Misterio en el Bierzo

Bajo el sello asturiano Más Madera, un grupo de autores bercianos y asturianos han construido un recopilatorio de relatos de terror cuyo protagonista indiscutible es la propia comarca

Ruy Vega
28/11/2021
 Actualizado a 28/11/2021
Presentación del libro en el Munic de Carracedelo.
Presentación del libro en el Munic de Carracedelo.
Sea lo que sea, papá, a todos nos atrae. Hay un libro del que tenía muchas ganas enviarte una carta. Se trata de «Misterio en el Bierzo». En él, dieciocho plumas se han reunido para construir un libro único, en donde distintos relatos de terror encumbran una atmósfera de singular belleza.

Los relatos, pura magia, se dibujan con una imagen de preciosa sintonía, en donde Víctor Ruisánchez resume, con un único click de su cámara fotográfica, un texto de varias páginas. Un maestro de lo sencillo que perfila en fotones un lenguaje delicado. Comienza este viaje con un prólogo especial, el de Silvia Blanco, que introduce páginas que seguro que, a aquellos que caigan entre sus manos, atraparán ya sin remedio.

Como bien sabes, soy un profundo amante del terror, por eso poder leer textos que, además de ser de uno de mis géneros favoritos está ambientado en el Bierzo, es una sensación de agradable consistencia. No sé, lo leería una y cien veces, si no fuera por el gran retraso que llevo con todo lo que deseo y debo leer. Pero no importa, sé que tú también lo harás y que, el día que nos volvamos a encontrar, debatiremos sobre él. Suspiro porque así sea…

Podría resaltarte todos y cada uno de ellos, pero es imposible. Así que, como me pasa con cada libro de relatos del que te hablo, al final tengo la sensación de haber dejado atrás letras de necesario resalte. Pero no puedo…

«Este viaje por un Bierzo desconocido y tenebroso no solo va capitaneado por autores locales, sino también desde Asturias» Así que aquí van algunos ejemplos, de los que espero te sirvan para hacerte una idea de lo que alberga este ejemplar de necesaria presencia en las estanterías de esta hermosa y única región. Comienzo con Carlos Fidalgo y su texto «Lo que nunca te dije», extraído de «El país de las tinieblas», uno de los que he leído varias veces. Uno de esos relatos con los que disfrutar y aprender. Magnífico. Te destaco también otro de los que he disfrutado al máximo, y que he subrayado, doblado las páginas y admirado. Se trata de «Sanchas», de la genial Helena Tur. En él, por cierto, nos deja en palabras dureza real: «Enseguida la agarré y le retorcí una de sus piernas de madera hasta arrancársela. Pero mis nervios no se calmaron y, con furia, la arrojé contra la pared y salí de allí asustada de mí misma».

Ojalá todos nos asustáramos de nosotros mismos cuando ello es requerido. Venga, un tercero que también te menciono por su especial talento: «Pesadillas», de la siempre maravillosa Elisa Vázquez, a quien creo ya conocerás en profundidad por las varias cartas en las que te he hablado de sus obras. Tengo cierta debilidad por ella, lo confieso.

Nayar Crespo deja, en «El autoestopista», frases de profunda reflexión; como aquella en la que, en pleno diálogo, nos regala: «Tampoco creo que hay una razón. No creo que el Hombre tenga una razón para nada realmente. Tal vez haya sido una decisión impulsiva, y el autoestopista decidiera cruzar la línea». Me pregunto cuántas veces hemos cruzado la línea. En mi caso, al menos, muchas. Tantas como para ser capaz de confesar que más de las que decidí no hacerlo.

Doy un pequeño salto para llegar hasta Berta Pichel, quien en «Peregrinaje» nos entrega un nuevo regalo a la lectura, como siempre hace con cada una de sus creaciones. Un verdadero y certero ejemplo de cómo crear niebla de temblor terrorífico con solo sílabas, palabras, frases y párrafos en nuestra amada comarca. Y es que Berta siempre, siempre, se acuerda de este valle, que tanto talento nos ha traído y el que ella dio sus primeros pasos.

En su texto podemos leer «recuperado de la etapa del camino de más de veinte kilómetros que inicié en Ponferrada, colmado y contento mi estómago gracias a la agradable amalgama de sabores […], me dispuse a proseguir el peregrinaje. Antes de iniciar la siguiente fase del camino de en torno a diez kilómetros que, siguiendo el curso del río Valcarce, separa la villa del pueblecito de La Portela, donde pensaba hacer noche, decidí visitar de nuevo la iglesia de Santiago auténtica joya del románico berciano».

Pero este viaje por un Bierzo desconocido y tenebroso no solo va capitaneado por autores locales, sino que desde Asturias desembarcan mágicas manos de las que aprender, como son los ejemplos de Nayar, de quien ya te he hablado, Javier F. Granda o Manolo D. Abad, quien nos escribe en «Blackout bus»: «Sudaba. Esa era la única sensación nítida que percibía con una total claridad. Apenas podía despegar las manos del asiento para pasármelas por la frente, de la que manaba el líquido corporal con fuerza. Entorné la cabeza en dirección a mis vecinos, pero apenas lo conseguí. ¿Cómo era posible si hacia el lado izquierdo, el de la ventanilla, no tenía ningún problema?»

«Me pregunto cuántas veces hemos cruzado la línea. En mi caso, al menos, muchas...Más de las que decidí no hacerlo»Poco a poco, papá, nos adentramos hacia el final de un libro con el que disfrutar. Doy un salto hasta otra de mis escritoras admiradas, Raquel Villanueva, quien en su relato «El retratista» deja dibujado en blanco bajo negro, una vez más, su buen hacer y talento. De nuevo, como el resto de compañeros de este viaje, con referencias a un Bierzo ya no tan desconocido: «Él sabía moverse en sociedad, él, el gran y único retratista de toda la villa ponferradina y sus alrededores, no podía rebajarse a mirar a una chacha, él. Equiparable a Antoine Claudet».

Referencias continuas a nuestra tierra, como también lo hace Javier F. Granda en «Encuentro en el umbral», donde escribe que «la distancia que media entre La Devesa y el corazón del Bierzo es de unos 150 Km por carretera, cruzando Somiedo y la comarca de La Montaña de Luna». Como te comentaba, es un texto en el que el paisaje y la ubicación es un protagonista más, el único que se repite a lo largo de todo el libro, convirtiéndolo en hilo conductor de fantásticas (terroríficas) escenas.

Por otro lado, Manuel Ángel Morales, autor del texto titulado «Criaturas en la sombra», abre el apetito a una segunda y pausada lectura. Escuchar de sus propias palabras, en la presentación que se realizó en el MUNIC, cómo construyó el mismo abre la necesidad de una tercera. Como de varias lecturas debemos disfrutar en el caso de Jose Yebra, a quien también ya conoces de otras cartas, quien nos regala en «Figures from the past stand tall» un magnífico rato de miedo, pero de ese que disfrutas y deseas que no acabe. Genial, sin duda.

Finalizo esta pequeña selección con Chary Martínez, quien escribe: «Levanto la vista. Observo los retales de cielo que asoman a través de las copas de los árboles y me pregunto por qué no estoy allá arriba, descansando», en su texto «El Castillo de San Blas».

Quizá sea necesaria una nueva carta, en donde te pueda hablar de Loli González, Marcelo García, el increíble Fernando Alba, Ceferino Montañés o Juan Carlos Suárez, ya que a todos ellos me gustaría que conocieras.No lo sé, solo tú ya tienes la certeza de que, tras abandonar el camino físico, quizás nos aguarde un nuevo camino, en el que los temblores de ansiedad, el miedo a lo injusto o el viaje hacia nuestro propio conocimiento a lo largo de los años quede atrás, y ya solo importe, precisamente, lo que somos. Por eso, libros como este, aunque bajo ficción, nos hacen entender, o al menos pensar, qué ocurre cuando por última vez cierras los ojos (pero quizá abres el alma). Papá, lo sé, ahora más que nunca: no es inmortal el que nunca muere, sino el que nunca se olvida.
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