Un mar de talento: Noemí Sabugal

Noemí Sabugal regresa para llevarnos de la mano hasta Laberinto mar, un libro con el que reflexionar, aprender y sumergirse en puro talento literario

29/12/2024
 Actualizado a 29/12/2024
Portada del libro protagonista en la estantería de Ruy.
Portada del libro protagonista en la estantería de Ruy.

Comienzo a escribir esta nueva Carta a ninguna parte en una fría tarde de invierno. Lo hago tras poner en el equipo de música a Nacho Vegas (residente y amante de una ciudad marítima como Gijón). Me parece una buena jugada del destino que me acercase hasta el libro precisamente en invierno, ya que quizá, al menos para mí, es cuando el mar es más hermoso. Hay mucho misterio alrededor de la enorme masa de agua que nos rodea. Y no me refiero a las mil leyendas o historias que se basan en ella, sino también en la atracción que nosotros, los humanos, sentimos por algo que es contrario a nuestra naturaleza: no somos capaces de nadar si no nos enseñan, no viviríamos más de un suspiro bajo el agua si no fuera por los respiradores. Pero no nos importa, la atracción que sentimos por él nos ha llevado a surcarlo y a sumergirnos en sus aguas. 


Creo, papá, que siempre hemos vivido en una cultura antropocéntrica. Pensábamos que la Tierra era el centro del universo (qué ridículo suena ahora tal afirmación), cuando no es más que un planeta menor girando alrededor de una estrella que no tiene nada de particular, mientras nos desplazamos por el brazo de una galaxia que forma parte de un conjunto de millones de ellas. También vemos nuestro planeta como una superficie rocosa donde vivir, cuando  la mayor parte de la superficie está cubierta por agua. Sí, llamamos Tierra a nuestro hogar, cuando  el agua es la reina. No solo por volumen y espacio, sino también porque de ahí partió cualquier forma de vida conocida.

Presentación del libro con la escritora Noemí Sabugal.| L.N.C.
Presentación del libro con la escritora Noemí Sabugal.| L.N.C.

La propia autora de este libro así también lo confirma: «lo bueno es que el mar seguiría existiendo aunque desapareciéramos. En ese caso, lo haría incluso con un mayor dominio de su condición, sin que nosotros lo convirtiéramos en despensa, placer, vertedero y lugar de paso». Lo que ha hecho Noemí Sabugal en la obra de la que hoy te voy a hablar es, sencillamente, maravilloso. El título, Laberinto mar, no podía resumir mejor todo lo que significa no ya su obra, sino también el propio reto al que se enfrentaba. Tras el éxito de Hijos del carbón el siguiente paso era realmente complicado. Pero ella lo ha logrado, vaya si lo ha logrado.

Acompañada por las imágenes de Pablo J. Casal, el libro nos hará navegar entre la realidad del mar observada desde las múltiples facetas que esconde. En el texto, además de lo que nos quiere contar y mostrar, también va dejando clara la calidad de su talento a la hora de escribir. Una prueba es el primer párrafo de la primera página: «Las olas rabiosas rompen contra el espigón. Un estallido de espuma sobre los pescadores. En el puerto, los barcos en su danza hipnótica, los mújoles devorando, ciegos, la porquería de la ciudad. Una playa de piedras junto a las rocas. En ella encontraba, de vez en cuando, una orejita de mar que cogía como si fuera un tesoro».

Te pongo otro ejemplo de Noemí y su enorme capacidad para escribir, y es que es de las personas de las que creo que por sus venas corre la tinta de libros todavía por redactar, llegando hasta un corazón que late al ritmo de un libro al abrirse. En el capítulo llamado Con los pies mojados, leerás: «En otoño e invierno, las aguas del Atlántico tienen el azul de los sueños, pero en esta madrugada de noviembre no puedo saberlo porque todavía está oscuro. El esteiro de Vilanova de Arousa se ha llenado de luciérnagas. Son algo más de un centenar de mariscadoras, y algún mariscador, en cuyas frentes brillan pequeñas linternas.»


Papá, Noemí nos ofrece, como te comentaba, distintos puntos de vista del mar. Nos lleva hasta la pesca, los traficantes, los frutos del mar, los oficios, la historia y sus leyendas y, por supuesto, la salud del rey azul. Una de sus partes más potentes e impactantes, creo que estarás de acuerdo conmigo cuando la leas, es la dedicada a los náufragos. Vidas arrebatadas que, en muchos casos, ya solo responden a nombres de cuerpos que jamás volverán. Y el dolor de no poder decir adiós al que ya no está es realmente duro, muy duro. «El primer pan salido del horno en Año Nuevo se arrojaba al mar para que lo engullera y, a cambio, respetara la vida de los marineros. Un pan por hombre, por lo menos. La costumbre la mantenían algunas mujeres de los pueblos costeros de Galicia», podemos leer en la apertura del capítulo Memorial de náufragos.

Un poco más adelante nos vemos cara a cara con uno de los lugares más emblemáticos, y así lo describe Sabugal: «El cementerio está rodeado por un muro de piedras de granito rosa. Dentro de él hay una estela que dice: «En memoria de todos los náufragos da Costa da Morte.  Alrededor de la estela, bajo mis pies y bajo la hierba, están los marineros del HMS Serpent. En una placa que hay en la entrada de recuerdan, uno a uno, sus nombres y sus puestos en el barco». Si avanzas algo más entre las páginas, también podrás leer: «Bajo las aguas que rodean Cabo de Palos existe todo un cementerio submarino. Aquí duermen muchos otros pecios que despiertan la curiosidad de los buceadores. En este atardecer de óxido y chicharras, veo desde el faro a varias zódiacs que esperan a los que han desaparecido bajo la estremecida piel del mar» .


Uno de los grandes aciertos de Noemí Sabugal al afrontar Laberinto mar es en la forma en la que está redactado. Porque esa hábil forma de contarlo, en primera persona cuando hace referencia a sensaciones y vivencias, nos permite realizar el viaje a su lado, acompañándola por el inmenso mundo azul y sus costas, descubriendo sus maravillas y secretos a la vez que ella lo hace. Es como acompañarla en este hermoso viaje, conversando con una buena amiga que nos habla de lo que vemos y lo que percibimos. 

En otra de sus partes más representativas, cuando nos lleva hasta el capítulo Traficantes del dolor, podemos leer acerca de una de las noticias que todos pudimos ver no hace mucho tiempo, y que te llevaba, sin duda, a tragar saliva al escucharla. Papá, podrás leer acerca de ese terrorífico instante: «Algunos lo grabaron con sus teléfonos móviles, así que todo el mundo pudo ver después aquella bestialidad, aquel crimen, finalmente. Como si fuera un misil, la enorme narcolancha -catorce metros de eslora, seis hombres a bordo- se abalanzó hacia la zódiac en la que iban seis agentes de la Guardia Civil». Doy un pequeño salto para llevarte hasta la parte dedicada, y así lleva por título, a Los que dijeron adiós desde los barcos. Una que te gustará leer más de una vez por lo que cuenta, por cómo lo cuenta y por lo que representa.

Un buen ejemplo de lo que te cuento es el siguiente texto: «Lo que sí hay en las regiones costeras españolas, especialmente en Galicia y en Asturias, son esculturas que recuerdan a los emigrantes. Muchas representan, como la que he descrito en Vigo, el peor momento: la separación de la familia. En las islas Canarias, en Garachico, Tenerife, hay también un homenaje a los emigrantes del archipiélago. Es un hombre con una maleta en la mano y un agujero vacío en el pecho». ¿Se puede ser más explícito, preciso e impactante en una escultura? Difícilmente se puede superar la maleta en la mano y el pecho vacío… Por cierto, tras leerlo busqué imágenes de la obra. 


Tenía muchas más anotaciones de Laberinto mar para escribirte en esta carta. Tantas que para redactarla he tenido que saltarme multitud de ellas y dejar en el tintero muchas más. Eso es algo que pocas veces me ha pasado tras estos años escribiéndote estas cartas, y que no es más que el reflejo de lo fantástico que es este libro. Creo que te gustará cuando puedas leerlo. Porque el lugar donde ahora estás es tan inmenso y desconocido como el propio mar, ese lugar de nuestro planeta que tanto admiramos y tememos, que, como bien decía Noemí Sabugal, seguirá estando ahí aunque nosotros ya no estemos; ese líquido del universo que buscamos cuando tanteamos la posibilidad de vida en otros mundos, ese mágico color azul que tantos secretos encierra y esconde.

El mar se ha llevado muchas vidas. Vidas que, como la tuya, dejaron atrás latidos sin dar, sonrisas sin entregar, abrazos sin sentir. Cada una de ellas podría gritar al viento de la tormenta más enfurecida que no es inmortal el que nunca muere, sino el que nunca se olvida. 
 

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