estos años del desarrollismo cuando se plasmarían los viejos planes regeneracionistas que quiso continuar la República, y cuyo mayor exponente fue el cubillense Gómez Núñez.
Así, el pantano de Bárcena, los canales de riego… y la central termoeléctrica, continuando las expropiaciones de terrenos que acabarían con la agricultura y ganadería locales. Pero, terminados los trabajos de la especialización, «se necesitan menos mano de obra, así que otra oleada emigratoria, esta vez principalmente a Europa, comienza» porque no muchos vecinos pudieron encontrar trabajo en la minería o en la térmica de la villa, a pesar de las protestas de los cubillenses y de que la central de Compostilla II, de 1961 a 1985, llegó a tener hasta cinco grupos. «Claro que las instalaciones de ENDESA favorecieron los presupuestos del Ayuntamiento de Cubillos que los aprovechó bien, como muestran sus instalaciones sociales, culturales o deportivas, y también por la renta per cápita de sus vecinos, la mayor del Bierzo finales de los años 80-principios de los 90 teniendo en cuenta la escasa población municipal».
La extensión del municipio y la población crecerían en 1991 con la incorporación del Ayuntamiento de Fresnedo (que suma Fresnedo y Finolledo) llegando hoy a 1.720 habitantes, que, pese al fin de la minería, a la crisis económica actual, y al recorte por el IBI y el IAE que aportaba ENDESA, Cubillos ha seguido desarrollándose, edificando urbanizaciones e implantando nuevos servicios además de proyectos, en los que «el polígono del Bayo aún tiene mucho que ofrecer, y no sólo al municipio sino a todo el Bierzo», dice Jota.