Está la primavera con ganas de florecer este año y ya comenzó a pintar los almendros con sus flores de fresa y nata hace semanas. Sigue su ritmo, sin fijarse en que el calor no debería haber llegado tan temprano y que las heladas están al acecho…Pero la primavera no mira más allá y se apresura a vestir a los cerezos de blanco. Cien hectáreas lo hacen en Corullón conformando esa pequeña Extremadura en el corazón del Bierzo que se ha convertido en una parada apetecible para los visitantes. De hecho, la Condé Nast Traveler España recoge este espectáculo en sus páginas, con el resto de parajes españoles que la ofrecen. Una publicación que aplaude la iniciativa Mil Cireixais, que se ha encargado, en los últimos años, de repartir cerezos entre los habitantes de la zona, y eso ha hecho que el manto blanco se estire y también la producción posterior de cerezas con marca de calidad.
Pero además, apunta que es un espectáculo que se estira a otras zonas entre marzo y abril. “Te contamos un secreto: no importa que desaparezcan las flores de los cerezos en Corullón, pues debido a su altitud, la floración continúa diez días más en Hornija, Dragonte, Viariz y Villagroy”, recoge la publicación.
Había que recoger esa reseña, porque Corullón es un paraje incomparable para enseñar esos árboles vestidos de preboda. Los cerezos se casan de rojo, pero celebran una fiesta antes, una visión que rebela lo que da de sí el campo berciano. Y es que Corullón es más que cerezo. Es castaño, higo, es patrimonio románico y rural. Es corazón que palpita desde el Bierzo Oeste con ganas de enseñar sus productos desde que nacen hasta que se saborean. Y es también caminar, porque ha diseñado dos rutas en las que se concentra ese espectáculo único.
Dos rutas de manto blanco
Los cerezos le regalan a Corullón dos rutas fáciles para caminar en familia y disfrutar del vestido de gala que se ponen en sus copas una vez al año. Brindan de blanco los troncos de los cerezos y se ponen orgullosos al hacerlo, algo que les gusta enseñar y hacer sentir. Los cerezos de Corullón se ven desde dos rutas, la de San Juan, que cuenta con 3 kilómetros y de poca dificultad, que lleva unos 45 minutos hacerla. El recorrido pasa por varias fuentes desde su inicio. La de San Juan es la primera que nos encontraremos, a la que sigue la de los Naranjos y la de Rebodaos, en el primer kilómetro de la ruta. La mayor altitud a la que vamos a llegar es a los 693 metros, pero se parte de 508. A partir de esa altura, que encontramos no llegando a los dos kilómetros, volvemos a descender al punto de inicio disfrutando de las hectáreas de cerezos en todo el recorrido.
La otra, la de los cerezos de San Martín, sube a 559 metros de altitud en su primer kilómetro. También cuenta con dos fuentes, ya ubicadas en la bajada, la de Piñeiro y la de Tadaiña. Cuenta con menos de dos kilómetros que lleva unos 30 minutos recorrer, con salida y llegada desde la Plaza del Ayuntamiento.
“Si son buenas todas las cerezas del Bierzo las de Corullón son las mejores. Deliciosas, jugosas, saludables… “, explican desde la página Turismo de Corullón. Un producto excepcional gracias a la tierra donde crece, pero sobre todo gracias a los cuidados de los agricultores. Es una cereza de inigualable dulzura y consistencia que tiene, además, numerosas bondades terapéuticas: depurativa, antioxidante y excelente para el cuidado de la piel.
Pero además es un producto de unidad, que ha conseguido que los productores se alíen en una cooperativa para optimizar su comercialización. Es la Asociación Agroalimentaria de Corullón, un colectivo que aglutina a los pequeños productores del municipio.
Mucho más en Corullón
Cerezas, castañas, miel, viñedos... Hasta playa en el Burbia ofrece un Corullón con encanto que invita a pasar un fin de semana diferente recorriendo sus iglesias románicas, un castillo medieval o incluso de hasta un viejo poblado a los pies de la Peña del Seo que busca su declaración como BIC o sus productos kilómetro `0´, base de su desarrollo de futuro.
“Corullón es mucho”, como bien nos descubre su eslogan turístico. Un clásico en cualquier viaje por El Bierzo y la gran cita que compromete cada temporada coincidiendo con la floración de su mar de cerezos.