Recientemente, la UNED de Ponferrada, ha organizado una serie de visitas y conferencias, sobre los yacimientos de oro en el Bierzo, que culminaron, una vez más, con un éxito rotundo tanto por el tema como por la organización que, según los participantes, ha sido impecable y en la que verdaderos expertos en el tema dieron charlas tanto en aulas como en trabajos de campo.
Naturalmente, La Leitosa fue una de las explotaciones a visitar y hacer comprender por los expertos, la importancia de la misma por los romanos, pese a que quedó para otra ocasión la visita a Los Cáscaros, no muy lejos de La Leitosa y con otro tipo de explotación, debido a que en este último yacimiento se utilizaron otros procedimientos para la extracción del oro y que merece un estudio mucho más a fondo por parte de los expertos.
Siempre se ha dicho que La Leitosa es la hermana pobre de Las Médulas, como también lo es,en otros aspectos La Somoza Villafranquina, que parece olvidada por todos los estamentos oficiales, careciendo la mayoría de sus pueblos de los servicios más elementales para fijar población, lo que motiva que la mayoría de estos se están quedando vacíos hasta que terminen siendo abandonados, no por falta de recursos, sino por falta de lo máselemental para que en ellos pueda vivir una familia con hijos en edad escolar.
De todas maneras, y a falta de otros entretenimientos, como podrían ser el Internet o buena señal de televisión, algunos jóvenes se han echado al Río Burbia en busca de unas laminitas de oro o dejar en libertad sus sueños de alcanzar, una «Pepa» o una «Pepita de Oro»,como así se conocen en el argot del buscador. Algo que no suele suceder con excesiva frecuencia, más bien en los sueños de los bateadores que, como decía Calderón…Sueños son.
Pero el bateador ocasional sueña dormido y despierto y esos pequeños puntos que van saliendo después de muchos lavados, le van alimentando su afición y esperanzas de llegar a poder hacer una sortija o un presente para la persona amada.
Así bateando, el buscador, continua, día tras día intentando llenar el pequeño frasquito que , con unas gotas de agua,siempre parecen más y adquieren volumen a sus ojos, que como talismán, siempre porta consigo como si de un verdadero amuleto se tratara. Y después de mucho batear y pasar el correspondiente frío a las orillas del Burbia, el bateador se sienta a comer el bocadillo, que en muchos casos, es lo único que la suerte le ha deparado.
El pequeño oleaje del agua en la orilla le hace ensimismarse una vez más en los sueños, que el mismo se ha creado, pero que le hacen olvidarse del reloj, del frío y hasta del hambre, que en ocasiones, se va retrasando con pequeños sorbos de agua y moras de zarzal. De dos a diez bateas más y se termina la faena, que la mayoría de las veces no ha llenado nada el frasquito del tesoro.
Mañana será otro día y si no, después de hacer las diferentes faenas propias, un par de horas de asueto, se hacen vida para aquel soñador que en sus sueños ve como su ser querido luce el oro que tanto trabajo y frío ha soportado este amante de la naturaleza, en la que se une el río, las piedras, arenas e ilusiones. Pero siempre hay un bateador que sabe más que los demás y conoce perfectamente aquellos lugares donde los pedacitos de oro se van quedando depositados y de él es menester ir aprendiendo, poco a poco, hasta conseguir adquirir más conocimientos de las jugarretas que el río causa a los bateadores, debido a que, sobre todo el Burbia, cambia con facilidad el curso de sus aguas como temeroso de que estos extraigan sus grandes tesoros que cuida y lava durante tantos años.
Así, un conocido bateador procedente de Andalucía, de nombre Gaspar, como el Rey, enseña a algunos aficionados las tácticas y entresijos que la mayoría de los ríos utilizan para no dar fácilmente lo que tantos litros de agua estuvieron lavando constantemente.De esta forma y según este experto de las aguas, que ha bateado en muchos ríos de España, hasta el Sil, llegan muchas muestras de los residuos de Las Médulas y La Leitosa, pero que,debido al paisaje y mayor facilidad, prefiere el Burbia, como así decía un matrimonio catalán que pasaba tres meses de verano bateando durante bastantes años, en las proximidades de La Leitosa.
De esta manera lucían con orgullo diversa joyas que habían conseguido con el oro del Río Burbia, que desde Villafranca busca su nacimiento en las preciosas cascadas de las proximidades de la población de Burbia, de donde nace y llega a su entronque con el Río Valcarce en Villafranca, siempre con la máxima pureza de sus aguas que los villafranquinos bendicen, debido a que se pueden bañar y beber las aguas, sin ningún temor.
Así, de esta manera, nace una especie de deporte, que hace que los buscadores de oro no dejen de ser sino uno meros soñadores, quizás los últimos, que con ilusión, más que codicia, batean las arenas de los ríos, en busca de tan preciado metal, como es el oro y que puesto en las manos con unos buenos rayos de sol, nos hace pensar que quizás estos sean los últimos bateadores, que derraman ilusiones en cada batea que hacen al tiempo que son dueños absolutos de esa palabra tan bonita como es la esperanza.
Los últimos románticos del oro
El Río Burbia regala el oro que le queda en forma de pepitas para aquellos bateadores cuyo sueño es poder regalar una joya que lleve ese material extraído de las frías aguas y tras el trabajo paciente y arduo de lavar las arenas para localizar esas pequeñas motas doradas.
10/10/2021
Actualizado a
10/10/2021
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