Tenían una situación estable hace años, con un contrato que se estiraba en verano y se acortaba en invierno, pero no les importaba, porque «unos meses compensaban a los otros», explica uno de los afectados, Alejandro Rodríguez. Pero veían cómo su trabajo era efectivo. Dos trabajadores en el Aula Arqueológica de Médulas trabajaban al día, como cualquier otro, por un sueldo que, desde marzo del año pasado, dejó de llegar. La dirección del Instituto de Estudios Bercianos, a la que pertenecían, decidió recortar esas nóminas por falta de liquidez.
Las deudas podían con la institución señera, que nació en 1959 y que, con sus más y con sus menos, ha llegado hasta ahora promoviendo actividades culturales, trabajos de investigación, nombramientos de socios de honor, exposiciones y publicaciones. Los últimos años ha estado al frente una nueva junta directiva, encabezada por Patricia Pérez Bruzos, de la que un centenar de socios pidieron la dimisión y que llegó antes de la asamblea tensa del 31 de octubre, donde presentó las deudas de la institución, que suman 60.000 euros y en la que se nombró una gestora encabezada por su antecesora, Mar Palacio, afeando a esta haber puesto zancadillas a su gestión.
El nuevo equipo de Pérez Bruzos comenzó a trabajar hace tres años, con ideas y con gastos, aunque también ingresos. Realizó concursos con premios, muchos de ellos para hacerse fuerte por las redes sociales y recibió una subvención de 42.000 euros para desarrollar un proyecto de recuperación del patrimonio inmaterial berciano que inició en febrero pasado. Pese a todo, en marzo, los tres empleados dejaron de percibir sus nóminas y aguantaron en silencio, a la espera de que la situación se recondujera. Lejos de suceder, se fue enquistando y las deudas creciendo hasta superar los 24.500 euros.
En agosto se cerró el aula, en plena temporada turística y se despidió a los trabajadores, tras seis meses sin abonarles las nóminas y una huelga en ciernes. El IEB lo hacía, decía, porque la Fundación Las Médulas, que, según aseguraba, había anunciado que se haría cargo de este edificio, no lo hubiera hecho, pese a habérsele pasado la situación de las cuentas que solicitaba. Así las cosas, decidió no seguir engordando el capítulo de deudas y echar el cierre a un aula en el corazón del Patrimonio de la Humanidad. Rodríguez asegura que tampoco se les dio de baja hasta noviembre, con lo cual «no pudimos cobrar el paro hasta entonces». Y todos esos meses se fueron complicando «esta junta directiva nos dejó en la ruina», asegura.
Ahora se les deben 10.000 euros y él está a las puertas de declarar en los juzgados el 9 de noviembre, para conseguir la devolución de ese dinero. También ha denunciado el despido, puesto que, de esta manera, lo que se ha hecho es que no haya posibilidad de subrogación «si se hace cargo del Aula la Fundación Las Médulas no tiene por qué cogernos de nuevo. Puede hacerlo y nosotros estamos dispuestos a seguir trabajando. Tenemos la esperanza de que sea así, pero, una gestión deplorable, nos ha dejado en una situación insostenible», rechaza. De hecho, Rodríguez está haciendo las maletas para irse, durante unos meses, a trabajar a Ávila mientras no soluciona su situación.
Lo que más lamenta Rodríguez es que, el trabajo que estaban realizando en el Aula estaba siendo efectivo «se habían incrementado las visitas y teníamos un buen proyecto para él». Veían como entraba dinero, pero no llegaba a sus cuentas «eso es lo que más te enfada, porque ves que se va». Por eso considera que se debería realizar una auditoría a la entidad durante el tiempo en el que ha estado al frente la nueva junta directiva, que entró en el 2020, para depurar responsabilidades y ver «los derroches» que llevaron a acabar con los puestos de trabajo asociados a esta entidad.
Pero Rodríguez teme que la única salida que tenga el IEB sea desaparecer, puesto que asegura que ya se han pasado al cobro las cuotas a los socios de 2024, pese a que muchos de ellos habían solicitado que no se hiciera hasta que se aclarara la situación. Eso hizo que muchos devolvieran los recibos y otros, directamente, decidieran no abonarlas, con el consiguiente gasto bancario asociado a ese trámite. Además, esas cuotas se han gastado ya en el abono de la deuda acumulada a la Seguridad Social, ya que, sin ese pago, de 12.000 euros, el IEB no podía acceder a ayudas ni subvenciones.
Ha intentado recuperar parte del dinero que anualmente recibía del Ayuntamiento de Ponferrada, pero el alcalde dejó claro que, mientra su situación en Hacienda y en la Seguridad Social no recuperara su normalidad, atentaría contra la Ley de Subvenciones liberar ese dinero. Incluso podía ser la traba para que la Fundación se haga cargo del Aula. Así las cosas, augura que «no podrá realizar ninguna actividad en 2024» puesto que ya ha gastado las cuotas, con lo cual «es un sinsentido», que puede hacer que una institución alabada por las entidades culturales, aplaudida por los representantes políticos y querida por los amantes de la cultura bercianos, toque a su fin por una «gestión deplorable» que denuncian.
Rodríguez pasará por los juzgados el 9 de noviembre y su compañero en el Aula lo hará el 22. Palacio, desde la Gestora del IEB ya ha pedido abogado de justicia gratuita.