Daniel Fernández forma parte del primer retén de bomberos ponferradinos que se desplazó a Valencia para remangarse ante una tragedia inmensa. No se lo pensó, reconoce. Solo un comentario con Sandra, su mujer, para conciliar un sí entre ambos y lo demás fue hacer la maleta. Sus compañeros levantaron la mano al unísono y, en sucesivos reemplazos, seguirán esta ayuda que este día 6 acaba para los primeros. El sábado lo activaron a él y a otros cuatro compañeros y, después de hacer noche en Arganda del Rey, llegaron a Aldaia, donde el paisaje era desolador. "Todas las calles estaban llenas de fango, los coches amontonados, todo era inmenso", recuerda ahora, en una parada ínfima en medio de la vorágine. Antes de llegar "ya nos dimos cuenta de que esto era un desastre por todos lados. Había coches en los descampados, amontonados".
Los enseres propios se hacen hueco en la calle Carrer Mayor, donde están trabajando, que ya no tiene sitio para más "mucha gente se ha quedado sin casa, el 80% sin coche. Aquí hacen falta muchos medios. Va a haber trabajo para mucho tiempo", pero sí reconoce que, poco a poco, van haciendo pequeñas cosas con los medios con los que cuentan "hemos traído dos autobombas, una nodriza y una 4 por 4, material de rescate acuático, bombas de achique, rescate en altura...". Lo que han hecho, en coordinación con el mando avanzado ha sido realizar tareas de achique, asistencias técnicas e ir coordinando el trabajo voluntario que aplaude "están echando un cable increíble", dice. Se queda con la voluntad de dos niños pequeños que estuvieron toda una tarde trabajando "fue lo que más me impacto". Eso y el abrazo emocionado de un hombre nada más que le vio bajarse del camión "lo vemos por la tele pero esto es mucho más. Hueles el fango, esto está arrasado", dice.
Reconoce que lo que se ve de lejos es una gran catástrofe, sí, pero in situ parece que nada es suficiente para sofocarla "hace falta mucha coordinación de todos esos servicios de voluntariado, medios materiales e incluso de empresas privadas. Está todo el pueblo lleno de tractores de retroexcavadoras...para retirar todos los enseres, el fango. Las calles están completamente llenas de trastos y poco a poco se van retirando".
La expedición berciana ha ayudado en el achique de garajes, pero ahora esperan a que lleguen contenedores para deshacerse del lodo. "Es una catástrofe en toda regla", reconoce, a la que se enfrenta por primera vez "alguna vez hemos tenido alguna pequeña inundación en el Bierzo, pero son situaciones asumibles, aquí no". "Es algo que sobrepasa todo", reitera conmovido.
Sin embargo, reconoce que no se sienten pequeños ante la magnitud de lo que ven "porque sentimos que entre todos , si nos coordinamos bien, podemos ser muy fuertes". La gente de la calle está haciendo una labor increíble", dice, aunque echa en falta más organización de las administraciones para dotar a esos voluntarios "que vienen en chándal, andando desde Valencia". "Te sientes pequeño, pero también grande viendo que todo el mundo intenta ayudar".
Ahora, las principales dificultades están en poder llegar a todo el mundo. No dejan de pedirles ayuda para solucionar achiques, el foso del ascensor, la apertura de alguna puerta... Al menos, no han tenido que responder a desapariciones ni muertes.
"Lo que falta son medios. Las administraciones tienen que conseguir medios materiales", vengan de donde vengan, pide, "la catástrofe que se ha producido aquí solo se puede solucionar con medios materiales, porque los humanos los hay", dice, pero faltan bombas de achique, maquinaria pesada, que, aunque la haya y trabaje desde primera hora de la mañana, no es suficiente "es tan grande la situación que hace falta mucho más".
Dani vuelve a casa este día 6 con sus cuatro compañeros a los que les darán relevo otro reemplazo de 5 bomberos ponferradinos que darán continuidad a la solidaridad iniciada por ellos en una carrera de fondo en la que no van a desistir.