La desaparición de las cabañas

Eran en cierto modo una segunda casa que servía para hacer la comida o echar una buena siesta después del duro trabajo que desde al amanecer efectuaba el labriego

Ramón Cela
05/12/2021
 Actualizado a 05/12/2021
Las cabañas se hacían casi siempre a medida de la extensión que ocupaba la explotación del viñedo. | RAMÓN CELA
Las cabañas se hacían casi siempre a medida de la extensión que ocupaba la explotación del viñedo. | RAMÓN CELA
Desde hace muchos años, en el Bierzo, y pienso que en casi todo el mundo,e ra muy habitual que las plantaciones agrícolas de todo tipo, tuvieran su pequeña cabaña tanto para guardar útiles de trabajo, como aquellos agricultores que debido a las inclemencias del tiempo, buscaban refugio de la lluvia, el frío o incluso del calor.

La cabaña, era en cierto modo como una segunda casa, que con múltiples aplicaciones, servía incluso para hacer la comida o echar una buena siesta después del duro trabajo que desde el amanecer efectuaba el labriego.

Poco a poco, se fue mecanizando el campo y lentamente, se fue dando quizás menos importancia a estas pequeñas edificaciones, que sin luz y a veces, hasta sin ventanas, servían para infinidad de cosas más, como resguardar los frutos del calor y en ocasiones, por no poder ser transportadas en el día.

Las viñas, casi siempre más alejadas de las poblaciones, disfrutaban casi todas de su cabaña, mientras que los hortelanos, difícilmente se concibe una pequeña extensión de terreno sin su cabaña o lugar de recreo, porque en cierto modo, los niños jugaban alrededor de la misma y estaban mucho más controlados que si fuera al aire libre, sin sombra o resguardo.

En la comarca berciana, las cabañas, se hacían casi siempre a medida de la extensión más o menos que ocupaban las explotaciones de viñedo y siempre era muy habitual, que algunas tuvieran un tejado de donde recoger el agua de lluvia, para los sulfatos, o simplemente para lavarse.
Las más disponían de unas charcas hechas en el lugar donde se encontraba, el llamado ‘ Bazo de Buey’ que no era ni más ni menos que aquellos lugares donde la compactación de la tierra, era muy superior a la de la superficie, que admitía el arado o la azada, según la situación en que se encontraran.

Los más pudientes, que siempre eran los menos, disponían de un pozo excavado muy cerca de la cabaña, que de forma muy artesanal, pero segura, estaban cubiertas sus paredes con canto rodado, debido a que la mayoría de los viñedos, no es fácil encontrar lajas, pero si este otro tipo de material que allí ha quedado depositado, desde hace millones de años, razón por la cual, casi todos los viñedos incluso en cuestas pronunciadas, están enclavados en tierras rojizas, donde siempre es posible encontrar, los cantos rodados mencionados anteriormente.
Las cabañas en si, están o estaban construidas de este tipo de material, que con mano magistral de cantería, se construían con unas paredes, de poco más de treinta centímetros de espesor, canto rodado y barro, procedente de las mismas viñas y que si tenían la suerte de encontrar el llamado ‘Bazo de Buey’ los cimientos, estaban más que asegurados y la cabaña, resistiría todos los embates, que la naturaleza quisiera regalarle.

Así, la cabaña, era un bien preciado que daba valor a la viña, pero también una cierta seguridad, que en algunos casos, tenía sus detractores, si a su alrededor, había plantados algunos árboles, por aquello de llamar más los rayos de las tormentas, pero esto solo lo ponía de manifiesto, aquel que pretendía comprar la propiedad, mientras que el propietario, le daba más valor sobre todo, si esta estaba cubierta en parte por una higuera y tenía teja en vez de losa, debido a que los tejados de teja, decían ser más aislantes, tanto del frío como del calor, pero esto fue simplemente una excusa, debido a que con el paso del tiempo, la teja es muy difícil de encontrar y la losa, es lo más habitual conque se cubren las edificaciones en la actualidadsobre todo en la Comarca del Bierzo.

Esto y las prisas con que se vive en la actualidad, hizo que la tejacayera estrepitosamente en decadencia, mientras que se ha optado por la losa u otros productos como metálicos o plásticos, que tanto afean las escasas construcciones, que se realizan en la actualidad.
De todas maneras, son ya muy escasas este tipo de construcciones y cuando estas se realizan, ya no son en los viñedos, sino cerca de los núcleos de población y en forma de chalets o segundas viviendas, siempre en detrimento de aquellas pequeñas pero entrañables cabañas, donde era fácil, vivir apartado de todo ruido, pese a no tener ni luz ni agua corriente, que en ocasiones, ni falta que hacía.

Ahora, en la actualidad, el hortelano, que también es viticultor, construye sus cabañas muycerca de sus lechugas y demás plantas, olvidando no sin nostalgia la cabaña de siempre en la viña, pero los tiempos son diferentes y hasta puede tener con placas solares,luz, para que los críos, tengan oportunidad de ver la tele y no estorbar en las tareas agrícolas del viñedo, que se esta quedando sin aquellos viticultores, que distinguían de lejos, la Malvasia de la Alsacia, el Jerez de la garnacha.

Ahora y endetrimento del patrimonio vinícola, se tiende a importar plantaciones de otras variedades no bercianas, que efectivamente, dan menos trabajo y dan más producción, pero esto es a coste de perder el patrimonio que durante muchos años, han hecho nuestros antecesores con la variedad mencía, que casualmente, se está conociendo en todo el mundo y que provoca que muchos bodegueros de otras regiones vengan como locos a comprar viñedos antiguos, que hasta hace muy poco tiempo, carecían en valor, porque el agricultor berciano, nunca fue buen vendedor y mucho menos chauvinista.

Entonces, la razón del elevado precio de algunas plantaciones de Mencía en cuesta imposible de trabajar por medios mecánicos, llegando los buenos bodegueros a dar prioridad a la calidad, a la cantidad, porque el patrimonio dejando por nuestros ancestros, se ha demostrado, que es mucho más efectivo en calidad que las nuevas plantaciones, donde la maquinaria, no cubre el cariño, con el que el vendimiador trata el producto.

Así, poco a poco, salvo aquellos que son jóvenes y pueden cuidan el patrimonio heredado y en ocasiones, se ha visto que se vendimia en plena noche, para lo cual aquellos viñedos que no tienen cabaña, son en cierto modo echadas muy de menos por esas manos artesanales que en muchos momentos, necesitan los cuidados que siempre proporcionan las cabañas de los viñedos.
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