En ese sentido, José subraya que la bicicleta cumple una función puramente decorativa, además de constituir un homenaje a su abuelo Amadeo, que durante muchos años utilizó una BH Gacela para desplazarse cada día desde Cabañas Raras hasta las instalaciones de la Minero Siderúrgica de Ponferrada (MSP), donde trabajaba. “Era una asignatura pendiente, se lo debía”, reconoce el artesano ebanista, que recuerda con cariño aquellos tiempos en los que disponer de una BH, una Orbea o una Derbi equivalía a tener “el Mercedes de la época”. “De aquella era un lujo, no todo el mundo tenía una”, insiste.
De entre ellas, la más representativa y emblemática fue la Gacela de BH, un modelo muy robusto, con frenos de varilla y portabultos, a la que muchas familias acoplaban una especie de sillín adicional para poder llevar a los pequeños de la familia. “Iba el niño agarrado al manillar, el padre dando pedales y la mujer detrás”, recuerda José. Patentada en 1951, la Gacela se mantuvo en producción hasta bien entrados los noventa, sin apenas cambios estéticos a lo largo del tiempo. Desde 2018, el mítico modelo vuelve a estar a la venta, con un aspecto casi idéntico al de hace décadas, para satisfacer las demandas de los más nostálgicos.
Hasta el más mínimo detalle
El modelo original que salía de los talleres de BH en Vitoria pesaba cerca de 20 kilos, pero su réplica de madera se queda en 6.200 gramos, señala José, que explica que algunas piezas están “un poco sobredimensionadas” respecto a la original, debido a las limitaciones propias de la madera como material. “No se puede hacer un radio de un milímetro de grosor”, apunta.
Esos impedimentos no fueron obstáculo para replicar todas las piezas de la bicicleta original en diferentes maderas de la zona, desde el manillar y los pedales a los eslabones de la cadena. Por supuesto son de este material el cuadro, el sillín o las llantas, pero el detallismo del artista también lo llevó a recrear en madera el timbre o el foco, con el correspondiente cable enroscado que lo une a la dinamo, una finísima pieza también hecha de madera.
Calor, vapor y agua fueron los aliados con los que contó José a la hora de fabricar las distintas piezas, cada una de ellas un reto diferente que debía afrontar mediante el método de prueba y error, admite. De este modo fue como descubrió que podía recrear los muelles que sirven de amortiguación al sillín con madera de mimbre enroscada en verde. Y como nadie está a salvo de imprevistos, el artesano también ha replicado el bombín que cuelga del cuadro y el pequeño maletín de herramientas, con parches y llaves, todo ello de madera.
Encina y fresno son las principales maderas utilizadas para conseguir el contraste de colores que realza la belleza de esta pieza única en el mundo. Tras más de un año y medio de trabajo -“a ratos”, puntualiza José-, la primera bicicleta hecha íntegramente en madera en el mundo pasará a formar parte del pequeño museo situado junto a su taller, en el que José exhibe algunas de sus creaciones más vistosas.
Reconocido con el título oficial de artesano de muebles y madera que expide la Junta, este maestro de la talla, la ebanistería y la taracea lleva más de 40 años dando forma con sus manos a maderas nobles y autóctonas, como el castaño, el nogal o el cerezo. “Lo que me gustan son los retos, ir un poco más allá, aprender siempre nuevas técnicas”, explica José, que valora contar con la colaboración de sus dos hijas, Andrea y Marta, en sus aventuras creativas.