El arresto ha tenido lugar la madrugada de este sábado en la discoteca Shoko de la calle Toledo de la capital después de que un ciudadano alertara de su presencia al 091 al haberle reconocido tras verle en un programa de televisión, según han informado a Europa Press fuentes policiales.
Se trata Jordi Arias Fernández, nacido en Ponferrada, que se encontraba en busca y captura con ocho reclamaciones por diferentes estafas emitidas por juzgados de Ponferrada, Elche, Guadalajara, Albacete, Cádiz y Madrid, han indicado desde la Jefatura Superior de Policía de Madrid.
Conocido como ‘Lupin’ en honor a Arsenio Lupin, el ladrón de guante blanco de las novelas del escritor francés Maurice Leblanc convertido también en unos dibujos animados, es considerado el mayor ciberestafador de España. En el momento de su arresto, los agentes se han incautado de 12.000 euros en efectivo.
Anteriormente fue arrestado en 2019 tras dos años viviendo en la clandestinidad. En aquel entonces, le seguían la pista tanto la Policía Nacional como la Guardia Civil, así como policías autonómicas en virtud a las 26 requisitorias de detención e ingreso en prisión.
No tenía DNI en vigor y utilizaba identidades falsas. Vivía de hotel en hotel y con una vida en solitario alejada de grandes lujos y ostentaciones, a pesar de tener sicarios a su cargo y alardear de haber tenido acceso a 300.000 euros al mes gracias al beneficio generado por la red de páginas web con las que llevaba a cabo sus fraudes ofreciendo productos tecnológicos con descuentos que nunca llegaban a los clientes.
No tenía grandes conocimientos informáticos ni estudios, aunque sí es embaucador, intuitivo y calculador. Su arresto se produjo cuando quería ganar un millón de euros con la campaña comercial de descuentos del BlackFriday y luego retirarse a vivir del dinero amasado durante este tiempo.
Tampoco dudó en hacerse pasar por la propia UCO y la Audiencia Nacional –el Juzgado Central 6 llegó a preguntar a los investigadores, alertado por la usurpación– para amedrentar a algún colaborador del que sospechaba que se había quedado con dinero de una estafa.
En otras ocasiones captaba a colaboradores de zonas marginales, llegando a pagar 50 o 100 euros a personas en riesgo de exclusión social, preferentemente de entre 19 y 21 años, que accedían a abrirse cuentas bancarias para cederlas luego a la organización criminal. A su informático le pagaba unos 25.000 euros y al encargado de las "mulas", 7.000 euros.
Al ser detenido, se intervinieron unos 80 cupones de la lotería: había convencido a una lotera para que, a cambio de comprarle todos los cupones del día, ésta se abriera una cuenta bancaria para cedérsela.
La gran cantidad de dinero en efectivo que manejaba el ciberestafador más buscado en España procedía de compras fallidas de productos electrónicos como teléfonos móviles y videoconsolas, aunque en verano se ofertaban aires acondicionados y en invierno gasóleo de calefacción. Como en otras ocasiones, el hotel donde fue arrestado en Madrid lo tenía reservado durante un mes completo, pagado por adelantado, aunque eso no impedía que, si lo estimaba oportuno, pudiese abandonar el establecimiento sin dar ningún aviso.
Múltiples víctimas
El fraude lo llevaba a cabo a través de webs que utilizaban el logo de otras páginas fiables. Entonces, se cifró en 2.400 el número de víctimas al dar cuenta este jueves del arresto de 45 ‘mulas’ relacionadas con la ‘operación Lupin’. Según sus cálculos, el dinero estafado rondaría los 900.000 euros.
Los investigadores han comprobado que en múltiples ocasiones captaban a sus víctimas directamente en portales de compra-venta online para dirigirlas a sus propias web fraudulentas. Ponen en valor la colaboración de Wallapop, una de las plataformas utilizadas de enlace para, posteriormente, llevar al estafado hacia la treintena de web fraudulentas que han sido desactivas en la operación policial.
El ciberestafador perfeccionó su método y, tras conseguir que sus víctimas facilitaran su teléfono móvil durante el proceso de pago online, realizaba una llamada para invitarle a descargarse en su móvil una aplicación que supuestamente le permitiría hacer un seguimiento del pedido.
En realidad, el comprador estafado lo que hacía era facilitar el desvío de todos los mensajes SMS que recibía en su teléfono a un terminal del propio delincuente, que se hacía así con los códigos que envían los bancos para realizar la última confirmación antes de autorizar el cargo de una compra. A algunas víctimas les llegó a vaciar sus depósitos bancarios.