La regulación de compatibilidad con el paisaje osero podría publicarse en 2019

Aunque hay leyes y planes que cuentan con los plantígrados, no hay ninguna específica

Mar Iglesias
16/08/2018
 Actualizado a 11/09/2019
Avistamiento de dos ejemplares de oso pardo. | FUNDACIÓN OSO PARDO
Avistamiento de dos ejemplares de oso pardo. | FUNDACIÓN OSO PARDO
El próximo año podrían concluir los trabajos para regularizar la conservación y compatibilidad del mundo osero con las zonas donde se registra, según el técnico de la Fundación Patrimonio Natural, Daniel Pinto. Unos trabajos que pretenden cubrir un hueco vacío, el de la normativa específica, que hace que la Junta esté limitada para amonestar las incorrecciones en los avistamientos o las infracciones de tráfico que ya se han cometido con el fin de ver ejemplares.

El año pasado, la imagen sobre el embalse de Las Ondinas de turistas que paraban a ver el oso en medio de la carretera o incluso de algunas personas haciendo que algunos ejemplares salieran a la carretera alertaron del peligro que podría suponer esa práctica que, por otro lado, puede abrir una veta turística sostenible si existe una regulación. Pinto asegura que sí se tiene en cuenta a la especie en otras normas o incluso en las nuevas infraestructuras que se realizan, para marcar pasos de fauna, pero no hay regulación para establecer amonestaciones, por ejemplo, definidas para los avistamientos irregulares o las prácticas que puedan dañar la especie.  Es una tramitación que urge en vista al crecimiento del oso en los parajes de la cordillera cantábrica.

Alto Sil es una zona de avistamiento cada vez mayor y requiere de esa norma. Sin ella, de todos modos, en 2017 se tramitaron más de 250 expedientes por daños provocados por el oso. Eso obliga a que la Junta tenga previsto un fondo para compensar esos daños. El año pasado gastó más de 219.000 euros en ello y subvenciona la colocación de pastores eléctricos para prevenir. Los daños fundamentales se producen en colmenas.

Normas no específicas

En la parte occidental, el año pasado se avistaron 41 osas con 73 crías, lo que confirma su consolidación.
En cuanto a fichas de osos confirmados suman unas 1.136 en León el año pasado, muchas más que en Palencia, donde se registran 592 y en Burgos donde hay una. Pero además destaca la expansión del oso en los últimos 17 años, ocupando ahora unos 8.900 kilómetros cuadrados de extensión. Según el técnico de la Fundación Patrimonio Natural, Daniel Pinto las cifras son alentadoras, puesto que en la Cordillera Cantábrica llegó a haber un mínimo de 80 osos y por eso llegó a vedarse la caza. Más tarde se excluiría de las especies cinegéticas, en los años 50 y 60. Por entonces los osos ocupaban unos 5.000 kilómetros cuadrados y la pérdida anual de osos estaba sobre 4 o 5. Esa casuística hizo iniciar planes de monitorización, de conservación y de seguimiento de la especie.

En 1990 ya se dictó un Decreto de Conservación del Oso o la Ley 4/2015 del Patrimonio Natural de Castilla y León ya tenía en cuenta la especie, pero no existe una norma específica para conservar y limitar las molestias que pueda ocasionar el oso.

El nuevo Plan de recuperación se marca como retos mantener las cifras de la población osera y seguir abriendo el área de distribución de la especie, además de ir conectando «de forma funcional» el área oriental y occidental «por medio de las osas» e ir conservando y mejorando el hábitat osero, además de intentar reducir las molestias a la especie y los conflictos hombre-oso.

Turismo sostenible

En la lucha por extender el conocimiento sobre las buenas prácticas del avistamiento de osos y de sacar provecho al mismo, la Fundación Oso Pardo, al lado del Consejo Regulador de la D.O. Bierzo, de los Ayuntamientos de Villablino, Páramo y Palacios, pusieron en marcha el pasado mes cursos destinados a los agentes turísticos de la zona para que sean ellos los transmisores de esa posibilidad sostenible de ver el oso de una manera correcta y segura.
Un centenar de personas participaron en este ciclo gratuito de dos días en cada localidad, desde el que se marcaban las «buenas prácticas» para ver al oso, que deben subrayarse en la norma específica conteniendo «medidas de seguridad, distancias mínimas para ver el oso y formas de actuar al acercarse a él», además de jerarquizar los usos no compatibles y formar guías especializados.

La posibilidad de ofrecer un turismo distinto con el avistamiento del oso está abierta, siempre que se marquen los principios para ello.
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