Existen hombres que son incapaces de mirar de frente al sol sin medir la distancia que de él los separa, hombres que no pueden disfrutar de una obra de arte sin calcular su precio, y hombres que no consiguen leer un libro sin pensar antes en el número de páginas que tiene; en definitiva, hombres que dan solo valor a la parte crematística y sopesan únicamente los beneficios que pudiera reportarles su trabajo. Afortunadamente, el escritor y articulista Ruy Vega no es uno de ellos, pues dispone de la inteligencia necesaria como para saber que cuando un creador supedita su arte a los números y le da prioridad a la repercusión social de su propia obra, pierde él su dignidad como escritor y el arte muere.
Existen escritores, igualmente, que se embriagan con el primer sorbo de éxito que les roza los labios. Esta euforia etílico-literaria suele tornar a sus protagonistas en seres insoportablemente endiosados, autocomplacientes en exceso con su propia obra y demoledoramente críticos con la de los demás (algunas veces sin molestarse si quiera en conocerla). Pero la modestia y la humildad de la que Ruy Vega siempre ha hecho gala, convierten a este autor en la antítesis de los artistas mencionados. Tanto por su talante personal como por su evidente bohonomía, Ruy Vega es un escritor excepcional que no sabe de egos ni de envidias porque late en su interior a todas horas un corazón honrado y generoso (y conste que no hago esta afirmación por haber naufragado de amistad en la playa despierta de sus ojos, sino en base a la más rigurosa de las justicias): Durante todo el tiempo que llevamos siendo amigos jamás le pude oír una mala palabra, jamás tuve ocasión de asistir a un gesto desabrido por su parte, ni mostraría tampoco en mi presencia una actitud peyorativa que atentase contra la dignidad o menoscabase la labor creativa de ningún compañero, lo que lo señala, quizá, como una “rara avis” en nuestra profesión, tan proclive a los celos, las envidias y a esa tendencia, cada vez más en alza, de mirar complacientes nuestro propio ombligo.
Dueño y señor de una obra literaria de sólidas arquitecturas que en ocasiones rozan la excelencia; Ruy Vega es un escritor multidisciplinar que reparte su genio en diferentes registros: Colaborador habitual en varias publicaciones, dispone de una columna mensual en el diario leonés La Nueva Crónica de León -Cartas a ninguna parte- en la que divulga y disecciona los libros que caen en sus manos y que dedica, con sin par devoción, a la memoria de su progenitor; coordinó para la editorial Más Madera la tetralogía de varios autores Misterio en el Bierzo, Bierzo Criminal, Bierzo Fantástico y El Bierzo en silencio; y es autor de cinco novelas de ciencia-ficción y literatura fantástica: El proyecto Dream, La señal, Herederos del universo, La última misión Apolo y Terror en Ávalon, además de otras publicaciones.
Cabe señalar que Ruy Vega no se limita a ejercitar su labor como escritor en sus novelas, acostumbra a dar legitimidad a su trabajo arropando la trama con los últimos descubrimientos y teorías científicas, lo cual sirve para instruir al lector y enriquecer la historia que nos cuenta… Ruy Vega despliega para nosotros su fértil y poderosa imaginación para mostrarnos en todo su esplendor todas las maravillas del universo en épicos viajes espaciales a través de las estrellas, donde los asteroides, los agujeros negros, los exoplanetas, las nebulosas y las diversas galaxias, conforman una variada y rica iconografía cósmica que rivaliza con las luces y sombras de sus personajes y el amplio muestrario de pasiones humanas que los envuelven, remontándose al pasado o avanzando el futuro para dejar constancia de lo que fue, de lo que es o, en su defecto, de lo que llegará a ser un día; en una palabra, Ruy Vega hace suya la frase de Jules Remard : «... mi imaginación es mi memoria», consciente acaso de que la suya es a la vez espontánea y selectiva.
Los escritores de ciencia-ficción son una raza aparte; hablan un idioma distinto, no responden a las mismas motivaciones de los demás y poseen una escala de valores singular que los distingue y diferencia de los demás artistas. Son escritores de corriente moderna y rara fantasía que parecen buscar en épicas odiseas la fuente de sus sueños, unos sueños que apenas se vislumbran al principio entre densas neblinas de nostalgia y acaban por mostrarse, poderosos, en un espléndido y lúcido estallido. Mientras aguardamos expectantes que en su próxima entrega nos ofrezca alguna de las muchas pinceladas de ingenio a las cuales nos tiene acostumbrados; no estará de más que nos regalemos a nosotros mismos el placer de releer alguno de sus libros anteriores, que nos dejemos inundar por la luz poderosa de su selecta prosa y el hábil manejo de sus personajes, que hagamos un paréntesis en nuestras ocupaciones para adentrarnos resueltos en su universo propio y, con la manta suave de la complicidad, nos acurruquemos al abrigo y calor de su imaginación poderosa.
Nos esforzamos muchas veces en pretender sobresalir a toda costa, intentando lograr que los demás nos reconozcan unos méritos dudosos, una sabiduría cuestionable y una grandeza supuestamente alcanzada, sin darnos cuenta que es solo vanidad, que como reza el famoso proverbio hindú: «...los ríos hondos corren en silencio mientras que los arroyos son ruidosos». Consciente de ello, Ruy Vega pasa por la literatura de puntillas, sin estridencia alguna, en un ejercicio permanente de coherente humildad y mediante un discurso de elocuente sinceridad y transparencia… Y al mostrarse de ese modo, sin dobleces, tal y como es en realidad, agranda cada día la leyenda, por un lado de su talante personal y por otro de su talento literario.