Esta ruta pretende acercar al lector, por primera vez, al Valle de Noceda y a los pueblos que se asientan sobre la cara sur de la Sierra de Gistredo.
Recorreremos, con el afán investigador que caracteriza estas rutas, el pie de monte que une las localidades de Noceda y San Justo de Cabanillas e iremos identificando, desde la altura, los numerosos castros mineros y castrines que ocupan este territorio, sin parangón, por su cantidad, en ningún otro lugar del territorio berciano. Son paisajes «blandos» y apacibles, de transición entre el montaraz Gistredo y las elongadas llanuras de la cuenca del río Boeza. Veremos la dualidad paisajística y litológica marcada por el límite del arroyo del Fueyo. Sobre su margen derecha: las vegas y amplias llanuras pastoreadas por abundante ganado vacuno. La margen izquierda del arroyo tiene un corazón carbonífero; cubierto de amplias matas de roble que desaparecen a medida que afloran las explotaciones mineras. Llegando a la Laguna del Ratón, asociada a la actividad minera, ya estamos cerca del final del recorrido al apreciar, en la distancia, el singular y espléndido pueblo de Noceda del Bierzo, tan diverso como los son sus tres magníficos barrios.
El barrio de San Pedro constituye el núcleo principal del pueblo y debe su nombre al patrón que custodia la iglesia parroquial construida en 1649 por Francisco de Orexo La ruta se inicia en el barrio de San Pedro de Noceda, en las inmediaciones del Ayuntamiento. El barrio de San Pedro constituye el núcleo principal delpueblo y debe su nombre al patrón que custodia la iglesia parroquial construida en 1649 por Francisco de Orexo. En los alrededores del edifico religioso está el Museo de Felisa Rodríguez, la Residencia de la tercera edad ‘Flor y Felisa’, y un pequeño monumento a estas dos hermanas vecinas de Noceda. Erigido por el Ayuntamiento como agradecimiento a su altruismo y generosidad al donar su más valiosa propiedad para construir la residencia de ancianos.
Desde aquí se va ascendiendo hasta alcanzar, primero, el camping de Chanos y, más adelante, los nuevos depósitos de agua que abastecen al pueblo. Una vez rebasados, un camino a nuestra derecha nos sube hasta una amplia pista que circunda por su lado norte el Corón de San Pedro, que continua en dirección este hacia San Justo de Cabanillas. A medida que ganamos altura, podremos parar a otear la configuración del elongado caserío de Noceda y el trazado y cuidado de sus calles. Una vez alcanzado el Corón, merece la pena acercarse a los bordes abarrancados de esta explotación minera, circuidos alrededor de un núcleo central actualmente poblado de roble y brezo, desde donde presumiblemente se dirigían las labores mineras.
Según indica el arqueólogo Tomás Mañanes, el Valle de Noceda constituye un caso peculiar de poblamiento, dada la gran abundancia de Castros (incluidos los que llevan asociada actividad minera) que hay en el mismo. Dentro de nuestro itinerario se han identificado cinco castros mineros, también conocidos como coronas mineras o Corones: de Río, San Pedro, Fuentetorres, Ceruñales y San Justo; y cuatro castrines: La Forca, Valdequiso, Rivas y La Salina. Durante el itinerario podremos ver de cerca el Corón de San Pedro, situado entre los barrios del Río y San Pedro, sobre la ladera del monte entre el río de Noceda y el arroyo de Las Rozas.
Se encuentra sobreexcavado en tierras rojas que delatan una antigua corona de explotación aurífera romana. Se aprecia la situación de los posibles embalses y las cárcavas de evacuación de agua que permitían desmontar el coluvión aurífero; agua que procedía de las primeras fuentes del río Noceda a la altura del paraje de Fontaneiros. Las prospecciones realizadas arrojaron cerámica romana, ladrillos gruesos, bordes y fondos de cerámica vulgar y una moneda romana del siglo III. Desde el Corón se disfruta de unas magníficas vistas del Real Valle de Noceda, que fue dominio del Monasterio de San Isidoro de León desde el año 1158.
El camino discurre apenas sin pendiente hasta alcanzar una vallina, por donde desciende el arroyo de Las Rozas. Aquí hay un excelente merendero y una caudalosa fuente que mana bajo los canchales que se descuelgan por la ladera, poblada por extensas matas de roble y ocasionales encinos.Una vez rebasado este paraje, podremos observar en la distancia y a nuestra derecha otra corona minera sobre tierras rojas: se trata del Corón de Fuentetorres, de dimensiones tan colosales como el Corón de San Pedro. Aquí se localizó un disco de microgranito de forma ovoidal, cuyo eje mayor tiene alrededor de 23 cm, aplanado por sus dos caras y agujereado en su parte superior.
Tiene grabada, por percusión, una figura antromorfa en su anverso (posiblemente masculina) y otra cara antromorfa (probablemente femenina) en la opuesta, uniéndose, con trazos sencillos, los dibujos de una cara con los de la otra. Algunos autores lo han interpretado como un símbolo de fecundidad, y se ha dado a conocer popularmente como el «Idolo de Noceda», actualmente depositado en el Museo Arqueológico Nacional en Madrid, conservándose reproducciones del mismo en el museo local de Noceda y en el Museo del Bierzo en Ponferrada.
El «ídolo» se custodiaba, desde varias generaciones, en la casa de Laura Marqués, hasta que su hija, Carmen Nogaledo Marqués, se lo llevó a su señora maestra del pueblo, doña Felisa Rodríguez, que lo puso en conocimiento de la autoridad arqueológica. La aparición de otros objetos similares en otras zonas geográficas cercanas («ídolo» de Villafranca del Bierzo) y distantes, permite hacer paralelismos y aventurarse a una edad cronológica situada en el Bronce Medio.Una vez rebasado el arroyo de San Justo y llegando al paraje de Carrales, veremos paisajes abarrancados sobre arcillas rojas valientemente colonizadas por pinos rastreros, a modo de pequeños bosquetes de bonsáis, modelando un paisaje inusual en nuestra comarca (se indica en el plano del itinerario como «lugar de interés geomorfológico»).
Bajo el pórtico de la misma, podemos ver un miliario romano que sirve de apoyo a una de las columnas que lo soportan; está datado en el año 80 d.C. El camino continúa hasta el lugar de Las Llameras, una alargada submeseta en cuyo extremo sur se localiza el Corón de San Justo, otro castro minero de arcillas rojas amalgamado con piedras angulosas de cuarzo y cuarcita procedentes de los derrubios de ladera de la Sierra de Gistredo. Debajo del Corón se desarrolla el caserío de San Justo de Cabanillas, que alcanzamos a la altura de su iglesia. Bajo el pórtico de la misma, podemos ver un miliario romano que sirve de apoyo a una de las columnas que lo soportan; está datado en el año 80 d.C. y señalaba la distancia entre Interamnium Flavium y Astorga por la Vía Nova.
Una vez abandonamos la iglesia, recorreremos el pueblo longitudinalmente hasta alcanzar la calle de la Iglesia, por donde descenderemos, entre continuas y amplias praderías pastoreadas por ganado vacuno, hasta alcanzar el arroyo del Fueyo donde bruscamente cambia el paisaje. Desde aquí iniciamos la segunda parte de este recorrido de profundos contrastes. A ambos lados del arroyo de San Justo, inmediatamente antes de la confluencia de éste con el arroyo del Fueyo, se adivinan, en la distancia, las elevaciones castreñas de los castros de las Rivas (a la derecha) y La Salina (a la izquierda).
Una vez cruzado el arroyo, que ha trazado un profundo tajo sobre areniscas y lutitas carboníferas, el camino continúa en busca de la Laguna del Ratón. Después de haber recorrido algo más de medio kilómetro de ascenso suave, el camino presenta una encrucijada, aquí se tomará el desvío de la derecha de trazado horizontal, frente a la otra alternativa que continua en pendiente. Tras recorrer algo más de otro medio kilómetro entre tupidos melojares nos salimos de la pista hacia un sendero a nuestra derecha, que está indicado con un hito de piedras amontonadas y balizado con flechas amarillas pintadas sobre los troncos de los robles.
El sendero nos traslada, tras unos pocos metros, a un amplio claro donde se desarrolló actividad minera a cielo abierto y algo de interior. Caminando hacia el oeste podemos ver la laguna de aguas turquesas del Ratón, situada bajo un profundo tajo de unos 30 m de altura que se refleja en la lámina de agua. Esta segunda mitad del recorrido discurre por terrenos que pertenecen al periodo Estefaniense B-C del Carbonífero continental, con una edad aproximada de 300 millones de años. Se trata de los territorios más orientales de la cuenca carbonífera berciana, que se prolongan por el este hacia Igüeña-Tremor y por el sur hacia Torre del Bierzo. El recorrido discurre entre dos grandes fallas: al norte la de Noceda y al sur la de Labaniego, que separa los terrenos del Carbonífero de los del Precámbrico y Silúrico. Sin duda, el punto que más atractivo es el propio Lago del Ratón, formado por la acumulación de las surgencias cortadas durante la exploración minera.
La combinación de estas aguas transparentes, de un atractivo color azul turquesa en un entorno de escombreras mineras le dan un extraño encanto, unido, en el aspecto fosilífero, a la gran diversidad de especies presentes de la flora del Esfefaniense, la convierten en un lugar único que magnifica la importancia turística y cultural de esta franja territorial conocida como la subfosa de Noceda. Abandonamos el paraje del Ratón en dirección oeste, encaminando nuestra andadura hacia el pueblo de Noceda.
El alto camino nos proporciona unas magníficas vistas al caserío de los tres barrios que configuran el alargado pueblo de Noceda. Se desciende por caminos mineros hasta alcanzar de nuevo el arroyo del Fueyo poco antes de su confluencia con el río Noceda. Una vez interceptada la carretera que nos conduce a Noceda (CV-127/7), se observa una gravera que desarrolla su actividad sobre las laderas de lo que también fue un castro minero: el Castro de Ceruñales. En él se encuentra un pozo que podría tener una función de exploración minera y tres fosos construidos por la fuerza erosiva del agua.
Entramos en Noceda por el primero de su barrios, el de Vega, que tiene dos ermitas franqueando sus extremos. Hasta alcanzar el inicio de la ruta es obligado recorrer los barrios de Vega y San Pedro, lo que nos permitirá observar el cuidado de sus calles y la rica tipología constructiva. Para el observador minucioso y sensible no cabe duda que Noceda fue y es un gran pueblo, y lo demuestran sus vecinos por la querencia y el cuidado de su herencia histórica e individualidad cultural. Noceda tiene 4 ermitas (Las Chanas, Santo Cristo, San Antonio y San Bartolo), una iglesia (San Pedro), 7 molinos y numerosas fuentes desplegados por sus calles.
De Noceda a la Laguna del Ratón
Los estribos meridionales de la Sierra de Gistredo adoptan la forma de una meseta plana situada a una cota superior a la depresión berciana y cortada, en sus extremos, por las redes hidrográficas subparalelas de los ríos Boeza y Sil, y en su parte central, por el río Noceda.
06/06/2021
Actualizado a
06/06/2021
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