El gran teatro del mundo

El viajero en su periplo por O Ribeiro ha descubierto vinos contemporáneos, ciudades renovadas y teatros abiertos

Alfonso Fernández Manso (texto) / Óscar Fernandez Manso (cartografía) / Isidro Canóniga (fotos)
04/09/2017
 Actualizado a 02/09/2019
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El viajero llegó a Ribadavia, la capital de O Ribeiro, siguiendo el «Gran Sil» en busca de nuevas experiencias gastroculturales. El vino hacía siglos que había atraído pobladores a Ribadavia que tuvo una importante comunidad hebrea que llegó a ser la mitad de toda su población. El viajero ingresó al barrio judío de Ribadavia, entre la plaza Mayor y la muralla, y paseó por calles estrechas y empinadas. De la visita recuerda la Casa de la Inquisición, un precioso edificio del siglo XVI, que se distingue porque en la fachada se labraron cinco escudos de las familias ligadas al Santo Oficio, llegado a la villa para vigilar y ajusticiar a los falsos conversos judíos.

En la zona alta de la villa podemos encontrar su icono principal, las ruinas del castillo de los Condes de Ribadavia. Abandonado desde el siglo XVII, aún se percibe la grandeza de haber sido una de las mayores fortalezas medievales de Galicia. La guía que el viajero consulta le invita a atravesar las tres puertas de la muralla que se conservan: la Porta de Cerca Oeste, frente a la Alameda; la Porta de Celanova, al sur, comunicando con el río; y la Porta Falsa, al sureste, camino al molino. En el mirador de la plaza Buján el viajero descansó viendo fluir el río Avia, que más adelante entrega sus aguas al ‘Gran Sil’.

Fue en el castillo donde el viajero disfrutó de una de las representaciones de la edición anual de su muestra internacional de teatro. Una de las citas más importantes de esta disciplina cultural, convertida en referente en el teatro contemporáneo tanto a nivel nacional como internacional. Partiendo de una base de «independencia e identidad», los promotores de la muestra de 2017 cuentan que en esta edición los temas centrales fueron la hibridación de lenguajes y de géneros escénicos en la creación contemporánea y en la autoría dramática actual. El teatro no muere, el mundo digital y virtual no puede suplantar la contemplación de la verdadera vida. El teatro es una forma poética unida al cuerpo y espíritu humano que la tecnología no puede emular. El fervor que el viajero observó hacia el teatro en Ribadavia le animó a seguir confiando en el Hombre y la Mujer.

Por un momento, el viajero recuerda la gran obra de Calderón de la Barca, El gran teatro del mundo. Y como él, piensa la vida como una peregrinación, un sueño breve: «Que en el alma eres eterna, y en el cuerpo mortal flor. De aquella cuna salí y hacia este sepulcro voy». Viajar es alargar este sueño, hacerle casi eterno, intensificarlo hasta el infinito. Por eso la única forma de inmortalidad posible es el viaje, el viaje continuo.Ribeiro significa «ribera del río» o mejor quizás ribera de vinos. Pocas zonas en Europa tienen la historia y el poso cultural vitivinícola que posee Ribeiro, que constituyó un fenómeno comercial y vitivinícola desde hace más de mil años. Desde el siglo IX los vinos de Ribadavia y Ourense van a estar presentes en las mesas de reyes y nobles de Europa, sobre todo Inglaterra y España. Desde el siglo XIV al siglo XVI, el vino de Ribeiro se exportará abundantemente a Inglaterra, Flandes e Italia. El Ribeiro está documentado como el primer vino que llegó a América de la mano de Colón. Hoy en día las variedades autóctonas de uva del Ribeiro han sido recuperadas y vinificadas. Treixadura, Torrontes, Silveiriña en blancas, Brancellao, Caiño Longo y Sousón producen vinos muy aromáticos y con gran cuerpo. Actualmente existen más de cien bodegas que practican una viticultura respetuosa con la tradición y la nueva tecnología, viñedos en terrazas de granito y viñas antiguas, combinados con nuevas plantaciones.El viajero decide sumergirse en la cultura vitivinícola de estas tierras con una visita a las bodegas cercanas a San Clodio que pertenecen a la Denominación de Origen Ribeiro. El monasterio cisterciense de San Clodio, en el cercano ayuntamiento de Leiro, está considerado el origen del nacimiento de los vinos Ribeiro, fue a San Clodio donde los monjes de la Orden del Cister llevaron las primeras cepas. En el año 1158 el Abad Pelagio habla de la plantación de viñas que antes no existían en estos dominios. Allí el viajero se paseó entre los viñedos de una plantación de Treixadura, una de las variedades de uva blanca preferentemente utilizadas, y visitó el monasterio de San Clodio. Paseó por sus jardines, por sus claustros, por su iglesia románica, que alberga en su interior un interesante retablo y un curioso artesonado mudéjar bajo el coro. El monasterio está rodeado de viñedos por donde si el tiempo acompaña es una delicia caminar.

El viajero cansado del camino hace una pausa y vuelve de nuevo al libro de Eliseo Reclus que lo acompaña: «buscando en el pasado legendario el hombre tenía necesidad de símbolos. Un símbolo primordial era el de la fuente, en donde los miembros del anciano recobraran la fuerza y la belleza. La imagen que se presentaba naturalmente a su imaginación era la de la fuente, naciendo a la libertad del fondo tenebroso del suelo y haciendo crecer en seguida sobre sus orillas frondosas las plantas, las flores y la juventud». Esta lectura recuerda que antes de llegar a Ribadavia había disfrutado de la ciudad de Ourense, verdadera capital del Gran Sil y de las fuentes termales de Galicia.

Ourense no se entiende sin el agua: la de sus ríos y regatos, la de la lluvia, la que juega en las fuentes de su Casco Antiguo y muy especialmente la de sus aguas termales mineromedicinales. Bajo la ciudad discurre un océano formado en las profundidades de la tierra, en acuíferos a más de mil metros de profundidad, y que brota a la superficie con un caudal de entre 3 y 4 millones de litros al día, uno de los más altos de Europa.

El termalismo en Ourense tiene más de dos mil años de historia y comienza en los manantiales de As Burgas. Los primeros pobladores romanos levantaron aquí edificios para el culto y disfrute de estas aguas, iniciando una tradición que llega hasta nuestros días. Las fuentes termales de As Burgas son uno de los espacios más emblemáticos y queridos en la ciudad, directamente ligado a sus orígenes. Aquí nacería la antigua Aquis Aurienses («aguas de oro»), un asentamiento romano formado alrededor de estos manantiales mineromedicinales que hoy continúan manando a más de 60° C en el corazón del Centro Histórico. Como dice la guía que consulta el Viajero, visitar As Burgas es “imprescindible para conocer la historia de Ourense y entender su íntima relación con las aguas: tocarlas y sorprenderse”. Por eso el viajero disfrutó de un baño en su piscina termal, prácticamente de la misma forma y en el mismo lugar que la de nuestros antepasados romanos hace dos mil años.

La vida humana es como un teatro donde cada persona representa un papel y el viajero ha aceptado que el suyo es el de nómada, el de itinerante que busca alargar y dar sentido a la vida en su periplo eterno. El viaje del ‘Gran Sil’ es sin duda un paraíso para los sentidos y el alma de un vagabundo. Cansado de una larga jornada, antes de dormir, al viajero le resuena aquella frase del labrador de ‘El gran teatro del mundo’ de Calderón de la Barca: «No nos falte pan, vino, carne y lechón por Pascua, que a la Hermosura no la echaré menos yo».¡Buenas noches!
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