El jueves pasado 70.000 escolares hicieron huelga en Bélgica para protestar contra el cambio climático. «No faltamos a clase, luchamos por nuestro futuro», fue su mensaje. Han decidido faltar a clase todos los jueves mientras los adultos no tomen medidas serias contra el calentamiento global: «Si a los adultos no os importa nuestro futuro, a nosotros tampoco» afirman denunciando la hipocresía de una sociedad que se comporta de modo tan imprudente y suicida.
La protesta no es nueva: tiene origen en la Huelga por el Clima (Climate Strike) convocada en 2015 a nivel mundial durante la Cumbre de París contra el cambio climático (COP21).
Más reciente, en agosto de 2018 la adolescente Greta Thunberg hizo una huelga en plena campaña electoral «para concienciar a los suecos sobre el cambio climático, después de sufrir el verano más caliente desde hace 262 años». Con dieciséis años, Greta ha conseguido poner el cambio climático como prioridad en la agenda electoral sueca y acaba de intervenir en la COP24 en Katowice, Polonia, acusando a los líderes mundiales de «comportarse como niños irresponsables».
En Bélgica, los estudiantes comenzaron siendo 3.000, fueron 10.000 el jueves siguiente, 35.000 al otro y el doble la semana pasada: «La potencia de la revuelta escolar en la calle se ha vuelto imposible de ignorar. Y ha llevado la ecología a la agenda del primer ministro, Charles Michel».
El movimiento se ha extendido por Alemania: «El viernes 18 de enero –informa Globatium–, 30.000 estudiantes se manifestaron en más de 50 ciudades alemanas (Berlín, Bonn, Bremen, Dortmund, Dresde, Düsseldorf, Frankfurt, Hamburgo, Hannover, Heidelberg, Colonia, Leipzig, Múnich y muchas otras)”.
La Huelga estudiantil por el clima no ha hecho más que empezar y en los próximos meses tendremos muchas noticias del movimiento #FridaysForFuture y #youthforclimate. El mensaje es contundente: «Eh, padres y madres, alcaldes, jefes de gobierno, estáis fuera de juego». La juventud saca tarjeta roja a sus mayores: os estáis gastando un planeta que no os pertenece.
Por desgracia, este grito global todavía no se escucha entre nosotros, en El Bierzo, en toda Castilla y León ni en el resto de España. ¿A qué esperan nuestros estudiantes de bachillerato y universidad para unirse a las huelgas europeas?
Las manifestaciones de Bruselas, Alemania, Australia o Polonia son una enmienda a la totalidad del modelo energético actual. Eso, que es puro sentido común, es lo que los ecologistas estamos pidiendo desde hace años, mientras nuestros grises alcaldes siguen pavimentando con cemento sus almorranas. Este modelo energético insostenible –eso sí, calentito y confortable; y si mañana se agota, que se jodan los que vengan– supone una hipoteca insoportable para nuestros hijos e hijas. Estamos malgastando nuestro capital y el suyo para beneficio de unas pocas multinacionales.
Está ocurriendo ante nuestros ojos, en el patio trasero del Bierzo, donde se esconde o se quema la basura industrial y doméstica bajo una alfombra azul decorada con gaviotas, o buitres, vaya usted a saber.
Se avecinan elecciones municipales bajo el signo de candidatos y candidatas patéticos, lo peor de cada casa; pero allá cada partido con sus payasadas: nos dará igual quién coño gane cuando ya no quede en nuestras ciudades un solo centímetro sin cementar y en nuestros pueblos nadie para verlo.
Cuanto más incineran, sulfatan, cementan, asfaltan, edifican y recalifican, menos oxígeno y menos población, hasta que conviertan El Bierzo en un desierto con una docena de chimeneas humeantes. Cuantos más vertidos industriales, urbanos o frutícolas (sí, también los plaguicidas e insecticidas nos están matando para vender peras y manzanas de mentira), más agua envenenada beberemos en nuestros ríos y embalses, como el de Bárcena, sobre el que ya planean su vuelo los buitres de una nueva incineradora.
De los actuales concejales, diputados y consejeros autonómicos no esperamos otra cosa que sus insultos y burlas: callados como putos, han sido elegidos para defender a las empresas que contaminan, para otorgarles licencias podridas, mirar para otro lado ante los ríos de su municipio o comarca envenenados, disimular ante los incendios forestales de nuestros montes, ponerse de perfil si hay una denuncia y cogérsela con papel de fumar en caso de duda; pero no dudan, corruptos hasta la médula, en acudir a fiestas y mariscadas pagadas por las mismas empresas de las que deberían defendernos, o en darles premios vomitivos y condecoraciones escritas con sangre.
No espero nada de las próximas elecciones, salvo que brote en los colegios e institutos del Bierzo, de León y Castilla, de toda España, esa misma indignación que invade Bélgica y Alemania, y miles de jóvenes salgan a la calle a decir a los candidatos cómplices de las empresas contaminadoras y bastardas: ¡Basta!
Devolvednos nuestros ríos, nuestros bosques y la tierra sagrada de nuestros antepasados. Iros a incinerar vuestra mierda a otra parte. Solo miles de jóvenes en huelga cada jueves podrán parar vuestra codicia. Espero que mañana mismo la juventud del Bierzo se una solidariamente a la corriente verde que ya recorre la columna vertebral de Europa: #FridaysForFuture y #youthforclimate. ¡Arriba las ramas!
Frente a los corruptos: huelga estudiantil por el clima
Por Valentín Carrera
04/02/2019
Actualizado a
18/09/2019
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