Fue el dolor por ver desencajarse un bastión de pasado de las huellas de la tierra berciana lo que movió al que fuera jefe de Comisaría de Aguas, Alonso del Palacio, a buscar una posibilidad para salvar esa central térmica de la que se firmaba su fin. Nadie contemplaba que Endesa nació en ella, en Cubillos, en el Bierzo y que a la cuna nunca se le olvida ni se le sentencia. Eso molestó profundamente al técnico jubilado que se puso a maquinar una salvación. Un jefe de Comisaría con solera. Estuvo detrás del replanteo técnico de esos trabajos. El segundo proyecto de la dirección de obra de la carretera de Congosto a Santa Marina fue suyo. Tiene mil obras en el Bierzo, incluso la potabilización de muchos pueblos como Dehesas o Rimor, donde recuerda que se consiguió acabar con el cólera en solo un verano con esa potabilización. Realizó nuevos proyectos en los pozos en los que no se podría introducir sistemas de cloración, como sucedió en Dehesas.
La dinamita se hizo con las torres de refrigeración “y el día que las tiraron me quería marchar del Bierzo. Yo ví hacer eso”, recuerda. “¿Quiénes vienen a decir que hay que demoler eso?”, se pregunta, y se responde que “gente sin apego” a la tierra. En lugar de buscar culpables y señalarles, algo que veía que no servía de nada, se cuestionó qué utilidad podrían tener esas grandes torres para conseguir librarlas de la sentencia. “Estaba pensando en las más altas, pero las de refrigeración también tenían mucha salida”, dice, como hacer exposiciones o un auditorio en su interior. Aunque hubo profesionales que presentaron ideas para llevarlo a cabo, Endesa no las aceptó. Fueron tirándolas una a una. Y mientras, el proyecto de demolición avanza.
Del Palacio se puso a dibujar “de eso que hacen los poetas en la servilleta del café”. Así nació una idea innovadora que ha querido sacar adelante y por la que aún considera que merece la pena luchar, una tirolina sobre el Bárcena. Él conoce bien el embalse “porque una parte de mi vida hacía de camionero y sacábamos áridos del propio embalse. También se hacía con burros de Andalucía que subían los áridos hacia arriba”. Cuando se acabó la chimenea más alta él trabajaba en Confederación y se le invitó para estar en la inauguración. Él controlaba toda la instalación que podía contaminar las aguas con los trabajos de refrigeración. Fue gracias a él que se controlaban los daños producidos por el agua que recalentaba los arroyos.
En Los Barredos el agua estaba caliente incluso en invierno. Hubo fauna que se perdió por esa alteración que propiciaba Compostilla II “se hizo mucho daño, dio vida, pero también hay que tenerlo en cuenta, y ahora vienen a tirarlo”, lamenta. Se pregunta por qué tanta rapidez en la demolición “¿para demostrar eficacia en la gestión o es un acto de presunción política?”. En Alemania y Polonia vuelven a ponerse en marcha las térmicas “en cambio nosotros, teniendo mucho y buen carbón, decidimos que las térmicas sean demolidas”. Incluso con un “notable desconcierto” sobre lo que pasará con el solar que deja Compostilla II.
En sus dibujos, Del Palacio marcó esa tirolina que presentó a varios ingenieros amigos “todos coincidían en que tiráramos adelante con el proyecto”. Contactó con ingenieros que estaban haciendo tirolinas por todas España “yo soy novato en esto y tenía que pedir ayuda para varias cosas”. Cuando vieron esto “me dijeron, esto es una joya, sigue adelante porque vale la pena”. Y los ingenieros se han puesto a valorar el proyecto, con presupuestos y materiales. El primer proyecto realizado contaba con una altura que no era viable “se rompía el cable. Era la tirolina más larga del mundo, con tres kilómetros”, que iría desde la térmica, hasta la margen izquierda del embalse, en la zona de Congosto. La cota máxima de embalse es de 620 “tuve que ajustarla a 640” y eso complicaba pasar por encima del embalse. Llevaba vientos para soportar el cable, pero no llegaba.
El técnico jubilado quiso poner en valor el emplazamiento de las torres, con vistas al embalse así como “su magnífica construcción y su altura de 300 metros” además de “su representación histórica” que “anima, apremia y exige que se evite su demolición”. Por eso ha buscado un “uso digno y necesario con posibilidad de ser un importante complemento turístico, cultural y creador de nuevas industrias en el Bierzo”.
Una segunda vuelta ofreció un proyecto de tirolina que recorre 2,2 kilómetros y con una pendiente del 10%, incluso enfocando el proyecto unido al Ponfeblino, por la cercanía de la estación antigua de Cubillos. “Se pretende aumentar el uso del embalse para navegar por él con barcos de motor eléctrico que no contaminan ni meten ruido”. Podrían hacerlo desde un nuevo “pantalán”, apunta, ubicado cerca de la estación del tren. Considera el técnico que es un recorrido interesante “que puede hacerse desde la zona del Club Naútico hasta el pueblo de Santa Marina del Sil, siempre que la cota de agua sea la adecuada y no haya hidroaviones cargando”. Se une un atractivo más al proyecto, la posibilidad de subir al monte Meno en Cubillos que, a una distancia de dos kilómetros de la estación y con 878 metros de altura “tiene unas vistas panorámicas únicas”.
Esta instalación moverá uno o dos ascensores, creará restaurantes, miradores… “ni los franceses ni los belgas permitieron que se destruyera su Tour Eiffel ni su Atomium que han resultado ser una fuente de trabajo y economía”. En España hay varios proyectos de tirolinas que supusieron un crecimiento en las zonas donde se pusieron como en Fuentespalda, de 2.000 metros, en Liébana. La del Bierzo sería la más larga de Europa y atraerá a la inversión empresarial, augura “pero para hacer todo esto se necesita el apoyo de los políticos y organismos públicos, sean del partido que sean y de los empresarios además de los propietarios de los terrenos a ocupar”.
Sí reconoce Del Palacio que el presupuesto podría ser muy elevado, aunque los técnicos están estudiándolo para poder culminar la presentación del proyecto. De todos modos, lo cree perfectamente posible y espera que pueda escucharse en los foros en los que se puede hacer realidad para que la térmica siga viva de una segunda manera, pero siempre ofreciendo riqueza a la comarca.